EL PAíS › ESTATALES, JUDICIALES Y MEDICOS SE SUMARON A LA PROTESTA DOCENTE EN NEUQUEN
› Por Martín Piqué
Desde Neuquén
Una plaza en la Patagonia debe tener una estatua. Y esta ciudad no podía ser la excepción. La estatua tiene 53 años, exalta la gallarda y marcial figura de Julio Argentino Roca. “Civilizador del desierto”, reza la inscripción en piedra. Está justo enfrente de la Gobernación, un edificio gris que ocupa una esquina y parece un cuartel de policía o un castillo por las almenas del techo. En otras épocas, los arqueros solían aprovechar esas troneras para disparar flechas sobre eventuales agresores. Pero aquí no hay bárbaros en las puertas del palacio, sólo docentes. También médicos. Y desocupados, jóvenes, enfermeros, empleados estatales y afiliados al sindicato de ceramistas. Protegidos con camperas y polares del famoso viento de la Cordillera, los manifestantes exigen la renuncia del gobernador Jorge Sobisch. “La casa de Gobierno está sitiada”, advirtió a Página/12 la maestra jardinera Narzi Wide. Por la noche, el gobernador reiteró que no piensa renunciar y defendió su orden de reprimir a los docentes que derivó en la muerte de Carlos Fuentealba. “Volvería a tomar las mismas decisiones”, subrayó.
La estatua de Roca y la puerta principal de la Gobernación tienen algo en común. Están manchadas. Al prócer de los estancieros le agregaron una palabra con tinta blanca de corrector escolar: “Asesino”. A la puerta que solía usar Sobisch para llegar a su despacho (desde el crimen de Fuentealba las reuniones de gabinete se hacen en su residencia) la pintaron de negro. La entrada está llena de afiches del gremio docente. Los carteles también son negros y cargan una sola consigna: “Las tizas están ensangrentadas por el fusilamiento de un compañero”. En toda la esquina de la Casa de Gobierno se repiten los graffiti dedicados al gobernador. Los hay dolorosos, otros cargados de bronca, algunos políticamente incorrectos. “Renunciá”, “fusilador”, “váyanse todos”, “asesinos”.
A tanta bronca, Sobisch respondió anoche reafirmando su postura. “Hice cumplir la Constitución y la ley”, dijo, en referencia a su decisión de reprimir, una medida que tomó “para que las minorías no manejen la provincia”. Y remarcó que no va a renunciar. “El pueblo de Neuquén me ha dado un mandato a través de las elecciones y no voy a renunciar ante un problema difícil”, dijo en el programa A Dos Voces, en medio de recriminaciones al presidente Néstor Kirchner y al ministro Aníbal Fernández, a quienes llamó “cobardes y miserables”.
La rabia de las pintadas contrasta con la postal campechana que muestra el acampe. Sentados en reposeras, como en un camping, los maestros toman mate, comparten la comida y conversan de la actividad que realizaron por la noche: una marcha de antorchas en conjunto con los demás gremios y los organismos de derechos humanos que coronó la jornada de protesta. Un camión cruzado sobre la avenida Roca transmite música por los parlantes. La voz de Mercedes Sosa irrumpe con la “Chacarera del olvidao”, del santiagueño Duende Garnica. Hay banderas de ATEN en lucha, del MST, PTS, PCR, Barrios de Pie, Zanon. Otra que dice “Santa Cruz, Salta y Neuquén. Plan de lucha nacional”. Justo en la esquina de la Gobernación, colgada de la chapa de la calle, se ve una pancarta hecha a mano dedicada al MPN de Sobisch y Jorge Sapag. Dice “45 años gobernando, un Mismo Partido en Neuquén. Basta”.
Dos mujeres conversan en la ochava de la calle La Rioja. Una mano anónima escribió allí los apellidos de Videla, Sobisch y Lara (Jorge, el superministro que desde el martes reúne bajo su mando las carteras de Gobierno, Educación y Justicia). Las mujeres están sentadas en la vereda, debajo del escudo de la provincia salpicado con pintura negra. Son maestras jardineras de Neuquén capital. “Entre los docentes nos sentimos muy unidos. Si alguien no estaba de acuerdo, lo que pasó con este chico consolidó el planteo inicial”, dice Narzi Wide, 44 años y una hija. “Ahora esto es una cuestión de justicia. Queremos la renuncia de Sobisch y el cambio del nuevo secretario. No nos gusta la figura del señor Lara”, asegura Silvia Inostroza, de 35.
Entre la solidaridad
y el escepticismo
Entre las quinientas personas que mantienen sitiada la gobernación –muchas sentadas, otras deambulan por la calle o la plaza– se ven unos cuantos guardapolvos blancos. No son docentes, son trabajadores de la salud. Uno de los más movedizos parece ser el médico clínico César Dell’Ali, presidente de la Asociación de Profesionales del Hospital. Recibido en la Universidad de Rosario, Dell’Ali se mudó a Neuquén hace mucho. “Mi sueldo es de tres mil pesos base. A veces llego a tres mil novecientos con cinco guardias semanales. Pero un médico recién ingresado gana dos mil cien. Así no podemos mantener a nadie en el sistema público”, se queja.
–En la marcha del lunes hubo treinta mil personas. Hoy ya no se ve tanta gente –pregunta Página/12.
–Yo quiero ser optimista. El problema es que uno tiene que asumir la problemática de la sociedad en la que vive. Todos estos años de individualismo, aislamiento e interés por lo propio dejaron su huella.
Un Renault 12 con la sigla de ATEN para en medio de la calle. Del auto se bajan varias mujeres, entre ellas una morocha de aire decidido que se presenta como Silvia Venero, secretaria adjunta del gremio docente. Se la nota un poco más confiada que al médico. “Como nos estamos quedando todos los días, la gente va cambiando. Ahora se ve un tercio de la gente que está participando. Tuvimos dos o tres días de frío. Nos dividimos en tres turnos: mañana, tarde y noche. La gente nos apoya y nos trae comida.”
Mientras el acampe suma otro día, la ciudad sigue con su rutina. Tras la rigurosa siesta, los neuquinos se abrigan para pasear delante de los comercios. Pero no todo sigue igual. Todas las paredes, muchas calles, algunos negocios de ropa exhiben el rostro sonriente de Fuentealba. Son graffiti, esténciles y afiches fotocopiados que llevan la consigna de las tizas y la sangre. El impacto que provocó el crimen del profesor de química también se nota en los kioscos de revistas. No tanto en la televisión. Si hay un lugar donde nada parece haber cambiado, es el aeropuerto. A la mañana, el primer vuelo de Aerolíneas aterriza lleno de turistas y empresarios, con un porcentaje importante de europeos y estadounidenses. En esas conversaciones rápidas en inglés o castellano con acento, la única preocupación era si el puente con Cipoletti estaba cortado.
La noche cae rápido y el frío se hace sentir. Los manifestantes dejan una presencia mínima en torno de la Gobernación y marchan por el centro de la ciudad. No llevan antorchas sino velas en vasitos de yogur. La procesión abarca varias cuadras y en parte se parece a las marchas del silencio que surgieron con María Soledad. “Juntamos cuatro mil personas”, se entusiasman los maestros. Para hoy tienen previsto realizar otra movilización a las 10. Será en recuerdo de los diez años del crimen de la empleada doméstica Teresa Rodríguez en aquella pueblada de Cutral-Có.
(Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux