EL PAíS › KIRCHNER Y CALDERON ACORDARON UNA ASOCIACION ESTRATEGICA
Durante su visita a México, el presidente Kirchner agradeció por el cobijo que dio ese país a los exiliados argentinos durante la dictadura: “Para mi generación, el agradecimiento es inmenso”, señaló. El encuentro entre ambos mandatarios superó los roces con el presidente mexicano anterior. Hay tres mil millones de dólares de intercambio.
› Por Fernando Cibeira
desde México D. F.
El presidente Néstor Kirchner no es muy amigo de los tratos diplomáticos. En su gestión se ha caracterizado más bien por llevar adelante una política exterior donde, más allá de las conveniencias estratégicas, juegan un rol importante las afinidades ideológicas. Por eso le debe haber costado lo suyo considerar “amigo” al conservador y católico presidente de México, Felipe Calderón, como lo llamó ayer en reiteradas oportunidades. Pero valía el objetivo de relanzar las relaciones bilaterales con el primer PBI per cápita de la región, canalizado a través de un Acuerdo de Asociación Estratégica que ambos presidentes firmaron en el histórico Palacio Nacional, en el mismo sitio donde alguna vez Moctezuma gobernó a los aztecas. Sería, al decir de un integrante de la comitiva, la muestra de una futura política exterior más amplia, con un diálogo fluido también con aquellos gobiernos no necesariamente progresistas pero con intereses coincidentes. “Más allá de la diversidad de percepciones que se puedan tener, hay objetivos y decisiones comunes que están por arriba”, dijo Kirchner en el discurso previo al almuerzo servido en el Castillo de Chapultepec, el más sustancioso de los tres mensajes que pronunció ayer.
“Y claro que nos conviene”, aceptaba ayer una fuente diplomática de la comitiva argentina adelantando una probable mirada internacional sobre el acuerdo entre Argentina y México. Por un lado, por la importancia económica del país en cuestión. “El otro grande de América latina”, como insisten en definir. Por el otro, porque amplía el arco de amistades del gobierno kirchnerista que en la visión del norte desarrollado tal vez se insista en emparentar con gobiernos de izquierda como los del venezolano Hugo Chávez y del boliviano Evo Morales. Esta idea de “nivelar” las relaciones con gobiernos de uno y otro signo ampliando los canales de diálogo, interpretan algunos funcionarios, sería un indicio de la política exterior por venir en caso de que Cristina Fernández de Kirchner llegue a la presidencia.
Otro efecto del acuerdo: buscar variantes a una dependencia excesiva en materia exterior con Brasil. “Seguramente que algo les debe molestar”, analizaba un integrante de la comitiva la visión de la cancillería brasileña. Pese a que hasta ayer Argentina y México tenían un endeble vínculo político, el comercio bilateral viene dando señales de vigor. Para este año se calcula que el intercambio llegará a los 3 mil millones de dólares y va por más. En un juego de espejos, Lula viajará a México la semana que viene y también habló de incrementar el comercio.
Lo cierto es que bien diferentes en su manera de pensar, en su historia política y hasta en su aspecto –Calderón bajito y de extrema pulcritud, Kirchner alto y de saco desabrochado–, ambos presidentes se mostraron ayer como dos compañeros de ruta, aunque siempre se mantuvieron en el apretón de manos. Ambos marcaron el mismo punto de inflexión en su vínculo y, por añadidura, en el de Argentina y México: la reunión que mantuvieron en la Casa Rosada en octubre de 2006. “Me encantó”, confesó ayer Kirchner.
Calderón realizó en aquel momento una breve gira por la región. Aún no había asumido pero finalmente la justicia lo había designado electo luego de un tortuoso proceso por el que el candidato del opositor PRD, Andrés Manuel López Obrador (AMLO para los mexicanos) aún sigue reclamando fraude. Kirchner se había peleado con el presidente Vicente Fox –del PAN, igual que Calderón– y durante la campaña había hecho gestos de simpatía hacia López Obrador. Entonces, para el momento de aquella minigira de Calderón por América del Sur, las perspectivas no eran las mejores. Sin embargo, Calderón decidió cambiar su plan de vuelo para hacer una escala en Buenos Aires. Y se encontró con un Kirchner que lo aceptó como legítimo ganador y deseoso de encaminar la congelada relación con México. Allí se reanudó un proceso diplomático que subió un nuevo peldaño en abril pasado, cuando Cristina Kirchner viajó a tierras aztecas junto al canciller Jorge Taiana y prepararon el terreno para el acuerdo.
A propósito de la candidata, Cristina participó ayer de todas las actividades, aunque mantuvo en público un discreto segundo plano. El Presidente se encargó en sus discursos de recordar la intervención de su esposa para llegar a un entendimiento con México.
El acto de recibimiento se realizó en el patio central del Palacio Nacional, ubicado en el Zócalo, el centro histórico del D. F. Sobre la casa de Moctezuma, Hernán Cortés empezó a construir su palacio en el siglo XVI. Los mexicanos se independizaron y en un principio lo hicieron sede de los tres poderes. Por sus pasillos se puede apreciar una espléndida colección de murales de Diego Rivera. El más famoso de ellos es Epica del pueblo mexicano en su lucha por la libertad y la independencia, que condensa dos mil años de historia.
Kirchner ingresó a las 11.30 junto a Calderón, seguidos dos pasos atrás por sus esposas, Cristina Fernández y Margarita Zavala. Se escucharon los himnos, hubo una caminata alrededor del patio para pasar revista a las tropas y saludar a los chicos de colegio que con banderitas mexicanas y argentinas siguieron el acto desde un costado. Banderas había por todas partes. Tanto el Zócalo como el Palacio lucían gigantescas banderas mexicanas y argentinas engalanando la visita oficial.
Los discursos iniciales –los presidentes tuvieron que hacer tres discursos prácticamente seguidos– mostraron la intención de ambos de buscar coincidencias y resaltar los lazos históricos entre los países. Una coincidencia pasó por la reivindicación de “los derechos fundamentales”, al decir de Calderón; más explícitamente “los derechos humanos”, según Kirchner. En ese ámbito, ambos países vienen trabajando juntos desde hace tiempo en la ONU.
Los presidentes repitieron la imagen de que Argentina y México están ubicados en los dos extremos de América latina. Kirchner reivindicó la vocación “integracionista” Argentina y Calderón reforzó la vocación “latinoamericanista” de su gestión, una novedad respecto de lo hecho por su antecesor Fox.
En la interpretación de la Cancillería argentina, México ve que la relación con Estados Unidos está cerca de tocar su techo tanto en lo comercial como en lo político –muro en la frontera norte mediante–, por lo que resolvió dirigir su mirada al sur. De las opciones que se le presentaban –con Brasil mantiene una clásica rivalidad, con Venezuela está en conflicto por una pelea entre Fox y Chávez– “Argentina era lo más potable”, según este análisis.
Desde el patio, los presidentes subieron al primer piso, donde está el despacho que Calderón utiliza para los actos protocolares. Allí los jefes de Estado mantuvieron una reunión a solas, que luego se amplió a los cancilleres y dos representantes más: del lado argentino estuvieron Cristina y el ministro de Economía, Miguel Peirano, de estreno en estas lides. A la salida, pronunciaron el segundo discurso y ofrecieron una breve conferencia de prensa donde surgió la cuestión de la integración mexicana al Mercosur y la Aladi (ver aparte).
Desde allí, los presidentes, sus comitivas y 300 invitados se dirigieron hacia el Castillo de Chapultepec para el almuerzo y los discursos que, como es de rigor, deben terminar en un brindis. En esa ocasión, que suele dar lugar para las palabras de tono más protocolar, Kirchner despachó el mensaje de mayor contenido. Como hizo cada vez que pudo, recordó el cobijo que dio México a los exiliados políticos argentinos durante la dictadura militar. “Para mi generación, el agradecimiento es inmenso”, afirmó. Luego de hablar sobre la defensa de los derechos humanos “de la dictadura”, Kirchner pasó a hablar de los derechos humanos “de la democracia”. Repasó el modelo “de concentración de la riqueza en unos pocos”, que había regido en la Argentina durante los noventa y de sus consecuencias. Mencionó cómo el saldo que adeudan las democracias de la región es “terminar con la pobreza y sus consecuencias en términos de enfermedad, analfabetismo y desempleo. Señor Presidente, estimo que está situación lo desvelará tanto a usted como a mí, por eso es que revista tanta importancia la faz económica del acuerdo que acabamos de suscribir”. Calderón, con una ideología quizá no muy lejana a aquel modelo que “concentró la riqueza en unos pocos”, asintió.
El convenio de Asociación Estratégica que firmaron ayer Néstor Kirchner y Felipe Calderón marca la institucionalización de los acuerdos de cooperación económica que ya existían entre ambos países y que habían permitido incrementar la relación comercial en los últimos años. Entre las novedades, el acuerdo estipula que ambos países coordinarán sus posiciones en cuestiones “bilaterales, regionales y multilaterales de interés mutuo”, y establece que los presidentes deben reunirse cada dos años. Se creará un Consejo de Asociación que “velará por el cumplimiento del presente acuerdo” y se reunirá una vez por año alternativamente en cada país. Dentro del consejo funcionarán tres comisiones: la de asuntos políticos, la de asuntos económicos, comerciales e inversiones y de cooperación. La de asuntos políticos estará presidida por ambos cancilleres y “buscará fortalecer el diálogo en temas propios a la relación bilateral”. La de asuntos económicos promoverá “el desarrollo del comercio y de la inversión”. La de cooperación estará dirigida a los temas técnicos, científicos y culturales. En la Cancillería argentina destacaban que, por el solo hecho de obligar a los presidentes y cancilleres a mantener reuniones periódicas, la relación bilateral cobrará “mucho más dinamismo”.
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