En Corrientes, una convención de la UCR para decidir candidatos y alianzas provinciales enfrentó a kirchneristas y lavagnistas, liderados respectivamente por el gobernador Arturo Colombi y su primo, el diputado Ricardo Colombi. Se impusieron los “arturistas”.
Los radicales correntinos dirimieron en medio de empujones, trompadas y sillazos la disputa interna por los candidatos y la política de alianzas para las elecciones provinciales del 30 de septiembre, así como su alineamiento en las presidenciales de octubre. La pelea enfrentó a dos facciones encabezadas por el gobernador Arturo Colombi, que apoya la Concertación Plural lanzada desde el kirchnerismo, y su primo, el ex gobernador y diputado nacional Ricardo Colombi, alineado con la candidatura de Roberto Lavagna. La puja judicial sobre la intervención del distrito partidario habilitó la realización de la convención que ayer enfrentó a los golpes a radicales K y L, en medio de una trifulca que terminó con la intervención de la policía. Finalmente, el gobernador logró imponer su postura.
Cerca del mediodía de ayer, el gimnasio del céntrico Club San Martín de la capital correntina desbordaba de militantes radicales divididos en dos facciones enfrentadas políticamente, que enarbolan como estandarte el mismo apellido, pero identificadas por el nombre de pila de sus principales caudillos: los “arturistas”, enrolados con el gobernador, y los “ricardistas”, que se encolumnan con el ex mandatario de Corrientes. La disputa por la conducción de la UCR provincial terminó a los golpes.
A las 11.30, las autoridades de la Convención se aprestaban a comenzar el debate. En ese momento, referentes del sector del ex gobernador Ricardo Colombi invadieron la tarima principal y comenzaron a desarmar la mesa que presidiría la reunión partidaria. Los militantes leales al gobernador Arturo Colombi se lanzaron sobre el otro sector para impedir que sus adversarios lograran el objetivo. El propio Ricardo se sumó a la batahola de empujones y trompadas para tratar de apoyar a los suyos. Ahí comenzaron a volar sillas desde el sector arturista. La policía, que actuó bajo las órdenes del gobernador, logró contener la trifulca.
Con los uniformes como vallado entre los dos grupos, Arturo Colombi tomó el micrófono para anunciar la alianza electoral con los partidos Liberal, Justicialista, Popular y Autonomista y la ratificación de la permanencia dentro del oficialista Frente de Todos. Sus huestes avalaron la decisión y le cedieron facultades para la negociación de las candidaturas de diputados provinciales, intendentes y concejales para la elección del 30 de septiembre. Los “ricardistas” abandonaron el club con insultos y protestas, en medio un clima denso que amenazaba con más desbordes.
El radicalismo correntino está dividido –como en todo el país– entre quienes se sumaron, con los gobernadores a la cabeza, a la Concertación Plural lanzada desde la Casa Rosada, y, por otro lado, los que impulsan un frente opositor con la postulación presidencial de Lavagna, sostenida por la mayoría de la conducción partidaria. El Comité Nacional de la UCR les quiso poner freno a las “ambiciones de Arturo” interviniendo el distrito partidario, pero la puja judicial terminó por habilitar la realización de la convención.
Arturo Colombi ya había viajado el viernes hasta Vicente López –donde los radicales K proclamaron al gobernador mendocino Julio César Cleto Cobos como compañero de fórmula de Cristina Fernández de Kirchner– con la certeza que la Justicia estaba de su lado. La jueza federal con competencia electoral María Romilda Servini de Cubría desplazó ese día a José Luis Bellia de sus funciones como interventor partidario.
En Corrientes, ayer mismo dos jueces disputaban la competencia con distintas opiniones: el juez federal de Paso de los Libres, Juan Manuel Oliva, había anulado la convocatoria a la reunión, pero horas más tarde su colega María Guillermina Puig dispuso la validez del encuentro. “En el radicalismo se sigue una idea y no a una persona”, dijo Arturo Colombi al dirigirse a los radicales que quedaron en el Club San Martín, convencido de que sus contrincantes ya no podrán usar ni símbolos ni escudos partidarios para enfrentarlo en las próximas elecciones.
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