Jue 11.07.2002

EL PAíS

Un emisario de Bush con instrucciones de callar

Otto Reich no hizo avanzar en nada la ayuda de EE.UU. a la Argentina.

El presidente Eduardo Duhalde recibió ayer en su despacho al encargado para América Latina del Departamento de Estado norteamericano, Otto Reich. Aunque el Gobierno aclaró de antemano que la reunión no estaba vinculada a las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI), ese tema no se pasó por alto y Duhalde solicitó, en particular, asistencia para dar una solución definitiva a la crisis del sistema bancario. El enviado de los Estados Unidos ratificó el respaldo de la administración de George Bush a la gestión duhaldista pero no dio ningún indicio concreto. Solo prometió “apoyo” para acelerar las tratativas con ese organismo de crédito. Además, destacó el “gesto” de Duhalde de adelantar las elecciones y aseguró estar “sorprendido” por esa decisión.
El encuentro entre Duhalde y Reich duró unos 45 minutos y no pasó más allá de los carriles formales que suelen tener ese tipo de reuniones. El norteamericano no vino especialmente a ver al argentino, sino en el marco de una gira que comenzó en Brasil e incluye también a Uruguay para palpar de cerca la magnitud de la crisis.
Una de las cosas que primero dijo Reich –y que los funcionarios del Gobierno se encargaron de enfatizar– fue que los Estados Unidos nunca había cuestionado la constitucionalidad del mandato de Duhalde, al punto que afirmó que en Washington habían recibido con “sorpresa” el anuncio del adelantamiento de las elecciones. De todos modos, no ocultó la satisfacción del Departamento de Estado por esa medida y destacó –según contaron fuentes oficiales– que con esa decisión Duhalde “puso los intereses de la Nación antes que los intereses políticos”.
“La reunión fue muy cordial y hubo una ratificación de los afectos recíprocos”, confió a Página/12 el embajador argentino en Washington, Diego Guelar, quien acompañó a Duhalde durante el encuentro. Los otros que participaron fueron el canciller Carlos Ruckauf; el secretario de Relaciones Internacionales de la Cancillería, Jorge Faurie; y el vocero presidencial, Eduardo Amadeo. Reich concurrió a la Casa Rosada junto al embajador de los Estados Unidos, James Walsh; el director de la Oficina para Asuntos de Brasil y el Cono Sur del Departamento de Estado norteamericano, Gerard Galucci; y el consejero político de la embajada, Michael Matera.
Lo que Reich escuchó de boca de Duhalde fue un cuadro sobre la “dura situación” que atraviesa en el Ejecutivo a partir del “desgaste y el costo político” de su gestión como consecuencia de la crisis económica y un planteo sobre la necesidad de solucionar los problemas del sector bancario, para lo cual le pidió colaboración. Frente al reclamo, Reich -quien más tarde almorzó con el ministro de Economía, Roberto Lavagna, y otros funcionarios del Gobierno– prometió trabajar para acelerar las negociaciones con el FMI y valoró la importancia de la sanción de las leyes y los acuerdos con las provincias que reclamaba ese organismo.
Duhalde también describió “la sensación regional de que las prioridades de los Estados Unidos se habían distanciado de la región”, en línea con lo declarado en la reciente Cumbre del Mercosur. Reich trató de calmarlo: dijo conocer “muy bien a Bush” y le explicó que el presidente norteamericano tiene una “expectativa muy alta de que la región marche hacia el ALCA (Area de Libre Comercio de las Américas) y se avance en una interacción hemisférica”. En rigor, el ALCA es abstracto porque los Estados Unidos avanzaron en las barreras arancelarias.
Más allá de eso no hubo otra cosa. Como sintetizó un hombre del Gobierno, “Reich venía más a escuchar que hablar”. Eso, y decir que no tenía nada que decir, es lo mismo.

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