EL PAíS • SUBNOTA
› Por Martín Piqué
Desde Neuquén
Al cumplirse una semana del crimen de Carlos Fuentealba, Neuquén parece estar acostumbrándose a la convivencia con el conflicto. Un conflicto que –por la tenacidad que muestran los docentes en reclamar la renuncia de Jorge Sobisch, como también por la inexistente disposición al diálogo de la administración provincial– podría quedar latente hasta la realización de las elecciones. La apuesta de Sobisch, aseguran otros actores de la política local, es aislar a los maestros para ir desgastando su posición ante el resto de la sociedad. Los maestros lo saben y por eso decidieron levantar los cortes de puentes interprovinciales. Hasta ahora han logrado el apoyo de los estatales y el personal de la salud, que están cumpliendo un paro de 72 horas. Desde ATEN aseguran que las protestas coordinadas tendrán su punto máximo el lunes, con un paro general de veinticuatro horas en toda la provincia.
Pero esa medida tendrá probablemente un obstáculo. El sindicato de petroleros privados de Neuquén, que comanda Guillermo Pereyra, no está de acuerdo con pedir la renuncia de Sobisch. El gremio de petroleros tiene muchísima importancia en esta provincia, donde se produce alrededor del 70 por ciento del gas y el 35 por ciento del crudo del país. La actividad de los petroleros neuquinos es estratégica para garantizar la provisión de energía en todo el país. Se trata de un motivo más que suficiente –aseguran en confianza algunos dirigentes que conocen mucho la política de esta provincia– para que el gobierno nacional no corte todos los puentes con el gobernador del Movimiento Popular Neuquino.
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