EL PAíS › LA ASAMBLEA DE LA UBA INTENTARA HOY ELEGIR A SU RECTOR
La convocatoria es a las 9, en el Congreso de la Nación. Habrá un operativo policial “disuasorio” con el objetivo de impedir que la FUBA y los “docentes autoconvocados” impidan la sesión. Si los 236 asambleístas consiguen reunirse, un acuerdo armado por los decanos buscará consagrar a la fórmula que integran Ruben Hallú y Jaime Sorin, como nuevos rector y vice de la UBA. En estas páginas, tres opiniones explican las diferentes posturas en debate.
OPINION
Por Jaime Sorin, Hugo Trinchero, Jorge Aliaga y Federico Schuster *
Hoy la UBA elige algo más que rector. Los fracasados intentos anteriores de realización de la asamblea y la crisis que atraviesa la universidad son la muestra evidente de que estamos ante una opción clara: construir el camino de institucionalidad para que la UBA pueda repensarse a sí misma y reformar los aspectos de su estatuto que impiden los cambios que la educación superior actual necesita o mantener la parálisis de estos meses que ha perjudicado especialmente a sus trabajadores y a los estudiantes.
La realización de la asamblea y la elección de autoridades no es otra cosa que el punto de partida para que la universidad pueda crear las condiciones que garanticen la continuidad institucional, de modo de iniciar un debate que conjugue nivel académico, honestidad intelectual y la fundamental responsabilidad política.
Quienes adherimos al Espacio 4 integrado por los decanos y asambleístas de las facultades de Arquitectura, Ciencias Exactas, Filosofía y Letras y Ciencias Sociales sabemos perfectamente lo que está en juego en la UBA. Por eso hemos presentado un programa de gobierno que consideramos el puntapié inicial para que la UBA pueda realizar las reformas que necesita y pueda ponerse a la altura de lo que la sociedad le está demandando desde hace ya tiempo.
Nuestro espacio está trabajando desde hace meses en un proyecto de estatuto que se planteará como un verdadero programa de transformación institucional de la universidad y que permitirá avanzar en su democratización, superar los anacronismos que la atraviesan y proyectar un cambio sustantivo en los niveles de la enseñanza, la investigación y la extensión de una universidad pública, masiva y de calidad. Estamos comprometidos seriamente en una reforma que aborde de una vez por todas cuestiones estructurales de la institución universitaria a partir de una concepción político-académica rigurosa y comprometida.
Pero sabemos muy bien –porque conocemos la universidad– que estas reformas sólo podrán llevarse adelante con una UBA en movimiento, con funcionamiento institucional y con capacidad de decisión y discusión política. Este espacio de cuatro facultades se fue conformando en el escenario abierto por la convocatoria de la asamblea. Tuvimos un programa propio, construido colectivamente, y un candidato que representaba nuestro proyecto para la UBA. Alcanzamos nuevos acuerdos y convocamos a todos a un diálogo franco y abierto. Sin embargo, la negativa al diálogo de la FUBA frustró no sólo la posibilidad de ese escenario, sino también la de poner en marcha un proyecto de universidad que constituía una excelente salida a la crisis y un camino a la democratización.
La parálisis en la cual ingresó la UBA, el rechazo al diálogo de algunos sectores y nuestra responsabilidad institucional nos llevaron a buscar un camino que destrabara la situación y que creara una salida del estancamiento. Así fue que logramos este acuerdo, que es una alternativa responsable. El consenso alcanzado no borra la identidad que hemos construido y en la que seguiremos trabajando para llenar de contenido y de propuestas los espacios de debate del año próximo. Muy por el contrario: ha quedado demostrado en todos estos meses que nuestro Espacio de las cuatro facultades –a fuerza de trabajo, de diálogo, de debate, de honestidad y de responsabilidad– se constituyó en uno de los motores más sólidos dentro de la UBA.
Por todo lo expresado hasta aquí queremos dejar en claro que rechazamos las estrategias y estilos políticos que lo único que buscan es la profundización de la crisis de manera irresponsable y que disentimos profundamente con los estilos facciosos y autoritarios que, haciendo primar la coacción física, obstaculizan la construcción de escenarios de debate político-académico democráticos.
La crisis de representación que afecta al conjunto de los actores universitarios –autoridades, consejeros, movimiento estudiantil y organizaciones gremiales– no es nueva. El año 2001 dio visibilidad a esa crisis y al atraso en el que se encuentra la Universidad de Buenos Aires desde hace ya muchos años. Pero este diagnóstico no implica quitar responsabilidad a los representantes, elegidos legítimamente, en la toma de decisiones en esta etapa.
Como representantes tenemos por delante algunas metas inmediatas que, justamente por ser prioridades para nosotros y porque no renunciamos a ellas, están incorporadas al Programa de Consenso para el Gobierno de la UBA. Nos referimos fundamentalmente a: inmediato aumento del presupuesto universitario; renta para los docentes ad honorem; inversión en infraestructura y equipamiento; reforma del estatuto; redefinición de la organización de la UBA; debate sobre las formas y los mecanismos de representación de los claustros en el gobierno; ampliación de ciudadanía universitaria; fortalecimiento del rol social de la Universidad; distribución interna justa de los fondos de la UBA; una política integral de planificación en el uso de los recursos comunes; una política académica que facilite el encuentro entre las facultades; una activa política de concursos docentes; discutir la institucionalización del CBC y llevar adelante una profunda transformación académica de éste con participación de todos los claustros; establecer mecanismos de vinculación con el nivel medio; promover la gratuidad de los doctorados y posgrados de formación académica; aumentar el financiamiento para la investigación; alentar la conexión de la investigación con la enseñanza y la extensión; redefinir el programa de categorización de docentes-investigadores; brindar especial importancia a la política de extensión y ponerla en plano de igualdad con la investigación y la enseñanza; establecer una sólida política de becas estudiantiles; crear un área de coordinación de salud, en el ámbito del Rectorado, que concentre la gestión de los hospitales y propender a la integración de éstos con el sistema de salud estatal; defender y recuperar el Hospital de Clínicas, tanto por su carácter de Hospital Escuela como por el servicio social que presta; defender la autonomía universitaria y asumir al mismo tiempo un compromiso firme con el destino del país y de su pueblo; asumir una posición de cooperación y solidaridad con el conjunto de las universidades nacionales del país; reclamar la modificación de la actual Ley de Educación Superior y participar de los debates en torno de la redacción de un nuevo instrumento legal; demandar una profunda transformación de la Coneau, así como de los mecanismos y criterios del sistema y promover el diálogo directo con los consejos directivos de todas las facultades de la UBA.
El consenso al que arribaron la mayoría de las facultades no es para este Espacio el último, sino el primer paso indispensable. Tenemos por delante debates y problemas universitarios de envergadura que reclaman la participación del conjunto de los actores que desde la transición democrática para acá están trabajando en la docencia, la investigación y la extensión y que cuentan hoy con nuevas y mejores herramientas para pensar y transformar la UBA. Es por esto que convocamos a aquellos que se sientan partícipes de la necesidad de este cambio a que adhieran y apoyen la realización la asamblea universitaria que ha sido convocada en el Congreso. La sociedad que sostiene con su trabajo cotidiano la educación superior nos está mirando. Demos, entonces, el paso que le permita a la UBA cumplir con las funciones para la que fue creada.
* Respectivamente, decanos de Arquitectura, Filosofía y Letras, Ciencias Exactas y Ciencias Sociales.
OPINION
Por Inés Izaguirre *
Hemos llegado a una situación política en la conducción de la universidad donde la única salida visible, vestida de izquierda, es el inmovilismo. Desde una situación activa, donde la movilización estudiantil de la FUBA logró impedir la asunción de un rector con un pasado oscuro, y por ello fue patoteada y golpeada a la vista de todos, la posterior evolución de las reuniones del Consejo Superior mostró la formación de una fuerza de oposición que reunía a cuatro decanos, graduados y estudiantes. Desde un punto de vista político era una situación inmejorable, porque frente al establishment de la UBA, donde fueron decantando a lo largo de los años las peores alianzas que incluían desde el colaboracionismo abierto, hasta los silencios y la complacencia encubierta con el orden cívico-militar, encubridora de la comunidad de negocios constituida en dictadura y proseguida en democracia, había logrado formarse una fuerza, minoritaria pero real, de oposición democrática con proyección hacia el futuro. Incluso esa fuerza embrionaria logró tener un candidato de calidad científica universitaria con proyección internacional, que tenía además una tradición de lucha desde la izquierda: Alberto Kornblihtt. Pero, en la mejor tradición rupturista y de incapacidad política de algunas fracciones que están conduciendo al movimiento estudiantil de la FUBA, ni ese candidato ni ninguno de los que le siguieron, por más que algunos mostraron capacidad de diálogo y respeto por la dirigencia estudiantil de oposición y, sobre todo, compromiso con la convocatoria a la asamblea universitaria y con la discusión del estatuto, fueron aceptados. El resultado es, hasta hoy, el inmovilismo y en un futuro próximo una salida burocrática a la que se ha llamado “consenso”. Las fracciones políticas que conducen al movimiento docente-estudiantil de oposición no aceptan ninguna solución que no sea la propia, aunque no sean mayoría. Tienen la fuerza material suficiente para impedir, no para construir. Se ha logrado destruir aquella alianza de los cuatro decanos, con sus profesores –muchos de los que no tenemos representación los apoyábamos–, con sus graduados y estudiantes y empujarlos a sumarse al resto o a desaparecer, porque perdieron la articulación con esas bases, y la dirigencia de la FUBA los desconoció siempre. Ese conjunto, que los compañeros autoconvocados llaman “pacto” –que ha sido construido por nuestra propia intransigencia, y me asumo parte de ella porque confié en que el movimiento de oposición tendría mayor capacidad política y no trabajé para impedir la estulticia– ha terminado elaborando el documento de los doce decanos, un texto sin fuerza, políticamente correcto, donde los que hablan no son los miembros de aquella fuerza embrionaria, sino el establishment, que son la mayoría. Sé que varios de los docentes autoconvocados conducen políticamente a la FUBA, y estoy tratando, junto con otros compañeros que en estos días se han expresado en el mismo sentido, de iniciar un proceso de autocrítica entre quienes no compartimos esa intransigencia negadora de la política. Varios compañeros docentes de izquierda han apoyado esta carta en las listas de docentes, otros lo han hecho privadamente, porque temen sufrir represalias desde la “izquierda establecida”, como la llaman. Como me dijo hace días un investigador: la conducción de la FUBA ha transformado la táctica en estrategia. Pregunto ¿cuál es la salida ahora? ¿Una vez más el “derrumbe” que no llega, porque no hay nada más fuerte que una burocracia institucional de larga data, aunque esté desgastada? ¿O una “salida” que nadie desea, apta para seguir sosteniendo “somos los mejores”?
* Socióloga, profesora Ciencias Sociales (UBA). Una versión previa del texto se envió a los docentes de Sociología el mes pasado.
OPINION
Por Agustin Vanella *
Pasaron más de siete meses y es muy difícil seguir sosteniendo la falacia de que la Universidad de Buenos Aires se encuentra semiparalizada y en crisis por el accionar de los estudiantes de la FUBA. Las cámaras de TV mostraron por dentro la vergüenza del Hospital de Clínicas. Hay más de diez mil docentes que trabajan gratis desde hace años. Las facultades de Ciencias Sociales y de Psicología funcionan en edificios donde ir a estudiar es poner en riesgo la vida. Los títulos de grado sirven cada día para menos y obligan a miles de estudiantes a cursar posgrados con elevados aranceles. No hay un verdadero plan de becas ni se invierte en comedores universitarios. Y el CBC opera como un gran filtro para achicar, año a año, la matrícula estudiantil. La crisis de la UBA es tan grande, tan presente y tan elocuente que ya nadie puede tapar el sol con las manos.
Los estudiantes de la FUBA, junto a los docentes y a las comisiones internas opositoras de los no docentes, sólo la hemos puesto de manifiesto. Hemos puesto el dedo en la llaga de esta crisis y hemos propuesto un camino alternativo al que hace años la UBA viene transitando.
Hemos propuesto que dejen de ser menos de 700 integrantes de las anquilosadas camarillas profesorales los que sigan decidiendo los destinos de la UBA y que puedan reformarse los estatutos y elegir en forma directa al rector de nuestra universidad. Hemos propuesto que dejen de ser los mismos que votaron por diceciséis años a Shuberoff los que sigan decidiendo el destino de cientos de miles.
Es mentira que los estudiantes y la FUBA sólo sabemos impedir y que no tenemos propuestas. Tenemos propuestas y son bien claras, y acaban de ser refrendadas con el voto mayoritario de los estudiantes. Reformar los antidemocráticos y obsoletos estatutos de la UBA, reclamar la triplicación del presupuesto universitario, dar renta a los más de diez mil docentes ad honorem, la gratuidad de los posgrados y la eliminación de la correlatividad en bloque del CBC, entre otras medidas, son el primer paso para sacar a la UBA del gigantesco pozo en que la hundieron sus rectores y los gobiernos durante los últimos años. Esta es la propuesta de la razón. Esperemos que no vuelva a imponerse la fuerza. Porque cada vez que se quisieron imponer con la fuerza, nos fue muy mal. La Asamblea Universitaria convocada en forma ilegal para hoy, violentando la autonomía universitaria, y convocando a las fuerzas de seguridad y patotas privadas para garantizarla, puede volver a imponer con la fuerza, pero nunca tendrá la razón.
* Consejero superior estudiantil de la UBA, dirigente de la FUBA, miembro del MST.
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