EL PAíS › LA INSOLITA TRAMA DE NEGOCIOS QUE RODEA EL CONFLICTO POR EL HOTEL BAUEN
El desalojo del hotel, ordenado por la Justicia, pone en primer plano al grupo que lo construyó, lo abandonó, lo vendió dos veces y parece estar próximo a recuperarlo a costa de los trabajadores que lo mantienen en funcionamiento desde 2003.
› Por Santiago O’Donnell
El Bauen tiene dueño. El mes pasado la Justicia determinó que el hotel de 20 pisos ubicado en Callao al 300 y valuado en 20 millones de dólares pertenece a la firma Mercoteles, vinculada a la familia Iurcovich. Marcelo Iurcovich, el fallecido patriarca de la familia, había fundado el Bauen en 1978. Los derechos propietarios se los disputaba el empresario Félix Solari, que había comprado el Bauen en 1997 y quebrado en el 2001, y los trabajadores que lo ocupan y explotan desde 2003. La Justicia también ordenó a los empleados desalojar el hotel, antes del jueves o a mediados del mes que viene, según cómo se cuente el plazo de 30 días que dio la jueza comercial Paula Ualde en su visita al hotel el 30 de julio último.
El fallo de Ualde es el último eslabón de la asombrosa cadena de acontecimientos que marcó la historia del Bauen. La historia del hotel es a su vez la historia de Marcelo Iurcovich y de sus herederos del “grupo Iurcovich”, que amasaron su fortuna ayudados por sus contactos con la dictadura militar, la multiplicaron durante la intendencia de Grosso, demostraron que su influencia se mantenía durante la administración de Aníbal Ibarra y dieron una nueva demostración de fuerza a caballo del macrismo en la actual gestión de Telerman.
Para lograrlo, los Iurcovich se valieron de una telaraña de empresas a nombre de familiares y personeros de las más variadas razones sociales, muchas de ellas inscriptas en las oficinas del contador Carlos Sterin en Paraná 754, al menos dos offshores uruguayas, negocios en Brasil y hasta el control de un importante hotel en Puerto Iguazú, en la zona de la Triple Frontera.
A lo largo de su extensa y multifacética carrera empresaria, Marcelo Iurcovich demostró una gran habilidad para convencer a la Justicia de la validez de sus argumentos y a los políticos de la conveniencia de hacer negocios con su grupo. En el hotel era conocido como “don Marcelo”, un hombre duro y distante, de los que imponen respeto. “Los empleados no podíamos usar las instalaciones. Si queríamos tomar un café en la confitería en nuestro franco no nos dejaba don Marcelo”, dijo un ex empleado de seguridad. Una persona que negoció con él y lo respeta dijo que en privado Iurcovich se ufanaba de haber construido el Bauen sin haber puesto dinero. Corría el año 1978 y sus contactos con el contraalmirante Carlos Alberto Lacoste, entonces presidente del EAM 78, y con el brigadier Osvaldo Cacciatore, entonces intendente municipal, le permitieron acceder a un crédito del banco Banade para la construcción del Bauen. Según los abogados del Banco Nación, que absorbió la cartera tras el cierre del Banade, Iurcovich nunca pagó ese crédito. Según declaró Iurcovich en el 2003, no sólo había pagado cuatro millones al banco, sino que por incumplimientos varios el banco le debía dinero a él. En agosto del 2005 la Corte Suprema le dio la razón al empresario. No sería su última victoria judicial.
Con el correr de los años Marcelo Iurcovich diversificó su participación en distintas empresas. Primero con Bauen Suites, un complejo de apart hotel de lujo anexo al hotel que siempre perteneció a su familia y que en sus épocas de esplendor, durante el menemismo, supo tener como huésped a Eduardo, el hermano del presidente. Bauen Suites, a su vez, tiene como accionistas principales a tres empresas y más de una docena de inversores independientes. Un ex empleado testificó en sede judicial en el 2005 que Bauen Suites era manejado por las dos hijas de Iurcovich, pero que el pago provenía de la empresa Ghesa. Y así se podría formar una red de diversas empresas turísticas vinculadas a través de directivos en común y lazos familiares alrededor de Marcelo Iurcovich. Formarían parte de esa red Rentatur, Corman, Corporación Virtual de Turismo, Sistemas Vacacionales, Buzios Megaresort, Hospedajes y Alojamientos Temporarios, Soloaparts, Investment Bauen do Brasil y Colomba Viajes, la más destacada porque recibió un insólito crédito de 1.100.000 dólares de Finvercon, una financiera con curiosos nexos con el grupo. A ellas se suman Bauen Suites, y Bauen Sacic, ex propietaria del hotel. Las offshore uruguayas Radwell, Darwell y Bolton Group también podrían tener vinculación con el grupo.
Tras la muerte de Marcelo Iurcovich, su hijo Hugo pasó a ser la cara visible del grupo. Quienes lo conocen dicen que mantiene cierta rebeldía en su forma de ser y algo de onda hippie, quizá producto del tiempo que pasó en Buzios armando el negocio del megaresort. Sus amigos dicen que Hugo se sentía a gusto con gente de la farándula, sin abandonar el bajo perfil que caracteriza a la familia, y quizá por eso habría volcado su vocación artística en los negocios relacionados con el entretenimiento, como sugiere su participación en los directorios de empresas como Deporcor y Organización de Eventos, a la que sumaría la actividad inmobiliaria a través del directorio de Sedaguma y Suma.
La esposa de Marcelo y madre de Hugo, Raquel Kaliman, también incursionó en el negocio inmobiliario, a través de la firma Consultex, incripta con domicilio en las oficinas del grupo en Corrientes al 1500. Compartió el directorio de Consultex con el contador Sterin y con Alejandro Granillo Ocampo, familiar del ex funcionario polifuncional del gobierno de Carlos Menem. Al parecer, Kaliman no eligió al socio más solvente, ya que Alejandro preside (y Raúl estuvo en el directorio de) la constructora riojana Construnoa, que presenta créditos de categoría irrecuperable por más de dos millones de pesos.
En los últimos años el grupo Iurcovich, o empresarios vinculados, se volcaron a las inversiones inmobiliarias en la zona de Puerto Madero a través de la firma Sycic, que es un desprendimiento accionario de la empresa familiar Poliequipos (ver recuadro). Sycic es accionista de las constructoras JM Aragón, Dique 1 y Puerto Santo.
Félix Solari es portador de un apellido de peso en el mundo de los negocios de su Chile natal, donde la familia Solari es conocida por ser dueña de las tiendas Falabella y por la afición de algunos de sus miembros por la cría de caballos pura sangre. Por eso a nadie le debe haber extrañado cuando se anunció la venta del Bauen en 1997 “al grupo chileno Solari SA”. Pero Solari no tiene la suerte de pertenecer a tan distinguida familia. Según su abogado, Gabriel Jaijel, Solari viene del rubro gastronómico y mucho le costó juntar los cuatro millones de dólares que pagó como primera cuota de una compra que implicó entre 14 y 20, según quién lo dice. Pero llegó la recesión y los precios de las habitaciones cayeron de 120 a 50 dólares. Cuando eso sucedió, según Jaijel, Marcelo Iurcovich se negó a negociar tan siquiera una coma del contrato. Entonces Solari entró en convocatoria de acreedores y Iurcovich habría comprado los votos de los acreedores para forzar la quiebra, dijo Jaijel. Solari abandonó el hotel en el 2001. Según su abogado sufrió una fuerte depresión. “Imaginate. Pasó de vivir en la suite principal del Bauen a un galpón prestado de un familiar en Avellaneda.” El bajón habría durado años. Pero ahora Solari estaría mejor y habría vuelto a trabajar, dijo su abogado, como empleado en una parrilla del centro. Mientras, espera recuperar al menos parte de su inversión en el Bauen.
En el 2002, en pleno auge del movimiento de fábricas recuperadas, unos 20 empleados ocuparon el Bauen, lo arreglaron y empezaron a operarlo. Con el tiempo se sumaron trabajadores desocupados del Movimiento 26 de Julio y familiares de los trabajadores hasta conformar una plantilla de 154 puestos de trabajo. Remozaron las salas, el restaurante, los escenarios y dieron lugar a recitales, festivales, programas de radio obras de teatro, y actividades patrocinadas por instituciones como el Goethe Institut y la embajada de Venezuela. Hoy cuentan con el apoyo de reconocidas figuras del progresismo internacional como, entre otros, Danielle Mitterrand, Naomi Klein, Noam Chomsky, Evo Morales, Toni Negri y figuras locales como las Madres de Plaza de Mayo, el grupo de rock Attaque 77, León Gieco, Adolfo Pérez Esquivel y legisladores nacionales y porteños. La Justicia les permitió hacer uso de la explotación del hotel mientras se dirimía el pleito, pero ya no.
Previsiblemente, para los Iurcovich los empleados son “ocupantes ilegítimos” y su reclamo no es “serio”. “La explotación de los ocupantes ilegítimos, que no paga impuestos de tipo alguno, municipales ni nacionales, se produce en condiciones precarias y de máximo riesgo por la falta de elementales condiciones de seguridad, incendio y emergencias, denunciadas oportunamente. La falta de pago de impuestos está devengando una enorme deuda con la ciudad, que no se sabe quién pagará. La fuente de trabajo que se pretende defender no es genuina, toda vez que no paga cargas sociales en un mercado donde faltan trabajadores de hotelería por el boom del turismo”, escribieron los Iurcovich en su carta a Hoteles y Restaurantes.
La preocupación de la familia por las cargas municipales quedó zanjada en diciembre del año pasado cuando el macrismo aprobó una ley con el mínimo de votos a las dos y media de la madrugada que perdonaba la deuda y disolvía la cooperativa tras una breve transición. Ante las quejas de los empleados, el jefe de Gobierno, Jorge Telerman, demoró la firma de la ley y abrió un compás de espera para seguir las negociaciones. El 30 de julio la jueza comercial Paula Ualde le trajo más buenas noticias a la familia al fallar en favor de Mercoteles e intimar el desalojo del hotel. El abogado de Solari aseguró que había apelado el fallo el lunes, por lo que podría postergarse la orden de desocupación.
En el 2005 la familia Iurcovich anunció una nueva venta del Bauen, esta vez a Mercoteles S. A., “la empresa argentina que se haría cargo de las inversiones necesarias para la reapertura”. Se trata de una firma creada en el 2002 que nunca presentó balances a la Inspección General de Justicia (IGJ), ubicada en la oficina del contador que figura como su presidente, y cuyo único accionista declarado, además del contador, es un gestor de empresas offshore que fue sancionado por la IGJ. Según su acta de inscripción, el paquete accionario de Mercoteles consiste de 10.000 acciones nominales de 10 pesos, un voto por acción. El contador Marcelo Hilario Garella, presidente de la firma, “suscribe 100 acciones e integra el 25 por ciento, o sea doscientos cincuenta pesos en efectivo.” El director suplente Juan Carlos Hernández “suscribe 9900 acciones por 24.750 pesos”, O sea, entre los dos suscriben un total de 25.000 pesos, a cuenta de los 100.000 que constituye el capital de la empresa, a completarse en los próximos dos balances. De no mediar un traspaso de acciones, que la IGJ desconoce, podría decirse que Juan Carlos Hernández, comerciante de Quilmes, es el dueño del Bauen.
Hernández tiene un antecedente muy particular, ya que es el único gestor de empresas offshore sancionado por inconducta en los últimos años, o al menos el único que salió en el diario. Fue el año pasado, cuando la IGJ descubrió que había fijado un domicilio trucho en Chubut, como sede de una empresa uruguaya con la que compró dos propiedades en Buenos Aires. El dictamen fue lapidario. Después de una detallada explicación de las maniobras (por ejemplo, nadie conocía la firma en Chubut), el inspector general Ricardo Nissen concluye sus considerandos con las siguientes palabras: “Finalmente, no puedo dejar de merituar la actuación del señor Juan Carlos Hernández, quien identificado a veces como presidente de la sociedad Bolton Group, otras como su representante en la Argentina, optó por inscribir a dicha sociedad en la IGJ de Chubut, en octubre de 2004, cuando dicha sociedad no tenía actividades en dicha provincia y sí en la ciudad de Buenos Aires, donde era dueña de dos inmuebles, adquiridos para su inmediata locación a terceros. Dicha cuestionable actuación del representante de Bolton Group SA, que afecta el derecho de información y de seguridad de terceros, resulta pasible de una ejemplar sanción pecuniaria.” La multa “ejemplar”, aplicada de acuerdo con los estatutos correspondientes, fue de 3500 pesos.
Más allá de las especulaciones que pueda hacerse sobre la composición del capital de Mercoteles y sus posibles inversores, sobran indicios de su vinculación con los Iurcovich. Primero, los dos inmuebles que había comprado el presidente de Mercoteles, Juan Carlos Hernández, luego los alquiló a las hijas del contador del grupo Iurcovich, Carlos Sterin. Segundo, en una denuncia de Mercoteles contra los empleados del Bauen en el 2003, supuestamente por no cuidar bien la caldera del hotel, Samuel Kaliman, cuñado de Iurcovich, se presentó en el expediente como representante de Mercoteles, primero como “director general”, después como “director suplente” y después como “director” a secas. Tercero, en su fallo, la jueza Ualde afirmó que aceptó garantías de “Bauen Sacic” (de los Iurcovich), para entregarle el hotel a Mercoteles.
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