EL PAíS › ALBERTO RODRIGUEZ SAA FUE REELECTO COMO GOBERNADOR DE SAN LUIS
En una elección sin el radicalismo y el kirchnerismo, Rodríguez Saá logró la reelección con más del 80 por ciento de los votos. Se impuso en todas las mesas, pero hubo un alto abstencionismo y un 15 por ciento de votos nulos o en blanco.
› Por Miguel Jorquera
desde San Luis
Los cómputos extraoficiales que se difundían en la Casa de Gobierno de San Luis, no bien terminaron los comicios, eran mesa a mesa. La primera en difundirse fue una mesa masculina en la localidad turística de Merlo, donde el oficialista PJ se alzó con el 100 por ciento de los votos. Poco a poco empezaron a aparecer algunos votos opositores, pero ya no había dudas: Alberto Rodríguez Saá será el gobernador puntano por otros cuatro años, aunque el reelecto mandatario no rompería su propio record de votos que cosechó en 2003. Al cierre de esta edición, escrutadas el 67 por ciento de las mesas, el Frente Partido Justicialista de Rodríguez Saá cosechaba el 82 por ciento del sufragio. Más atrás seguía el Partido Socialista, con el 12 por ciento y cerraba el Modin, con el 4 por ciento.
Sin embargo, un abstencionismo que se estimaba del 35 por ciento del padrón, más los votos en blanco y anulados, cercanos al 15 por ciento, amenazaban opacar lo que el gobernador llamó “una victoria impresionante”.
Poco después del mediodía, Alberto Rodríguez Saá llegó junto a su hermana Zulema manejando un BMW 523I gris a la céntrica escuela Paula Domínguez Bazán, conocida como el Normal de Niñas, para votar. De riguroso negro –pantalón, saco y zapatos de gamuza–, una camisa oscura con bordes arabescos y corbata también negra con dibujos, posó frente a las cámaras y flashes fotográficos antes de emitir su voto. Después respondió a los periodistas, cuidando las palabras para “no romper la veda electoral”.
La única preocupación a esa hora era el escaso porcentaje de votantes que había concurrido a sufragar, que podría jugar a favor del abstencionismo al que habían convocado el dividido kirchnerismo y otros grupos opositores que no presentaron sus candidaturas a gobernador. El argumento oficial fue la fría jornada de sol que por la mañana era de dos grados y uno menos de sensación térmica, a pasar del día soleado.
Después de votar, el gobernador se fue a la Casa de Gobierno, donde compartió con su hermano Adolfo el almuerzo y todos los detalles de la elección. Ambos conservaban una robusta carpeta con datos de una encuesta de opinión, que abarcaba no solamente los comicios puntanos, pero cuyos datos se reservaron. Con la elección en la provincia ya estaba decidida, sus dudas son ahora el panorama nacional que se le presenta al PJ anti K y el lanzamiento de su fórmula presidencial, mañana en Buenos Aires (ver aparte).
Salvo algunos escarceos en municipios del interior provincial, la jornada electoral custodiada por la Prefectura Naval no tuvo mayores inconvenientes. Antes de las seis de la tarde, el Salón Blanco de la Casa de Gobierno ya estaba abarrotado de periodistas para conocer los cómputos finales, que no llegaron aun después de proclamado el triunfo.
Otra de las incógnitas era el resultado del plebiscito por la enmienda constitucional para eliminar de reelección indefinida y acortar la reelección del gobernador y su vice a sólo un mandato más, aunque como empezará a regir desde este año, Alberto aún puede estirar hasta el 2015 su permanencia en la gobernación. El resultado extraoficial le adjudicaba al “sí” un 66 por ciento. En el oficialismo –que hizo campaña por la derogación de la norma– hacía su propia lectura: “El 33 por ciento de la gente no quiere que nos vayamos”.
Adolfo encabezó la conferencia de prensa en la que se anunció el triunfo. Escoltado por legisladores nacionales y la electa intendenta de la Capital, Alicia Lemme, aseguró: “Hemos ganado en todas las mesas de la provincia”, lo que calificó como “un triunfo espectacular”. Y precisó que el triunfo se extendía a “todas las intendencias en disputa, y también en las senadurías provinciales”.
La noche anterior, el gobernador recibió en su mansión de “Los Peñitos” a los “periodistas extranjeros –porteños y de provincias vecinas–, porque San Luis es otro país”. Nevó y Alberto lo consideró como un buen augurio. Afuera, una enorme fuente de piedra con dimensiones de represa embalsa el agua de riego para las varias hectáreas de bosque que rodean el predio a 1000 metros sobre el nivel del mar. Adentro de la enorme casona que se multiplica en habitaciones esperaban también sus principales colaboradores y su hermano Adolfo, iluminados por gigantescas arañas con racimos de lámparas de alumbrado público y largos caños de escape como brazos, diseñadas y construidas por “El Alberto”, todo un emblema de la dinastía familiar que continuará otros cuatro años en el gobierno puntano.
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