Agotados y expectantes, los pequeños y medianos empresarios argentinos dejaron Ucrania y llegaron a Moscú como destino final de la misión, organizada por la Cancillería, para abrir nuevos mercados. El ministro de Relaciones Exteriores, Jorge Taiana, combinó el contacto con la delegación argentina y los más de 170 empresarios rusos que se acercaron al seminario con las entrevistas políticas. Relajado, en el lobby del Hotel Presidente, que en los tiempos del régimen llevaba el inconfundible nombre de Octubre y estaba destinado a los huéspedes del Partido Comunista, Taiana aseguró que todavía no está fijada la fecha de una posible visita del presidente Néstor Kirchner a Rusia y detalló el interés en acrecentar el intercambio entre ambos países. Los más optimistas especulan con triplicar las exportaciones en 2007.

Antes de partir rumbo a San Petersburgo, el canciller se reunió en el Kremlin con el secretario del Consejo de Seguridad Nacional, Igor Ivanov, quien se desempeñó como ministro de Relaciones Exteriores tanto del gobierno de Yeltsin como del de Vladimir Putin hasta fines de 2004 y, actualmente, es el encargado de la relación bilateral con Irán. Ivanov fue dos veces embajador en España y conoce al detalle la situación latinoamericana. El repaso por la agenda internacional incluyó la coincidencia en el apoyo a Venezuela para que se integre como miembro no permanente al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y en la defensa de una política de multilateralidad basada en el respeto al derecho internacional. Mañana, Taiana se encontrará con su par Serguei Victorovich.

Rusia está interesada en venderle a la Argentina equipamiento militar y, al igual que Ucrania, se ofrece para participar en las construcciones de los proyectados gasoductos con Bolivia y el que se prevé extender desde Venezuela pasando por Brasil, también en la electrificación de vías férreas y en la provisión de turbinas hidroeléctricas. A fines de mes viajará la ministra de Defensa, Nilda Garré, pero las voces oficiales anticipan que el presupuesto no prevé gastos para compras de material bélico.

Con objetivos más acotados pero también entendiendo que el mediano plazo tiene que ser una variable a incorporar en el negocio bilateral, los empresarios empezaron ayer a dialogar con sus contrapartes rusas. José Skowon, consultor de comercio exterior, comentó que “hay un mercado importante para la venta de vino a granel y de vino de entre 1 y 2 dólares”. En el otro extremo se ubican los vinos de primera gama, que en los restaurantes se encuentran por 150 dólares. En rigor, Argentina tiene tradición en la colocación de este producto en Rusia: la provincia de San Juan fue pionera y ahora Mendoza exporta los dos tercios de su producción de vinos a granel a este país.

Marcelo Barceló, representante de la Asociación de Productores y Exportadores de Frutas Frescas de Mendoza, también se mostró optimista en la posibilidad de ampliar la venta de peras y manzanas. Río Negro ya consolidó un mercado en este destino y ahora avanza en mejorar la calidad porque la demanda rusa está teniendo más poder adquisitivo y exige más.

En otras mesas de negocios, Carlos Bonfiglio, de Síntesis Química, se entusiasmó con el interés por fertilizantes biológicos y los proveedores de software para locutorios confiaban junto con los fabricantes de kits para GNC en dar la puntada inicial de inminentes negocios.