Vie 08.12.2006

EL PAíS  › CHAVEZ LLEGO A BUENOS AIRES Y HABLO DE DARLE UN “NUEVO REIMPULSO” A LA RELACION

“Quieren armar una tormenta en un vaso de agua”

Luego del conflicto que terminó con la separación de su embajador, el recientemente reelecto presidente de Venezuela llegó ayer en una breve visita con el objetivo de normalizar su vínculo con Néstor Kirchner. Apenas llegó, Chávez dijo que quienes buscaban distanciarlos eran “sectores de la derecha argentina”.

› Por Martín Piqué

“Vamos a darle un nuevo reimpulso a la relación bilateral y a la unidad de Sudamérica.” Portando una de sus clásicas sonrisas, Hugo Chávez aclaró de entrada cuál era el objetivo de su visita relámpago. Fue una de las primeras frases que lanzó ayer a la tarde en la zona militar del Aeroparque. Su respuesta reflejó la actualidad llena de contradicciones del eje Caracas-Buenos Aires. “En lo económico está todo bien, pero hay malestar político y diplomático”, resumió a Página/12 un venezolano que vive en la Argentina y conoce los detalles de la relación. El diagnóstico explica por qué Chávez usó la palabra “reimpulsar” para explicar el sentido de su estadía. Para que algo deba volver a impulsarse antes tuvo que sufrir un estancamiento. Y eso es lo que pasó en los últimos meses con el vínculo entre Kirchner y Chávez. Uno de los problemas, aunque no el único, fue el incidente con el ahora ex embajador Roger Capella. “Es un tema absolutamente cerrado. Pronto habrá un nuevo embajador”, anunció Chávez. Luego acusó a los sectores que estarían intentando distanciarlo de Kirchner. “Son las viudas del menemismo, de cuando la Argentina estaba esclavizada. La oligarquía criolla subordinada al imperio.”

Apenas puso un pie en la pista de aterrizaje, el presidente venezolano desplegó todos sus recursos, desde su histrionismo hasta su liquidez en divisas, para mostrar que venía dispuesto a despejar cualquier conflicto en el vínculo con la Argentina. Además del anuncio sobre el salvataje a SanCor, dedicó una buena parte de su contacto con la prensa a desmentir que él hubiera enviado a Luis D’Elía a la embajada de Irán para solidarizarse por el pedido de captura contra ocho ex funcionarios de ese país. “Hay un intento de la derecha argentina de tratar de armar una tormenta en un vaso de agua. Inventaron una ridiculez del tamaño del sol. Que yo había mandado a alguien a la embajada iraní. ¿Sabe de dónde vienen esas instrucciones? ¡De Washington, compadre! Quieren alterar nuestras relaciones pero no lo van a lograr”, replicó a puro fervor.

El retiro de Capella y la situación que se abrió con el dictamen del fiscal Alberto Nisman por el caso AMIA, que acusó del atentado a una administración anterior al actual gobierno de Irán, aparecieron más de una vez en la charla con los periodistas.

–¿Qué opina del pedido de captura contra un ex presidente de Irán? –le preguntaron a Chávez.

–Lo que dije hace un rato es lo que puedo repetir. Hay sectores interesados en que la relación entre Argentina y Venezuela se deteriore. Entonces inventan cualquier cosa y yo lo que hago es reírme. Porque es ridículo que yo le mande un mensajero a la embajada. Si yo no lo necesito. Es la oligarquía criolla subordinada al imperio norteamericano.

La delegación venezolana venía preparada para hablar del tema. De hecho, en los últimos meses, en el gobierno venezolano comenzaron a hablar de una avanzada del Consejo Judío Mundial de Nueva York y de otros grupos que vinculan al ex secretario de Estado norteamericano, Henry Kissinger, para presionar a las Cancillerías de los países del Mercosur. Según esa visión de los chavistas, el lobby de estas instituciones está intentando aprovechar la cercanía de Venezuela con Irán (en este año firmaron acuerdos bilaterales y Teherán instalará 76 industrias en territorio venezolano) para provocar una grieta con los presidentes de la región.

Chávez llegó a Buenos Aires con una delegación numerosa de ministros y jefes militares. Sus acompañantes eran tantos que parecía seguirlo todo su Gabinete. Del avión oficial de Venezuela bajaron el canciller Nicolás Maduro, y los ministros Rafael Ramírez (Energía y Minas), Nelson Merentes (Finanzas), José Kahn (Industrias Básicas), Elías Jaua (Agricultura y Tierras), María Cristina Iglesias (Industrias Ligeras y Comercio), William Lara (Información) y Yadira Córdoba (Ciencia y Tecnología). En la pista los recibieron el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli; el canciller Jorge Taiana y el titular del Occovi (el ente controlador de peajes), Claudio Uberti, un hombre que conoce al detalle los acuerdos económicos con Venezuela. Tras su contacto con la prensa, Chávez se encerró en una sala VIP para charlar con Taiana, Parrilli y Uberti.

Durante su contacto con la prensa, Chávez recurrió de nuevo a uno de sus latiguillos de siempre, el tema energético y la posibilidad de crear el Gran Gasoducto del Sur. Para hacerlo no se privó de hacer lo que sonó como una crítica a la política energética argentina. “Ustedes son argentinos. Ustedes no tienen reservas de gas. Es posible que lo tengan pero nunca invirtieron. Lamentablemente, Argentina no ha conseguido reservas de gas y eso pone en riesgo el futuro del desarrollo argentino de energía. Afortunadamente, nosotros tenemos en Venezuela una de las más grandes reservas de gas del continente”, dijo con la soltura de un especialista. Fue su manera de introducir de nuevo la posibilidad de construir el Gasoducto, al que en la Casa Rosada no ven demasiado factible.

Pícaro, Chávez aprovechó el contacto con la prensa argentina para explicar por qué sería necesario realizar una obra fastuosa, cuyo costo se estima en 23 mil millones de dólares. “El tema del gasoducto había pasado a un segundo plano por las elecciones pero ahora que Lula y yo ganamos, volvemos para tratar de traer gas hasta Buenos Aires”, aseguró. En los últimos meses, la factibilidad de la inversión había sido discutida por varias figuras públicas, como el ex presidente de España Felipe González, de excelente relación con los funcionarios kirchneristas. Chávez pareció tomar cuenta de eso y actuar en consecuencia.

Rodeado de sus infaltables guardaespaldas, el mandatario venezolano tampoco eludió los elogios para Kirchner, al que le agradeció por recibirlo como “presidente reelecto”. Cuando le preguntaron si Kirchner lo había apoyado durante la campaña presidencial venezolana que terminó el domingo, Chávez quiso despejar cualquier duda. “¿Quién te dijo que no me apoyó? –respondió con una sonrisa en tono campechano–. Me apoyó toda mi vida, tuve el apoyo extraordinario de Néstor Kirchner, igual que de Lula.” Pero allí no terminaron los elogios para el mandatario argentino. También citó varios indicadores sociales y económicos de la Cepal para destacar el crecimiento de Argentina y Venezuela. “Nuestros dos países son campeones en el crecimiento y en la reducción de la pobreza. Son los que más han reducido la pobreza en los últimos cuatro años”, se entusiasmó.

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