Jue 16.08.2007

EL PAíS  › GRACIELA FERNANDEZ MEIJIDE DECLARA HOY CONTRA VON WERNICH

El policía que acusó al cura

La ex ministra fue secretaria de la Conadep. Hoy hablará sobre el testimonio de un represor que contó cómo asesinaron a tres personas que iban en el mismo auto que el ex capellán de la Bonaerense.

› Por Alejandra Dandan

Graciela Fernández Meijide todavía se acuerda de ese momento, porque no había escuchado nada similar. Para 1978 o 1979, dice, llegó a la oficina de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) la madre de una secuestrada desaparecida, Cecilia Idiart. “Me acuerdo de que esa vez me sorprendí –dice–, porque era la primera vez que yo oía directamente que alguien podía visitar a su hijo en un centro clandestino.” Meijide terminó de entender aquel episodio muchos años después, cuando era parte de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas. Hoy hablará de aquellos hechos en el juicio oral que se le sigue en La Plata al ex capellán de policía Christian von Wernich. Ante el tribunal relatará los dos momentos en los que escuchó testimonios sobre el cura, uno de ellos de la confesión de un policía que habló de la hija de aquella mujer.

En diálogo con Página/12, la ex secretaria de Actas de la Conadep, madre de otro desaparecido, subraya aspectos fundamentales de la acusación de los siete homicidios que pesan sobre Von Wernich.

Del relato de aquella mujer, Meijide retuvo varias cosas, entre otras que su hija tenía una especie de malformación en un pie, bastante notable. Años más tarde, eso mismo leyó de la confesión del policía.

–Pasa el tiempo y en la democracia mientras estamos en la Conadep –explica–, nos llega un pedido de gente que quería dar su testimonio, que había sido miembro posiblemente de grupos de tareas y que estaban detenidos en Caseros. Como fue sorpresivo, creamos una especie de oficina separada para tomarlos.

–¿Eran policías y estaban presos?

–Eran policías que habían sido detenidos por haber actuado por las suyas en secuestros o robos entre ellos mismos, como una mejicaneada.

–¿Durante la dictadura?

–Para la época de (Roberto) Viola mermó la represión política, y aparece esta mano de obra desocupada que empezó a actuar por las suyas. Hay un momento que puede rastrearse en los diarios en el que el Ministerio del Interior los puso en prisión como si les hubiese tendido una trampa. Algunos deciden dar testimonio ante la Conadep. Yo no quería ni tomarlas ni que fueran los más jóvenes, porque era muy intimidante.

Meijide les pidió a Raúl Aragón y a Taratuto, hoy ambos fallecidos, que se encargaran de los testimonios, pero luego los leyó como hacía con todos. Su trabajo con la recolección de pruebas y su memoria permitían los cruces de datos indispensables para encontrar relaciones entre denunciantes, denunciados, campos ilegales y desaparecidos. Una noche llegó al relato de (Julio) Emmed.

–Que era oficial de policía –dice–, que relató que viajaban en dos autos, que en uno iba él y que llevaba a todos los detenidos de la Brigada a Aeroparque. Que con él iba Von Wernich con un hombre y dos mujeres, que en un momento del trayecto el hombre se dio cuenta y al resistirse recibió un culatazo, lo mataron, saltó sangre y los mataron a los tres. Que después los llevaron a la morgue y me parece que los cadáveres terminaron en Puesto Vasco. El dato que dio el hombre, salvo el nombre de Won Wernich, la precisión de época y de la Brigada, era que una de las chicas tenía un pie deforme como un caballo. En ese momento me di cuenta de quién era y al día siguiente puse el testimonio en manos de su madre (y de los Moncalvillo que ya habían declarado).

–El policía luego negó todo, ¿pero ustedes aun así le creyeron?

–La Conadep no éramos jueces. Para nosotros, la máxima verosimilitud que tenía era que encajaba perfectamente bien en la denuncia de los familiares que luego ratificaron todo en el juicio. Emmed lo negó, luego lo mataron en el ’85, no sabemos por qué. A mí nadie me dijo que Von Wernich mató o torturó, obtuvimos estas pruebas con nombre y apellido que son pruebas coincidentes y concordantes, ahora tiene que pronunciarse la Justicia.

–¿Por qué cree que hablaron los policías?

–Creo que hubo una serie de cosas. Muchos estaban muy locos o tenían un gran enojo. A ver, era como que a ellos los habían entrenado para cometer estos delitos por izquierda y que cuando se habían largado a hacerlos por sí mismos, los de arriba los sonaron. Ellos lo decían incluso: “Yo para el costado no voy a pegar, pero para arriba sí”. A mí me parece que se mezclaban unas ganas de venganza sobre quienes les habían soltado la mano, una necesidad de protagonismo y al mismo tiempo una necesidad de salir de la cárcel, pero son interpretaciones. Lo cierto es que aparecían y en algunos casos como éste nos permitieron avanzar.

Meijide llegará a La Plata convocada por familiares de Domingo Moncalvillo, uno de los jóvenes del llamado grupo de los 7, aquellos militantes de la organización Montoneros secuestrados en la Brigada de Investigaciones de La Plata, sometidos a un trato especial, como la posibilidad de recibir visitas. Todo el grupo recibió del cura Von Wernich la promesa de salir del país, el cura para eso pidió dinero para los documentos y pasajes. Pero la promesa no se cumplió, todos terminaron ejecutados cuando supuestamente iban a ser liberados. Sus asesinatos son los únicos cargos a prisión perpetua que pesan en el currículum del ex capellán Von Wernich, acusado además por 42 casos de privación ilegal de la libertad y 31 casos de tortura.

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