EL PAíS › EL TITULAR DE LA POLICIA AEROPORTUARIA EXPLICA LOS ROBOS EN LOS AEROPUERTOS
Marcelo Saín apunta directo al personal de la empresa Intercargo y a la total falta de control de los movimientos de quienes mueven los equipajes. El botín se pone en lockers que comparten todos, por lo que supervisores y jefes no pueden no haberlo visto. Otro caso de robo de dinero en Aeroparque.
› Por Raúl Kollmann
Hace más de dos años, cuando asumió como interventor de la seguridad en aeropuertos y flamante titular de la Policía de Seguridad Aeroportuaria, Marcelo Saín prometió: “Voy a meter bisturí”. Era la explosión del caso de las valijas llenas de cocaína que habían salido de Ezeiza rumbo a España sin ser detectadas, un escándalo que marcó el fin de la Fuerza Aérea como autoridad en los aeropuertos. Con una saca tajeada y robada pese a sus sellos de la Reserva Federal de Estados Unidos, Saín se encuentra con otro escándalo de corrupción al que responder. Lo hace con dureza: “Intercargo es un agujero negro”, “el delegado local debe ser investigado”, “los robos son regulares”. Y revela que en enero de 2006 también se robaron una carga de cien mil dólares, esa vez en Aeroparque. Una clave para romper el sistema de robos constantes es, explica, compartimentar severamente los aeropuertos, de modo de controlar quién sale con quién.
–Hubo un robo de miles de dólares y se encontraron numerosos elementos robados en los lockers. ¿Cómo se saca todo eso del aeropuerto?
–Tenemos muchos indicios de que es personal de Intercargo el que lo saca entre las ropas. El dinero perfectamente lo pudieron meter en una campera o un sobretodo. Hubo media hora entre la descarga del avión y el momento en que es llamada la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA). En enero de 2006 ocurrió lo mismo: tajearon una saca y se llevaron cien mil dólares de Aeroparque. En aquel momento se trataba de una remesa para la empresa Prosegur. Al día siguiente encontramos todo el dinero. Se lo habían llevado, también en el cuerpo. La plata se la repartieron entre personal de aerohandling y un miembro de una empresa de seguridad.
–¿Y qué sucede con los elementos encontrados en los lockers? La Justicia encontró allí cinco cámaras de fotos digitales, una filmadora, un Ipod, un reloj de oro, otros cinco relojes de marca, 97 memorias digitales, celulares.
–Lo mismo. Lo sacan llevándolo encima. Si se comprueba que esos elementos son robados, la lógica indica que esa fue la recaudación de esa noche o, a lo sumo, del día anterior. Porque es obvio que la estrategia no consiste en dejar las cosas mucho tiempo en los lockers. O sea que esos elementos habrían sido robados en las horas previas y estaban listos para ser sacados por empleados entre sus ropas. Eso le da a usted una envergadura de lo que pasa.
–Usted dice que lo encontrado en los lockers demuestra que no se trata de robos aislados sino de una organización criminal.
–Los elementos, presuntamente robados, fueron hallados en lockers que no eran de empleados individuales, sino en lockers colectivos. Es una maniobra hábil: si se produce un allanamiento y encuentran elementos robados, hay una dificultad para hacer una imputación a una persona en concreto. Al estar en un locker colectivo, no queda claro quién puso las cosas allí. En los lockers colectivos se guardan elementos de trabajo que usan todos. La llave la tienen los encargados y supervisores, pero una buena parte de los que trabajan ven lo que hay adentro. Esto muestra que hay encargados, supervisores y empleados que no podían desconocer lo que se escondía adentro. Lo que pasó en Ezeiza es una expresión más de los robos que hay diariamente allí.
–¿Cómo puede ser que una persona se meta cien mil dólares o una cámara digital entre las ropas y la PSA no lo detecte?
–Hace rato que venimos peleando por la sectorización del aeropuerto. Que se dividan tajantemente, por un lado, las áreas de acceso de todos los empleados y, por el otro, el área de acceso restringido. Un empleado pasa de la zona restringida a la zona pública sin que exista en el medio un puesto de control y allí sea revisado. No hay una norma que permita controlar, revisar, a empleados de un organismo público que sale del área restringida. Eso existe en cualquier aeropuerto bien estructurado del mundo. De las pistas a las oficinas administrativas de Intercargo hay un montón de puertas, sin control. Ese es un parámetro básico de seguridad. Tiene que existir una revisión integral de personas y vehículos. Venimos insistiendo desde hace rato con una idea: Ezeiza debe dividirse, de hecho, en tres aeropuertos. Uno de pasajeros, otro de cargas y el tercero es la parte industrial que está al fondo. Y en cada uno, tiene que haber puestos de control riguroso.
–El dirigente gremial de los empleados de Intercargo, Rodrigo Borrás, sostuvo que ningún locker pertenecía a los empleados, con lo que sugirió que las cosas robadas se las plantaron.
–Yo diferencio claramente la reacción del sindicato nacional, la Asociación del Personal Aeronáutico (APA), de la reacción del delegado en Ezeiza. Este último debe ser investigado. Intentó evitar que se cumpla con la orden judicial de revisar los lockers, con lo que da toda la impresión de que sabía que allí íbamos a encontrar elementos presuntamente robados. El operativo de apertura de los cofres se hizo con orden judicial y de por medio hubo un juez y un fiscal. El delegado, que puso en marcha un paro para evitar el allanamiento de los lockers, tiene que ser investigado por obstrucción de justicia y debe investigarse también si tiene algún vínculo con la organización criminal que funciona en Ezeiza. Hizo una pantomima de que todo es producto de una interna entre la Policía y la Aduana, una pantomima de abuso policial, cuando todo se produjo en el marco de un operativo ordenado por un juez y un fiscal.
–¿Se habla mucho de la interna entre la PSA y la Aduana?
–Mire, lo concreto es que el Supara, el sindicato del personal de Aduana, puso en marcha medidas de fuerza y su secretario general, Carlos Sueiro, hizo declaraciones sobre la presunta interna entre la PSA y la Aduana a raíz de la investigación que llevó a la detención de once aduaneros y un policía de seguridad aeroportuaria. El viernes, el juez Santamarina los procesó a todos y nadie habla de eso porque con ello queda completamente desechada esa versión. Así que lo único destacable es que, así como lo hizo el delegado de APA en Ezeiza, el Supara defendió a personas ahora procesadas. Insisto en que vi un comportamiento diferente en APA nacional: no amparó a nadie.
–¿Cuál es la actitud de Intercargo, la empresa estatal para la que trabajan los empleados sospechados?
–Desde que estamos en los aeropuertos, Intercargo es un agujero negro en materia de robos. Las principales organizaciones de ladrones, algunas de ellas integradas por personal policial, tienen la participación de personal de Intercargo. Si yo soy director de una empresa estatal y veo hechos reiterados con una misma modalidad, en la que están involucrados empleados de mi empresa, hago algo, me pongo en alerta. Jamás recibimos un solo llamado de los directores de Intercargo. Me pregunto: ¿no les llama la atención? Nunca nos propusieron trabajar en coordinación para enfrentar el problema. A los directores de Intercargo parece no importarles resolver la cuestión de los robos. Cada vez que se sabe de la existencia de un robo, en el centro aparece la policía, pero no se habla de la responsabilidad de los directores de Intercargo. Se ha dado vuelta la taba: tenemos una policía que detiene a sus propios integrantes cuando existe un robo, mientras que los directores de la empresa estatal hacen la vista gorda. Parece que existe una preocupación por facturar y facturar, pero sin realizar el control ni la supervisión del personal.
–Más allá de eso, todo indica que no es difícil esquivar las normas de seguridad en los aeropuertos.
–Necesitamos inversión y reconversión en materia de infraestructura. El diseño está hecho, Aeropuertos Argentina 2000 lo tiene, pero falta la concreción de lo que serían prácticamente nuevos aeropuertos. Ha mejorado mucho Ezeiza en todo lo que tiene que ver con el área comercial, o sea los free shops, los check-in. Pero no en materia de seguridad. Nosotros presentamos un plan de casi 900 páginas y desde hace seis meses se viene trabajando en el Ministerio del Interior en los requerimientos técnicos, financieros y las licitaciones. Todavía no se aprobó, pero se está trabajando en eso y en las reasignaciones presupuestarias imprescindibles. Nosotros todavía estamos operando con los mismos medios de 2004. Para darle una idea, en Ezeiza hay 270 integrantes de la Policía de Seguridad Aeroportuaria, que se tienen que dividir en los distintos turnos y en los siete días de la semana. El cálculo razonable indica que tiene que haber 700 integrantes de la PSA en Ezeiza. Nos gustaría terminar la intervención con la reglamentación de la estructura orgánica de la PSA aprobada, un régimen de personal, el reencasillamiento de los que integran la fuerza y la integración de los nuevos agentes necesarios.
–Es difícil entender que en Ezeiza, por ejemplo, no haya cámaras en todos los sectores.
–Mire, lo primero es la sectorización. Se usan carritos para poner las valijas, con esos carritos se llevan al avión y hay todo un manejo del equipaje en zonas de paso de empleados de otro sector que, como ya le dije, se mueven de una zona a otra sin ser revisados. Pero, además, efectivamente es imprescindible la inversión en un sistema de cámaras de las zonas restringidas. Las cámaras en sí mismas no son caras, pero si a eso le sumamos el cableado con fibra óptica y la creación de un centro de comando y almacenamiento estamos hablando de una cifra más importante. Ahora bien, para un Estado esa cifra es mínima. Y una estructura similar la tienen todos los aeropuertos más desarrollados. Le agrego otro elemento. Se necesita tecnología también en el tratamiento de los equipajes. Acá hay mucha intervención del personal. Se ponen en cintas, carritos, de ahí al avión. Hoy existen sistemas de automatización en los que la valija es puesta en una cinta, pasa por un scanner donde se ve si hay algún peligro en lo que lleva, el monitoreo de ese scanner se hace desde un centro en el que el personal no está al lado de las valijas, sino aislado, sin contacto con el equipaje; las cintas llevan las cosas casi hasta el pie del avión, allí también hay una cinta que las sube a la bodega y sólo la colocación dentro de la bodega es manual. Todo el proceso se realiza casi en un quirófano, en el que son muy pocos los que pueden entrar y cada instante queda registrado en las cámaras.
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