Sáb 21.04.2007

EL PAíS  › DECLARACION CONJUNTA DE ARGENTINA Y URUGUAY PARA EMPEZAR A DIALOGAR SOBRE LAS PASTERAS

El primer capítulo de una nueva historia

Después de tres días de negociaciones, los cancilleres Jorge Taiana (Argentina) y Reinaldo Gargano (Uruguay) estamparon su firma en una declaración conjunta, en la que destacan que “han restablecido el diálogo directo”. Un primer encuentro técnico se realizará en mayo, en Nueva York.

› Por Irina Hauser

Quizás el síntoma más contundente de que los tres días de conversaciones habían dado sus frutos fue la cara de alegría del facilitador nombrado por el rey de España. Juan Antonio Yáñez Barnuevo, un hombre de lo más discreto, bajito y con barba canosa, estaba visiblemente emocionado y sonriente. Parado entre los cancilleres de Uruguay y Argentina, los agarró de la mano y se las levantó, juntándolas, en un gesto de triunfo. Los dos países acababan de firmar una declaración conjunta que anuncia que “han restablecido el diálogo directo” y fija un temario que flexibiliza sus pretensiones de máxima en el conflicto por la instalación de la papelera de Botnia. A partir de aquí negociarán sobre el impacto de la planta. Ya acordaron que en mayo será el próximo encuentro, probablemente en Nueva York.

La firma de lo que dieron en llamar “Declaración de Madrid” fue una ceremonia silenciosa, sin presentación alguna, de la que participaron los jefes políticos de las dos delegaciones junto al facilitador. La atmósfera acartonada se aflojó recién cuando estallaron los aplausos. El acontecimiento fue en el mismo salón señorial del Palacio de la Quinta de El Pardo donde habían transcurrido las reuniones propiciadas por la Casa Real. Delante de la mesa del acuerdo se erguía en el piso de madera un pomposo arreglo floral, bien típico de casamiento. Detrás se habían sentado, lapicera en mano, el jefe de Gabinete Alberto Fernández; el canciller Jorge Taiana, su par Reinaldo Gargano y el secretario presidencial oriental Gonzalo Fernández.

El texto convenido después de discusiones tensas, que por momentos se salieron de la delicadeza diplomática, establece que Argentina y Uruguay dialogarán en base a cuatro ejes que reflejan los puntos históricos de la discordia. La novedad es que los términos que utilizaron en la redacción dejan a la vista qué es lo que cedió cada uno como para posibilitar el acercamiento de posiciones:

u Hablarán, dice el temario, sobre la “localización” de la planta de Botnia y otras “cuestiones relacionadas” con ese “proyecto”. Los funcionarios argentinos aceptaron archivar el prefijo “re” y dejar de usar la palabra “relocalización” a cambio de que la agenda incluyera sí o sí uno de los items más sensibles: la discusión sobre la ubicación de la pastera. Creen que esto ayudará a descomprimir los ánimos en Gualeguaychú, pese a que es una forma tácita de admitir que la fábrica no se mudará de Fray Bentos y empezará a operar entre agosto y septiembre, según anunció la empresa. Es evidente que la negociación de fondo correrá por otros carriles.

u Se debatirá sobre “la circulación por las rutas y puentes que unen a los dos países”. Aquí Uruguay impuso una mención sobre su reclamo por los bloqueos de los ambientalistas en los pasos fronterizos, pero le concedió a la Argentina evitar que el documento dijera “cortes” o algún sinónimo. De este modo, no se habla de levantarlos ni nada por el estilo. En el equipo de la Casa Rosada se daban por contentos con haber iniciado un diálogo habiendo corte permanente en Gualeguaychú y esporádico en Colón y Concordia, contra la prédica de Tabaré Vázquez.

u “La aplicación del Estatuto del Río Uruguay” será otro asunto de los más delicados a tratar que se avecinan. Para los uruguayos implica admitir que hay un entuerto de esencia jurídica. Para Argentina equivale a sostener la esencia de su demanda ante la Corte Internacional de La Haya, donde acusó al país vecino de haber violado el tratado del río compartido al decidir en forma unilateral la construcción de la planta de Botnia. Los uruguayos, de hecho, insinuaron la posibilidad de dejar esa instancia internacional de lado y los argentinos se hicieron los distraídos. La mención del tratado implica la posibilidad de revisar el marco jurídico vigente para poner un límite a la producción de la papelera finesa y dar garantías de que un conflicto como éste no se repetirá. Pero esto es sólo una idea muy a largo plazo: impulsarla ahora sería admitir que la pastera no se va.

u El último punto está ligado al anterior: abre el debate sobre “la protección ambiental del río Uruguay y la promoción del desarrollo sustentable de sus áreas de influencia”. Tiene que ver con que los delegados de Tabaré sugirieron firmar un tratado bilateral, paralelo al del río Uruguay, que instaure un sistema de protección ambiental recíproca. Pero se vuelve a lo mismo: para los argentinos, es un camino posterior y por ahora se aferran al estatuto vigente. Entretanto, se seguirán estudiando otros recursos para evitar la contaminación.

El jamón del reencuentro

Con todos estos vericuetos planteados, se produjo finalmente el reencuentro en el recinto principal, revestido de papeles pintados con dibujos de cortinas, que datan de los reinados de Fernando VII e Isabel II. Para celebrar, salieron todos a un espacio abierto en el ingreso a la Quinta, donde bebieron vinos y jugos y picaron un poco de jamón ibérico con variedad de quesos, diría el menú. Alberto Fernández aseguró que “se abrió una puerta muy importante” después “de un año de necedades y discurso altisonante”. “Habíamos tomado la peor de las carreteras”, agregó, consustanciado con la jerga local, “que es hablarnos por los diarios”. “Lo que más feliz me hace es que hayamos podido hablar de todo”, dijo exultante. En medio de un remolino de micrófonos, el canciller Taiana recibió un llamado de felicitaciones del canciller español Miguel Angel Moratinos, uno de los principales interesados en que la gestión de buenos oficios no fuera un fiasco.

En la delegación argentina se respiraban aires de victoria. Parte del grupo había aterrizado en Madrid con una fuerte duda sobre la posibilidad de firmar un documento, por mucho diálogo que se recuperara. Menos creían que se pudiera llegar a hablar del lugar geográfico que ocupa la planta Orion de Botnia. A los uruguayos se los veía más aplacados. Conformes también. La realidad es que prácticamente fueron traídos de los pelos a Madrid a conversar. Moratinos los emplazó: puso fecha para la cita aún sin tener la confirmación de asistencia del gobierno uruguayo.

En ambas orillas se quedaron con la conciencia tranquila, ya que dejaron bien claro en el documento común que todo lo que se hable de ahora en más será “sin perjuicio de las posiciones adoptadas por las partes”. Al menos oficialmente mantendrán sus pedidos de máxima: Argentina, la relocalización de la pastera, y Uruguay, el levantamiento de los cortes de ruta. También puntualizaron que nada de lo que se diga en este diálogo recuperado podrá ser usado por ninguna de las partes para influir en el juicio ante la Corte de La Haya. Además, se juramentaron a no “adoptar medidas o actitudes que puedan profundizar las diferencias o incrementar las tensiones”.

El Fernández uruguayo contó que, en la cocina del documento, “sacar prefijos, sufijos y adjetivos facilitó el entendimiento”, aunque la reunión pareciera una asamblea universitaria. “Había que sacarle punta al lápiz para llegar a un acuerdo satisfactorio”, dijo. “Salimos del diálogo empantanado”, celebró. “Nos hemos dicho todo lo que teníamos para decir, pero ahora hay que ser realistas”, señaló con un guiño que muestra que la negociación se encamina hacia una salida intermedia. Gargano, con espíritu docente, resumió los puntos pactados y dijo estar lleno de “esperanza de que el diferendo pueda tomar un camino de resolución”.

Se va la segunda

Para dejar en claro el compromiso de negociar, las delegaciones pautaron un segundo encuentro, en el que se empezará a hablar en profundidad. No está establecido cuál será el tema de arranque. Se verá. El escenario, todo indica, estará entre los rascacielos de Nueva York, no sólo por razones de comodidad para el pacificador Yáñez, que vive allí por ser embajador de España en la ONU. También porque es territorio neutral y porque permite liberar por un rato a los españoles de toda esta pasta de la que, de todos modos, aseguran que no se despegarán por más que ya hayan logrado sentar a las partes. A Estados Unidos seguramente viajarán funcionarios técnicos, especializados en los temas legales y medioambientales. Los cancilleres se volverán a ver en la reunión del Consejo del Mercosur, también en mayo. Y colorín colorado, un nuevo capítulo de esta enrollada historia, recién ha empezado.

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