EL PAíS › LOS ESPECIALISTAS ANALIZAN LA FALTA DE CLIMA ELECTORAL
Si algo distingue esta campaña es el poco clima que la rodea. Aquí, politólogos y analistas explican los motivos por los que se llegó a esta situación y qué puede esperarse hasta la elección.
› Por Fernando Cibeira
Nadie recuerda una campaña electoral de menor voltaje. Una candidata oficialista que se florea como virtual presidenta en ejercicio frente a una oposición que resolvió no abandonar los modales correctos y sólo atina a obtener repercusión a través de imágenes supuestamente ingeniosas (la foto de Roberto Lavagna con una papa en cada mano va camino a convertirse en un ejemplo para el recuerdo). Esta “no campaña” es para los analistas tanto consecuencia de las encuestas de opinión que marcan un resultado inexorable como el ánimo de la gente que tiene aún fresca la crisis y apuesta a la continuidad de una gestión que puede exhibir logros económicos. En ese contexto, imaginan que no hay margen para torcer un triunfo de Cristina Fernández de Kirchner en primera vuelta por cifras inéditas y un posicionamiento de Elisa Carrió como principal opositora a costa de resignar coherencia ideológica frente a un apático Lavagna que no supo encontrarle la vuelta a la campaña.
Para el politólogo Edgardo Mocca lo que denomina “pérdida de dramatismo” de las campañas no es sólo una característica de este momento proselitista ni un derivado tardío del “que se vayan todos” argentino. “Existe un fenómeno generalizado en todo el mundo: hay un retiro de la sociedad respecto de la política”, sostiene. Al caso argentino en particular, Mocca le agregaría el caso de “un gobierno que ha tenido éxito en temas cruciales”, que hace que el electorado no se muestre interesado en el cambio.
Franco Castiglioni, profesor de Ciencias Políticas de la UBA, justifica el desinterés de la ciudadanía en la mala elección de la oposición a la hora de elegir los temas de debate. “Hablan de la calidad institucional y con eso no logran entusiasmar a nadie”, asegura.
En tono de desencanto, el sociólogo e investigador del Conicet Marcos Novaro pasea su mirada por el horizonte electoral y lo encuentra “un poco penoso”. Analiza que el quietismo social tiene que ver con la desaparición de los partidos políticos como supimos conocerlos y con la abultada tesorería del Estado. “Mientras el Gobierno tenga plata todo va bien. La gente dice: ‘tratemos de que todo siga igual’, y no importa que el Gobierno pueda hacer cualquier dislate”, sostiene.
El analista político Rosendo Fraga coincide en hacer hincapié en la crisis del sistema de partidos aunque a eso le añade lo que llama “la territorialización de la política”. Catorce distritos votaron a lo largo de 2007 sus autoridades separados de la elección nacional, lo que se traduce, explica, en una menor movilización para el 28 de octubre en los provincias en las que no hay gobernaciones ni intendencias en disputa.
El rol de Cristina Kirchner es criticado. Por no aceptar el debate con sus adversarios, rehuir de las preguntas de los medios y esquivar definiciones sobre los temas más candentes. No obstante, si se lo juzga por los resultados, reconocen los analistas, la senadora transitó el sendero que más le convino. Hay quienes encuentran buenos momentos en su campaña. Castiglioni juzga un acierto haberse presentado como una continuidad de lo actual pero con mejoras. “Ella dice ‘tengo un sueño’, explicando que éste no es un modelo acabado. Eso genera más ganas de votarla entre la gente”, subraya.
Novaro, en cambio, entiende que el voto al oficialismo viene “un poco tristón”, poco convencido. “¿Cuál es el valor del voto a Cristina Kirchner? Es escaso”, define.
El número dos
Ante a este panorama adormecido, lo más interesante para Mocca es la disputa abierta por ser el segundo o, visto desde otro lado, el primer opositor. “Hicieron una lectura diferente de la realidad. Lavagna se paró en una posición racionalista, mostrándose como un continuador mejorado del kirchnerismo. Carrió, en cambio, no se preocupó tanto por buscar gobernabilidad. No tuvo problemas en virar de una centroizquierda hasta una posición antikirchnerista ‘prepolítica’, juntando todo lo que está en contra del Gobierno, desde su política para el campo hasta la de derechos humanos”, analiza.
Según su criterio, el haberse convertido en “canal de bronca” para quienes estén más enojados con el Gobierno le viene permitiendo realizar una campaña más vistosa. En cambio, a Lavagna lo ve con un andar más desganado y con un entorno de radicales alfonsinistas y ex duhaldistas que lo hacen aparecer más vinculado al pasado que como algo nuevo.
Castiglioni coincide en la incidencia perniciosa del radicalismo en la imagen del ex ministro pero, en cambio, no cree que Carrió haya dejado de lado la gobernabilidad en su discurso. “Al presentarse junto a (Alfonso) Prat Gay como su ministro de Economía dio un paso en ese sentido. No le permitió a Lavagna que se quedara con el ‘saber técnico’”, explica.
Novaro da menos vueltas sobre la cuestión. “Lavagna no sabe de qué se trata la competencia política. Es decepcionante. Daría la sensación de que él cree que la gente le debe algo y está esperando que se lo reconozcan”, señala. De Carrió, dice que se convirtió en una candidata “comodín”. “Cada uno la vota pensando que es una cosa distinta, así concentra el antikirchnerismo”, sostiene.
Rosendo Fraga resalta lo evidente: los candidatos opositores no han conseguido mostrarse como una alternativa política potable. Asegura que en los últimos meses el Gobierno viene perdiendo puntos de imagen positiva pero que ni Carrió ni Lavagna han sabido capitalizarlo. “No aparece como una elección competitiva”, sentencia.
La definición
Lo que los analistas no entienden es que Carrió y, sobre todo, Lavagna se mantengan en una actitud de campaña pasiva siendo que así no les va nada bien. “Hay lugar para una campaña ofensiva, con denuncias y cosas así pero por lo que dijeron ambos no están pensando en eso”, dice Castiglioni. “Me llama la atención que no haya una actitud más agresiva. Hay un clima relativamente favorable para eso y Lavagna no tiene nada que perder”, agrega Novaro.
Pero Mocca es de la idea de que mucho más no pueden hacer ante un Gobierno que se muestra dueño de la cancha y con viento a favor. Con sólo tres semanas por delante, para él lo que ahora está en juego es el 29 de octubre. Es decir, cuál de los dos puede arrogarse el papel de cacique opositor al kirchnerismo. Para eso no solamente necesitan quedarse con el segundo puesto en la elección, sino también hacer un papel decoroso. “El escrutinio los tiene que dejar en un buen punto de lanzamiento para el 2011, para eso deben sacar no menos de un 20 por ciento. Sacar un 15 por ciento, aunque salgan segundos, no les sirve”, añade.
Claro que el día después de la elección entran en juego otros protagonistas que hoy están en un costado, como Mauricio Macri, Hermes Binner y hasta, según algunos de los consultados, Daniel Scioli, quienes seguramente tendrán un papel destacado en la próxima presidencial.
Otro enigma a desentrañar será el destino del sistema de partidos, que los analistas señalan como un factor fundamental del quietismo de la campaña. “Estamos en transición hacia un sistema político que no sabemos cómo se va a ir definiendo. Por ejemplo, cómo se presentará el próximo peronismo”, afirma Castiglioni.
Una vez más, Novaro la ve peor. “Los Kirchner armaron una coalición con todos los que gobiernan y han contribuido a debilitar a todos los partidos. Es una gran coalición pero inefectiva”, sostiene.
En lo que todos coinciden es que es muy difícil que en el futuro se repita una campaña tan desangelada. Los protagonistas serán otros y los tiempos que corran también.
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