Mar 06.11.2007

EL PAíS

De la Rúa y Pontaquarto estuvieron cara a cara

El careo no aportó demasiado en la causa por los sobornos en el Senado. El ex presidente de la Alianza insistió en negar la existencia de la reunión donde se pactó el pago de coimas para sacar la reforma laboral.

Mario Pontaquarto entró con su abogado al despacho del juez federal Daniel Rafecas para carearse con Fernando de la Rúa. Era una de las audiencias en las que había puesto más expectativas el arrepentido de la causa de los sobornos en el Senado de la Nación. Frente al ex mandatario debía poner a prueba la existencia de la reunión en la Casa de Gobierno en las que se acordó el pago de las coimas a los legisladores para aprobar la reforma laboral. “Pero el careo fue más o menos”, indicó después. “Es como que De la Rúa no tenía ganas de discutir, no estaba dispuesto a las preguntas, lo vi como muy sumiso y como que enseguida se ponía nervioso. Creo que lo desestabilizó el procesamiento de la semana pasada y está medio golpeado.”

El juez Rafecas convocó al ex mandatario y a quien en 2003 confesó haber pagado los sobornos a los senadores para un careo. En la investigación hay nueve ex funcionarios y ex senadores procesados y embargados por la causa de las coimas que esperan ahora la sustanciación del juicio oral. En ese círculo áulico quedó fuera Fernando de la Rúa, el único con su situación procesal aún pendiente. En ese sentido, el careo de ayer fue clave. Rafecas lo convocó para contrastar dos contradicciones del expediente entre sus dichos y las acusaciones de Pontaquarto. Luego de escucharlo, Rafecas tiene diez días para disponer o rechazar su procesamiento.

El primer punto se trató de la reunión que se hizo en la Casa de Gobierno a fines de abril de 2000 en la que, según Pontaquarto, De la Rúa dijo aquello de “eso arréglenlo con Santibañes”. Según su denuncia, el ex presidente mencionó al ex jefe de la SIDE Fernando de Santibañes al referirse al dinero para pagar las coimas destinadas a la aprobación de la ley en el Senado. Una reunión que De la Rúa hasta ahora siempre había negado, negando tanto la reunión como la presencia de Pontaquarto en esas condiciones de intimidad en la Casa Rosada.

En el día de ayer, el ex mandatario no cambió demasiado. Ante Rafecas repitió lo que sostuvo hasta ahora, pero agregó, épico: “En la Casa de Gobierno no se realizaban reuniones secretas”. En ese contexto dio cuenta de lo que viene diciendo públicamente en los últimos tiempos sobre el avance de este tipo de causas y sobre las denuncias que aún pesan sobre el ejercicio de su mandato: “Vengo” a la cita para “afrontar la operación política que causó el derrumbe de mi gobierno y a desmentir categóricamente esta infamia”, recordaron más tarde sus defensores Miguel Angel Almeyra y Jorge Kirszembaum.

El segundo aspecto del careo avanzó sobre otro costado áspero: la relación de Pontaquarto y el ex mandatario, un vínculo del que por primera vez el ex presidente dijo algo. Dejó de decir que no lo conocía. Y aceptó que lo conoce “superficialmente” desde 1983, porque era un dirigente de Luján que había estado con él en la campaña. Pero mucho, aclaró, “no me gustaba”.

Eso es una de las cosas de las que tomaron nota los careados. Pontaquarto estaba con su abogado Hugo Wortman Jofre. Hasta ahora siempre había dicho que tenía una relación “estrecha” con el ex presidente, al punto que le entregaba cheques en blanco de 150 mil pesos ya firmados. En ese contexto, Pontaquarto se defendió. Dijo que esa relación existía y que por eso se hizo cargo de seis empleados de De la Rúa cuando asumió la Jefatura de Gobierno de la ciudad y abandonó el Senado.

“Yo tuve a su gente seis meses conmigo –explicó Pontaquarto– porque me lo pidió su hijo, Antonio, que me citó a una reunión en la fundación que ellos tenían en Callao y Rivadavia para solicitarme que le pida a Ruckauf que algunas personas que estaban trabajando en el Senado pasen a la secretaría parlamentaria. Entre esas personas estuvo Claudia Cassano, que era secretaría privada de De la Rúa.”

Parte de este relato fue transcripto a una primera versión de la audiencia de hoy, pero luego se borró a pedido de las partes. En una especie de pacto, el ex mandatario le dijo a Pontaquarto que él retiraba aquello de “ya no me gustaba” si sacaba toda la explicación. Las partes acordaron, y el párrafo desapareció como no si hiciera falta.

En la causa están procesados y embargados por supuesto “cohecho” el ex ministro de Trabajo Alberto Flamarique; el ex jefe de la SIDE Federico de Santibañes y los ex senadores Emilio Cantarero (PJSalta), Remo Costanzo (PJRío Negro), José Genoud (UCRMendoza), Ricardo Branda (PJFormosa), Augusto Alasino (PJEntre Ríos) y Alberto Tell (PJSalta).

La de ayer fue la cuarta indagatoria de De la Rúa. Pontaquarto reimpulsó la investigación hace cuatro años con su denuncia que aseguró que el 18 de abril de 2000, por orden del entonces presidente De la Rúa, retiró cinco millones de dólares de la SIDE destinados al pago de las coimas para la aprobación de la ley laboral. La orden salió de la reunión en el despacho de De la Rúa en la que Genoud, jefe de senadores del bloque radical, les dijo que los peronistas pedían algo a cambio si votaban la ley de reforma laboral. En cada presentación, De la Rúa rechazó la acusación por supuesto “cohecho activo” e incluso llegó a escribir un libro que ayer ofreció nuevamente y por cuarta vez como prueba.

“Siempre la ofrezco, pero nunca me lo terminan de tomar”, dicen que dijo los que estaban presentes.

El resto de los procesados espera el juicio oral con Pontaquarto que se encuentra enmarañado con los efectos de la causa: “Yo no vengo a negociar nada como arrepentido –dijo–, no quiero que se me baje la condena como hacen los que hablan en Estados Unidos, lo que estoy pidiendo es que se termine con esta historia, de una vez”.

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