EL PAíS › LA CONEXION DEL GRUPO IURCOVICH, DEL BAUEN, CON UNA SORPRENDENTE FINANCIERA
El grupo económico del primer dueño del hotel Bauen, cuya trama reveló ayer Página/12, tiene un capítulo especial con los nexos desarrollados con una financiera comprada, y desactivada, por el banco Wells Fargo. Una relación que confluye en el hotel.
› Por Santiago O’Donnell
Entre los muchos negocios del grupo Iurcovich, al que la Justicia otorgó la propiedad del hotel Bauen, actualmente tomado por sus trabajadores, quizá ninguno resulta tan llamativo como sus nexos con Finvercon, la financiera que protagonizó una de las historias más sorprendentes de la city porteña de los últimos años.
Finvercon fue comprada en 1997 por el banco Wells Fargo, uno de los más grandes de Estados Unidos, en 30 millones de dólares. Pero a poco de realizarse la operación, el banco reemplazó a sus asesores legales (el estudio de los hijos de José Alfredo Martínez de Hoz y Mariano Grondona), despidió a los ex dueños de la financiera que habían permanecido en la dirección de la empresa, gastó miles de dólares en juicios cruzados en Argentina y Estados Unidos en contra de los ex dueños y recurrió en Los Angeles a la agencia de Paul Magallanes, un ex agente del FBI, para que investigue las operaciones de la financiera. Con el informe de Magallanes en la mano, Wells Fargo tomó la decisión de cerrar Finvercon, retirarse del país y asumir una pérdida millonaria.
Una de las transacciones más llamativas de Finvercon que involucró al grupo Iurcovich es un crédito de 1.100.000 dólares otorgado en 1996 a la malograda agencia de turismo Colomba Viajes, cuyo presidente era Hugo Iurcovich, heredero del fundador del Bauen, y su vice el contador del grupo, Carlos Sterin. El préstamo era extraño por varias razones. Primero, la suma resulta extraordinaria para una agencia de turismo, un negocio basado en la intermediación que se sostiene con un par de líneas telefónicas y una oficina alquilada. Sólo un puñado de grandes agencias, con 100 empleados o más, manejan semejantes sumas, y Colomba Viajes no era una de ellas. Segundo, las agencias no recurren a financieras porque sus márgenes de ganancias oscilan entre el tres y cuatro por ciento, mientras las financieras prestan al 10-15 por ciento. Tercero, la suma prestada superaba por mucho los otros nueve créditos de Colomba Viajes cuando fue dada de baja por la Secretaría de Turismo a fines de 1997, año en que no presentó balance. Cuarto, Colomba Viajes devolvió casi 700.000 dólares del préstamo después de ser dada de baja. Quinto, cuando cerró, el último domicilio conocido de la agencia era un local anexo al Bauen en Callao 322, donde otra empresa de los Iurcovich, Poliequipos, por entonces vendía insumos hospitalarios. Colomba se había mudado de allí en 1992 y desde entonces había declarado en sus balances cuatro direcciones distintas. En todas ellas había empresas del grupo Iurcovich pero no una agencia de viajes, y las cartas de clientes supuestamente perjudicados eran remitidas a una quinta dirección donde también funcionaba otra empresa del grupo. Sexto, años después, uno de los ex dueños de Finvercon, Gustavo Lanzilotta, le pidió la quiebra al contador Sterin, pero no hizo lo mismo con Hugo Iurcovich, que presidía Colomba Viajes. Y tampoco hubo pedido de quiebra alguno por parte de Juan Carlos Fernández, el otro ex dueño de Finvercon supuestamente damnificado. En cambio, Marcelo y Hugo Iurcovich, junto con Sterin, recibieron un pedido de ejecución de la misteriosa empresa Harrington Financial Overseas, que no sale mencionada en ningún buscador de Internet conocido.
En 1997 Finvercon era la financiera estrella del momento. Un artículo del diario La Nación del 5 de agosto explicaba por qué:
“En unos días, cuando el Banco Central apruebe la operación, una de las compañías financieras más rentables del país, Finvercon, se sumará al pelotón de empresas locales que pasan a manos extranjeras, en este caso, a la división créditos de consumo del gigante norteamericano Norwest. La venta tuvo un perfil tan bajo que ni siquiera necesitó la intervención de bancos de inversión. En realidad, se podría decir que es el final feliz de una historia que inició su dueño, Juan Carlos Fernández, en forma personal. Fue cuando, en el otoño del ’96, este ingeniero aprovechó una reunión de banqueros internacionales en Buenos Aires para repartir un trabajo ilustrativo sobre Finvercon, con el cual planeaba atraer a algún socio internacional. A todos los ejecutivos les explicó, sin intermediarios, su visión del negocio. Parece que le creyeron porque al poco tiempo uno de los grupos contactados –Norwest– demostró su interés, que ahora se concretará en forma contante y sonante: U$S 40 millones por el ciento por ciento de las acciones... Fernández había pasado anteriormente por el ex Banco Interfinanzas, en plena ‘plata dulce’”.
Parecía el negocio perfecto. “Finvercon tenía como clientes a las mutuales, que hacían préstamos a intereses muy altos, que además se descontaban de los recibos de sueldo por lo que en teoría casi no había morosidad”, contó una fuente bancaria. La financiera tenía contratos con 64 sindicatos y asociaciones mutuales, incluyendo a grandes firmas como Alpargatas, Loma Negra y Ciba Geigy. Era accionista de Fecunda AFJP y tenía también como clientes a grandes mutuales de organismos del Estado, más precisamente de las Fuerzas Armadas, como el IOSE del Ejército o El Círculo de Gendarmería. “Finvercon coloca unos U$S 23 millones cada mes en créditos pequeños para consumo, que van de 500 a 3000 pesos, y que recupera mediante descuentos automáticos de las nóminas salariales”, resumía Fernández. Su reputación lo precedía. Poco antes de la venta de la financiera, el entonces presidente Menem le agradeció su ayuda en la colocación de bonos argentinos durante un discurso en la Bolsa de Comercio. Todo marchaba sobre ruedas.
Para la compra, la aseguradora Norwest, que al año siguiente sería absorbida por el banco Wells Fargo, se aseguró los servicios legales de la firma Pérez Alati, Grondona, Benítez, Arntsen & Martínez de Hoz. Por las dudas, los norteamericanos instruyeron a sus representantes legales de asegurarse que el contrato incluyera dos condiciones. Primero, que los ex dueños (mitad cada uno) Fernández y Lanzilotta permanecieran por cinco años en la empresa, como presidente y vice, para completar la transición. Segundo, que se apartara en un fideicomiso o escrow una suma cercana a los 10 millones de dólares para saldar disputas por la cobrabilidad de los créditos.
En una gacetilla de prensa de 1998 Wells Fargo describió a su adquisición: “Finvercon de Buenos Aires, Argentina, ofrece créditos de consumo a asociaciones laborales”. Pero Finvercon era más que eso y el cobro de los créditos de las “asociaciones laborales” no resultaría sencillo. Según declaró el contador Luis Balaguer, autor de la investigación por lavado del grupo Moneta que el senador Karl Levin presentó ante el Subcomité de Investigaciones del Senado de Estados Unidos en 2001, Finvercon le habría vendido en forma fraudulenta una cartera de incobrables del IOCE al Banco de Previsión Social de Mendoza por 20 millones de dólares y habría realizado triangulaciones entre el Banco República y la firma Alpargatas por más de 3000 millones de dólares entre septiembre del ’96 y febrero de 1997, operaciones que fueron observadas por los inspectores del Banco Central. “Finvercon no aprobaría una inspección seria por lavado de dinero”, opinó el contador al regresar de las audiencias en el Senado norteamericano.
A pesar de figurar en el preinforme de la comisión de lavado de Lilita Carrió por el negocio con el IOCE, Finvercon nunca fue investigada en sede judicial. Pero a partir del cruzamiento entre la información financiera pública disponible en la Argentina y la transcripción de los juicios públicos entre Wells Fargo y Finvercon en Estados Unidos (Juan Carlos Fernández and Gustavo Lanzilotta vs. Norwest), es posible adivinar por qué Wells Fargo se fue de la Argentina.
Si bien el fuerte de Finvercon era el negocio de las mutuales, incursionó en otros terrenos aunque quizá de manera poco ortodoxa. Por ejemplo, los emprendimientos agrícolas con beneficios de promoción industrial en Anillaco, La Rioja, en pleno menemismo. Finvercon lo hizo a través de Cerro Plateado, un emprendimiento para cultivar aceitunas en sociedad con la consultora Cohen & Seligra. El presidente de la consultora, que se encargó personalmente de supervisar el desarrollo de Cerro Plateado, es el contador Horacio Seligra, el mismo que meses atrás fue procesado por cobrar reintegros indebidos en Yacyretá por 17 millones de dólares para una firma italiana. Si los americanos investigaron la cuenta Cerro Plateado en 1997, seguramente descubrieron que la empresa era desconocida en la cámara empresarial riojana y que en la dirección había un descampado decorado con un cartel anunciando el emprendimiento y los beneficios fiscales.
También estaba el negocio de la importación-exportación. Uno de los vehículos de Finvercon en el rubro habría sido la firma Open Import, que después de un comienzo promisorio declinó en sus balances hasta que apareció un pedido de quiebra por medio millón de dólares de una firma sanjuanina por un pagaré para importar motonetas desde China. Hasta ahí nada muy inusual. Pero la firma que pedía la quiebra, Valle del Sol, estaba ubicada en el séptimo piso de un departamento de la capital sanjuanina que nunca había albergado un negocio, y la familia que lo habitaba no conocía a la empresa, que además no figuraba en la guía telefónica ni en ningún registro de la cámara de importadores y exportadores de esa provincia.
Después estaban los negocios con los Iurcovich. Además de Colomba, la agencia de turismo que cerró fuertemente endeudada con Finvercon, la empresa Grower, accionista de Bauen Suites, registró un préstamo de 242.000 pesos-dólares con Finvercon y la firma Indal Tec, desprendida de Poliequipos, reportó transacciones financieras con Finvercon hasta el año 2000.
Según un antiguo empleado de la financiera, Marcelo Iurcovich y el ex dueño de Finvercon, Juan Carlos Fernández, eran amigos personales. A mediados de los noventa el empresario hotelero era un asiduo visitante de la financiera, a veces solo, a veces acompañado de otra persona conocida allí como “el gordo del Bauen”. El “gordo” se encargaba de hacer las colocaciones, dijo el ex empleado de la agencia. En los registros de la financiera figurarían Marcelo y Hugo Iurcovich como “cliente sin garantía” pero no habría operaciones registradas a nombre de ellos.
Todas estas operaciones no parecían coincidir con el perfil de la financiera dedicada a los microcréditos para mutualistas que había comprado Wells Fargo, y no tardó en surgir la sospecha de que Finvercon había inflado su cartera para hacer subir el precio de compra, como a veces pasa en estos negocios. A pocos meses de asumir el control de Finvercon, el banco recurrió a la firma Magallanes International Associates, especializada en investigaciones en México y Sudamérica y dirigida por el ex agente del FBI Paul Magallanes. Mientras tanto, Wells Fargo se desprendió de la firma de Grondona y Martínez de Hoz y despidió a los ex dueños de la financiera. Los ex dueños iniciaron juicios en Estados Unidos y Argentina por los despidos y el dinero retenido en el escrow, y los norteamericanos contraquerellaron. La batalla legal duró dos años. Al final, Fernández y Lanzilotta habrían recibido sus indemnizaciones y, en los últimos años, recuperado la totalidad o casi la totalidad del dinero del escrow a medida que los créditos objetados por los norteamericanos se fueron pagando. Cuando el juicio terminó, alrededor del año 2000, funcionarios de Wells Fargo viajaron a la Argentina y dispusieron la liquidación total de la empresa, que actualmente mantiene a un empleado, no tiene activos y aguarda la liquidación final del Banco Central, prevista para el mes que viene.
Ante la consulta de este cronista, Judy Corcoran, vicepresidente de Comunicaciones Financieras del banco, explicó el cierre de Finvercon y la partida de Wells Fargo de la siguiente manera:
“Su consulta me ha sido referida. Wells Fargo Financial (entonces Norwest Financial) compró el negocio de Finvercon en 1997 y operó la entidad prestamista durante varios años. A principios de esta década, mientras la economía argentina cambiaba, Wells Fargo Financial abandonó el negocio y no ha estado involucrado en ninguna operación de Finvercon desde entonces. La transacción de Finvercon no estuvo relacionada de ninguna manera a la fusión de 1998 entre Wells Fargo y Norwest Corporation”.
La relación entre los Iurcovich que controlan el Bauen y Juan Carlos Fernández, ex dueño de Finvercon, no parece haber terminado con la venta de la financiera. Según una fuente bien informada de la city, Fernández sería el “inversor argentino” de Mercoteles, “la empresa argentina que se haría cargo de las inversiones necesarias para la reapertura y nueva habilitación del hotel”, según explica una carta del 2005 de la “familia Iurcovich” al sitio Hoteles y Restaurantes.
El rumor de la compra del hotel por parte de Fernández, ex dueño de Finvercon, despertó en ese momento la curiosidad de operadores de la city, que se preguntaban para qué invertir en un hotel ocupado por sus empleados, por entonces con la expresa autorización de la Justicia, y que además mantenía una disputa con otro empresario que reclamaba su propiedad y que además arrastraba una deuda millonaria con el gobierno de la ciudad.
La respuesta no se hizo esperar: poco tiempo después el macrismo pasó una ley condonando la deuda municipal, la Justicia cedió los derechos de propiedad a Mercoteles y en el mismo fallo ordenó el desalojo de los empleados.
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