El gobierno argentino confirmó que no participará de la fuerza multinacional que prepara la ONU para ocupar el sur del Líbano, como parte del acuerdo alcanzado para alcanzar el cese del fuego en la región. El vicecanciller Roberto García Moritán explicó que a las consultas realizadas por el titular de las Naciones Unidas, Kofi Annan, le habían respondido en forma negativa, debido a que no estaban dadas las condiciones para un envío de efectivos. En criollo, eso significa que el presidente Néstor Kirchner considera la situación en Medio Oriente demasiado peligrosa –tanto desde lo militar como de lo político– como para destinar una representación local. La decisión fue tomada luego de mantener varios contactos con la Cancillería brasileña que adoptó la misma posición argentina. Hasta ahora, ningún país del Mercosur ni de Sudamérica será de la partida en esta nueva fuerza.

El Consejo de Seguridad de la ONU aprobó el viernes pasado la resolución que llamó a un cese del fuego y la participación de una fuerza de paz multinacional como forma de detener el conflicto entre Israel, el Líbano y la guerrilla de Hezbolá. De inmediato, la ONU cursó la invitación a participar a los veinte países que habitualmente lo hacen. El lunes, el pedido llegó a la Cancillería argentina, justo el mismo día que el canciller Jorge Taiana volvió de su gira por Oceanía.

Según contaban ayer, en el ánimo de Kirchner y en el de Taiana nunca estuvo presente enviar tropas argentinas al Líbano. “Es mucho riesgo, sería una locura”, explicaban en el Palacio San Martín. No obstante, hubo contactos con Brasil para adoptar una postura en común, como generalmente lo hacen en cuestiones de política internacional. La resolución de la ONU encontró al canciller Celso Amorim en el Líbano, donde había viajado para encabezar el reparto de ayuda humanitaria. Hay una importante comunidad de brasileños –se calcula que son unos 60 mil– viviendo en la zona de conflicto. Por eso, en las discusiones previas, el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva adoptó una posición mucho más crítica hacia la ofensiva de Israel que, por ejemplo, la que mostró Argentina. Con todo, Amorim descartó de inmediato la participación de tropas de su país en la fuerza de la ONU.

En realidad, explicaban los diplomáticos argentinos, en estos casos no es necesario rechazar la participación en la fuerza multinacional. Alcanza con no expresar una postura afirmativa. “Los países que quieren participar se ofrecen”, explicó el mecanismo el embajador argentino en la ONU, César Mayoral.

Para dar muestra de que Argentina no es renuente a prestar colaboración a las políticas de las Naciones Unidas, García Moritán subrayó que en estos momentos el país tiene destinados 750 efectivos entre Haití y Chipre. Claro que esos dos países no tienen ni de lejos el grado de peligrosidad que acarrearía una expedición al Líbano, con su endeble cese de fuego y cuando las tropas israelíes anunciaron una lentísima salida.

Al vicecanciller lo consultaron acerca de si en la decisión argentina había pesado el antecedente registrado durante el gobierno de Carlos Menem. En 1991, Argentina acompañó con dos naves a las tropas que envió George Bush padre a la Guerra del Golfo. Luego, el país sufrió dos atentados –contra la Embajada de Israel y la AMIA– que se adjudicaron al terrorismo islámico.

“Nosotros tomamos las decisiones sobre la base de los pedidos de cada circunstancia, y en esta ocasión el análisis ha tenido en cuenta que tenemos una presencia ya importante en las Naciones Unidas de más de 750 hombres, con lo cual no hay muchos ejemplos de un apoyo tan sostenido de un país a la estructura de mantenimiento de la paz como la que tiene la Argentina”, insistió García Moritán.

Hasta el momento, la fuerza de paz al Líbano estará integrada por los países que han tenido una activa participación en la resolución del conflicto como Francia e Italia.