Mié 20.12.2006

EL PAíS  › PIDEN JUICIO ORAL PARA EL CURA REPRESOR CHRISTIAN VON WERNICH

Una sotana muy cerca del banquillo

El juicio se realizaría en el primer semestre del año próximo. Será juzgado por siete homicidios y 45 privaciones de la libertad y torturas.

› Por Alejandra Dandan

La causa contra el capellán Christian Federico Von Wernich entró en la recta final. El fiscal federal de La Plata Sergio Franco pidió ayer la elevación a juicio oral. Si el pedido prospera, el cura que intervino como capellán de la policía de la provincia de Buenos Aires durante la última dictadura y como asesor espiritual de los grupos de tareas locales será juzgado por su participación en siete homicidios calificados y 45 hechos de privación ilegal de la libertad y torturas, como el caso de Jacobo Timerman o Jorge Papaleo. El juicio se haría en el primer semestre del año próximo, duraría tres meses y serían convocados 150 testigos.

La prueba documental está sostenida en un cúmulo de testimonios de ex funcionarios, ex miembros de las fuerzas de seguridad de la última dictadura, sobrevivientes de los campos, familiares de los muertos y documentos escritos de Von Wernich. Con estas evidencias, el ministerio público considera que existen elementos suficientes para sostener que el cura concurría asiduamente a algunos “centros clandestinos de detención”, “accedía” a las víctimas y, además, “imponía tormentos principalmente psicológicos y morales a los prisioneros”.

En ese sentido, el expediente tiene un texto clave para entender el rol del capellán dentro de los centros y en su trabajo de asistencia espiritual a los represores. El párrafo lo escribió el fiscal Félix Crous cuando lo denunció penalmente por desplegar “una actividad física voluntaria y consciente, dirigida directamente a procurar a quebrar la voluntad de las víctimas, obtener información, procurar el silencio de las víctimas y sus familiares, desalentarlos de que buscaran ayuda”.

Uno de los casos emblemáticos es el de las víctimas del llamado “Grupo de los Siete”, un grupo de ex militantes Montoneros detenidos y secuestrados ilegalmente en la Brigada de Investigaciones de La Plata y, luego, ejecutados.

Según los datos, el grupo estaba “bajo un régimen especial que les permitía salir del lugar” y se le había prometido sacarlos del país rápidamente: tres irían a Uruguay, tres a Brasil y uno a Chile. Von Wernich se reunió con los familiares para decírselos y pedirles dinero “en dólares” para los pasajes. Los familiares cubrieron los gastos pero los represores nunca cumplieron su parte.

El padre de una de las víctimas le escribió unas líneas al capellán, y él le contestó.

“Estimado Sr. Moncalvillo: he recibido su carta y recién hoy puedo contestarla puesto que he estado en un retiro toda esta semana. En cuanto a su inquietud sobre el Mono, nada nuevo puedo agregar yo, puesto que como Uds. desde el momento mismo que se fueron no hemos sabido nada de nada. Y también sucede lo mismo con los otros integrantes de ese grupo. Todos los días pido a Dios que nos dé una luz para entender lo que ha pasado y más que nada para que Uds. encuentren en El toda la esperanza....”

El hijo de Domingo Moncalvillo fue asesinado con otras seis personas: María Magdalena Mainer, Pablo Mainer, Cecilia Idiart, María del Carmen Morettini, Liliana Galarza y Nilda Susana Salomone. Lo que sucedió con ellos, las hipótesis de quiénes hicieron esos viajes o la intervención del cura en sus muertes forman parte del expediente. Uno de esos aportes fue el de Julio Emmed, un ex policía de la provincia que participó de los grupos de tareas y declaró en 1984 ante la Conadep. Según dijo, el cura “se manchó con sangre de los detenidos durante el operativo y que, tras las ejecuciones, felicitó al personal que había participado en ellos y los bendijo”.

Esa especie de presencia siniestra o, como la llama el expediente, “horrorosa” de Von Wernich es una de las constantes de la causa elevada. Prueba de ello son los testimonios de María Cristina Bustamante, quien reconoció a Von Wernich entre los represores del Destacamento de Arana. Y el testimonio de Luis Velazco, ex detenido desaparecido. Velazco fue una de las personas que le vio la cara. El se negaba a sacarse las vendas y fue el mismo cura quien se las quitó.

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