EL PAíS › MACRI Y KIRCHNER ACORDARON QUE SE DEROGARA PARCIALMENTE LA LEY CAFIERO
El Presidente y el jefe de Gobierno electo se reunieron en la Casa Rosada y resolvieron que la ciudad tenga su propia policía. Aunque Macri buscó distender la reunión, el encuentro fue frío y formal. Hubo alusiones futboleras. El líder del PRO se despidió de los periodistas de la Casa Rosada diciendo: “Me voy, a ver si todavía me quedo”.
› Por Diego Schurman
Predispuesto y formal. Flexible y frío. Ejecutivo y parco. Néstor Kirchner no trepidó en marcar diferencias con Mauricio Macri en su primer encuentro tras las elecciones porteñas. Pero eso no impidió que el Presidente y el jefe de gobierno electo llegaran a un acuerdo para que la ciudad de Buenos Aires tenga policía propia. La discusión sobre la composición y el financiamiento de la nueva fuerza sobrevendrá luego del 15 de agosto, una vez que se derogue parcialmente la norma que establece la autonomía porteña, conocida como Ley Cafiero. En tanto, se buscará avanzar sobre otros tópicos como el traspaso de la Justicia, el puerto y el ordenamiento del transporte.
Una frialdad cortante se apoderó de los primeros 10 minutos del encuentro en el despacho presidencial. Los bigotes de Alberto y Aníbal Fernández estaban más firmes que el par de granaderos de la antesala del despacho presidencial. Un alusión futbolera descomprimió por unos segundos el clima gélido.
–¿Qué pasa con Riquelme? ¿Se queda en Boca o se va? –le preguntó el jefe de Gabinete.
Macri, que llegó con la compañía de su vocero, Iván Pavlovsky, y el legislador electo Avelino Tamargo, blandió las dificultades para retener al 10 de la Selección. Entendió que el tema, tan caro al afecto de los presentes, lo habilitaba para el tuteo. Asomó entonces un “Néstor” de sus labios. Pero no encontró la misma apertura en sus interlocutores.
–Ingeniero, lo escucho –dijo un distante Kirchner, acelerando el paso hacia el motivo del encuentro.
Para ponerlo en el lenguaje de cancha, Macri tiraba un centro y el trío oficial le devolvía un cubito. De ahí en adelante, el “Néstor” fue reemplazado por el más sobrio “presidente”.
–¿Puedo leer un machete? –insistió informal en el inicio, con la mirada clavada en Kirchner. Inmediatamente, el visitante sacó un papel que lo ayudó en su exposición.
El tema de cabecera fue, tal como vino anticipando en los medios, el de la inseguridad. “Estoy realmente preocupado”, les manifestó sin perder el talante.
Macri reclamó el traspaso de la Policía Federal, que depende del Ministerio del Interior, y el control de la Superintendencia de Seguridad Metropolitana. “No es tan sencillo. Hay que entender que las provincias no están muy de acuerdo con que le pasemos 800 millones de pesos para financiar la Policía”, le dijo Kirchner.
El ahora ex diputado –presentó anteayer la renuncia a su banca– insistió con el tema. Alberto Fernández hizo lo propio con la respuesta oficial. “Nosotros pagamos a la Policía Federal, que es de todos, si le pagáramos a la ciudad, todos los gobernadores podrían reclamar lo mismo para sus provincias.”
–Pero ustedes manejan el Congreso– apuntó Macri.
–Este tema hay que resolverlo con los gobernadores– le retrucaron. Y como ejemplo de la complejidad del asunto, detallaron las históricas trabas que se presentan para modificar la Ley de Coparticipación.
Al promediar el encuentro, Macri dejó pagando a Fernández. Fue al revelar que por la mañana el jefe de Gabinete había conversado sobre el traspaso de la policía con la diputada macrista Paula Bertol. Aclaradas las cosas, y ante la insistencia de Macri, se fijó que el día 15 de agosto se dará luz verde al llamado traspaso, aunque quedará en estudio si se produce un traspaso real de la Policía Federal o se creará directamente una nueva fuerza.
En ese sentido, Macri puso sobre la mesa la necesidad de la derogación de la Ley Cafiero, aunque le recordaron que dejaría sin norma para regular la autonomía. Luego de un tire y afloje, convergieron entonces en la idea de simplemente reformular esa ley.
–¿No podemos aflojar esta reunión y hacerla más llevadera? –preguntó Macri en un momento ante la cara de piedra de los anfitriones. Esta vez logró algo de distensión.
No hubo alusiones a la reciente contienda electoral y las denuncias de campaña sucia. En la conferencia de prensa, el jefe de Gobierno electo reconoció, con una sonrisa pícara, el baño de hipocresía que tomaron todos. “Hicimos de cuenta que no hubo campaña”.
Aunque costó, Macri se llevo algo parecido a una felicitación. Fue cuando Kirchner le dijo: “Yo no creo que la gente se equivoque. Si lo han elegido la gente sabrá por qué lo eligió a usted”. El Presidente lo persuadió de iniciar conversaciones directas con el ministro de Planificación, Julio De Vido, para avanzar con las obras públicas de la ciudad, como por ejemplo la autopista ribereña. “Quédese tranquilo que vamos a trabajar juntos”, le manifestó. En cambio, delegó en Fernández la relación institucional con la Nación.
Se acordó comenzar a discutir el traspaso del Puerto y de la Justicia, aunque nada se dijo aún del Registro de la Propiedad Inmueble.
Macri hizo especial énfasis en la situación del Riachuelo. Aníbal Fernández le detalló que ya se removieron y sacaron 15 barcos que estaban hundidos.
–Lo que pasa es que además de hablar, hacemos –lo chicaneó el ministro del Interior.
El jefe de Gobierno porteño electo, quien se viene quejando desde hace rato por el raid mediático de “Los Fernández”, acusó recibo.
–Ey, vieeeejo, no me perdonan una.
–Adiós Mauricio, que es Macri –lo despidió Kirchner, recordando el slogan de campaña del derrotado Daniel Filmus
Puertas afuera, Macri aseguró que el Gobierno se comprometió a dar los avales para que la ciudad reciba el financiamiento del BID y el Banco Mundial. Y que sería una buena medida la creación de un Ente Metropolitano de Transporte, similares a los que ostentan Madrid y París. “El Presidente me dijo que vayamos paso a paso. El sabe que soy un admirador de Mostaza Merlo, aunque ahora esté de capa caída”, contó muy animado ante los periodistas acreditados.
Predispuesto a responder las preguntas, a gusto con el protagonismo adquirido, se despidió de la sala de conferencias de la Rosada con una frase que pinta su agrande. “Me voy, a ver si todavía me quedo.”
Electo jefe de Gobierno, Mauricio Macri presentó ayer su renuncia a la banca de diputado que ocupaba desde diciembre de 2005, un lugar en el que nunca se sintió muy cómodo, según su propia confesión. La renuncia será tratada en la próxima sesión. Una vez realizado el trámite, la banca la ocupará Julián Obiglio, de Recrear, el partido de Ricardo López Murphy, que marchó en octavo lugar en la lista de candidatos de PRO en aquella elección. Obiglio completará el mandato hasta diciembre de 2009.
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