EL PAíS › UNA CHARLA DE TONY NEGRI EN LA UNIVERSIDAD DE SAN MARTIN
El italiano Tony Negri está en la Argentina invitado por la Universidad de San Martín. El extremismo de centro, explica, es una tendencia política que tiende a instalarse en el mundo reemplazando la antinomia derecha-izquierda. El desafío de la relación entre Gobierno y movimientos sociales.
› Por Facundo García
El italiano que camina hacia el escenario mientras se enreda poniéndose un pulóver se llama Tony Negri. Es uno de los analistas más controvertidos de la izquierda, al punto de que Imperio, la célebre obra que escribió junto a Michael Hardt, sigue erizando las barbas de más de un marxista. Tal vez por eso el auditorio colmado de la Universidad Nacional de San Martín lo espera en vilo, sabiendo que sus diagnósticos llegarán con dosis apabullantes de riesgo teórico y erudición. El público no se equivoca: durante las dos horas que siguen, el filósofo disertará sobre el sentido que para él debería tener la política, en lo que presenta como una nueva etapa que hará que la palabra “posmodernismo” empiece a sonar a viejo. Negri despliega una cartografía provocadora del mundo contemporáneo y deja en claro más de una vez que Latinoamérica se le presenta como una de las regiones más interesantes para vislumbrar lo que se viene.
La reunión forma parte del ciclo “Biopolíticas después de Foucault” y arranca con pocos preámbulos. “La actual fase, que empezó con la caída del imperio ruso y que muchos llamaron posmodernismo, ha terminado”, sentencia Negri. “El clima de incertidumbre sobre el que Estados Unidos intentó dar un golpe de Estado global terminó en fracaso para los norteamericanos. Asistimos ahora a una nueva vuelta de tuerca.” La prueba más evidente de esta derrota sería el estancamiento en Irak, seguida según Negri por la aparición de un multilateralismo continental. “A partir de esta alteración, el derecho y las relaciones internacionales se reconfiguran de a poco y el mercado logra mantenerse en su lugar preponderante.”
Negri está convencido de que Bush y sus secuaces están en problemas. Pero no sólo ellos. En la volteada, la reorganización de las redes mundiales de poder se estaría llevando a las democracias parlamentarias y a los Estados. “Figuras de impotencia se acumulan, al punto de que en la mayoría de los países reina lo que Etienne Balibar ha llamado ‘extremismo de centro’; una tendencia que reemplaza la antinomia entre derecha e izquierda por una especie de deriva continua”, señala. ¿Qué hacer? Negri subraya como posible paso inicial el esfuerzo por entender el funcionamiento de las viejas estructuras en esta fase crítica. “El problema es que la ley, tal como la conocimos en la modernidad, ya no funciona. Es decir, los mecanismos del Estado no pueden garantizar el gobierno de lo concreto.”
Es irónico saber que el hombre que habla de esta “impotencia” estatal tuvo que vivir en cárceles de su país entre los años 1979 y 1983, encerrado a causa de su militancia en la agrupación Autonomía Obrera. Sólo pudo salir cuando fue elegido diputado. Para él, los analistas de centro y de derecha que se pusieron de moda mientras él estudiaba entre rejas siguen obsesionados por encontrar medios administrativos, financieros y sociales que permitan reproducir la dominación. “Aunque van a encontrarse con grandes inconvenientes, porque intentan contener un cuerpo social que se presenta cada vez más dinámico”, asegura.
El autor de Europa y el Imperio (2005) y Multitud (2005) se entusiasma al referirse a algunas experiencias de Bolivia y Venezuela. “Lo llamativo –destaca– es que, en la historia del derecho, el poder de imponer normas a las sociedades había sido definido como un poder que ordenaba al costo de no entrar en el sistema controlado. La nueva situación plantea algo así como ‘fuentes internas del derecho’.” La aparición de grupos que se regulan a sí mismos e incluso las propuestas de “constituciones sin Estado” pondrían en el tapete un asunto que cada vez despierta más debates: la posible relación entre movimientos populares y gobierno.
Para el filósofo nacido en Padua hace setenta y cuatro años hay también otros ejes. “Hoy la producción es cada vez más social, más vinculada con lo inmaterial y lo cognitivo –prosigue–; por eso es que el nuevo sistema necesita formas de dominio que le permitan crear individuos a la medida de sus necesidades.” La fiebre por comprar la última novedad tecnológica o las crisis existenciales de quienes deciden llegar a gerentes a pesar de la gastritis tendrían raíces políticas. El poder del Imperio –no localizado, no centralizado y extendido en forma de red– se dedica cada vez más a diseñar formas de vida que le garanticen su supervivencia. “Nos encontramos –enfatiza Negri– ante una red biopolítica caracterizada por la construcción permanente de subjetividades y, a través de ellas, de procesos de producción y valorización.”
Ante este sistema que penetra hasta los mecanismos con los que se generan las costumbres, la propuesta es pensar la acción política desde una atalaya poco utilizada. “El poder no es lo mismo para todos. El que lo tiene y el que lo combate lo ven como cosas distintas. De hecho, quien lucha contra lo impuesto está tratando de colocar en su lugar otra cosa, no homologable”, grafica el analista.
De esta manera, uno de los caminos de reconstrucción del campo popular sería la recuperación de lo “común”, entendido como aquello que pertenece a un grupo de personas y no al Estado. Lo compartido es lo que permitiría generar un poder constituyente en una región donde la acción estatal ha estado asociada con la violencia. “Precisamos narraciones que nos ayuden a entender la contemporaneidad y a diseñar estrategias. No hay nada de anárquico en eso. Sentimos necesidad de organizarnos y tendremos que construir ese orden a partir de lo ‘común’”, se entusiasma, cerca del final. “Maquiavelo –remata– decía que para tener el poder hacía falta dinero y armas. Yo modificaría un poco la frase y diría que lo que le hace falta al pueblo es la posibilidad de formar instituciones. Entonces demos al pueblo esas armas que precisa para construir sus instituciones.”
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