“Cualquier acción que se intentara para proteger la industria nacional era considerada en contra de los intereses de los Estados Unidos y favorable a la Unión Soviética, por lo tanto (quien la efectuaba) era comunista.” El coronel Horacio Pantaleón Ballester, del Centro de Militares para la Democracia Argentina (Cemida), declaró ayer ante el Tribunal Oral Federal (TOF5) en una nueva audiencia del juicio oral y público al ex prefecto Héctor Febrés de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). En esa audiencia, Ballester habló de lo que significaba la palabra “comunista” para los militares de la época e indicó que durante la dictadura se violaron normas de las Fuerzas Armadas porque “ningún reglamento militar contempla la aplicación de tormentos”.

En la audiencia de ayer, Ballester dio cuenta de lo que significaba la doctrina de seguridad nacional, de la instrucción militar en Panamá en la Escuela de las Américas y de la coordinación de las fuerzas represivas de los ejércitos del cono sur como parte de la doctrina del Plan Cóndor.

En ese momento, el trabajo en Argentina consistía en “mantener el orden interno del país combatiendo al comunismo”, explicó. Y era comunista “todo aquel que se opusiera al sistema”, dijo este experto en reglamentos y normativa de las Fuerzas Armadas. Ballester, que es militar retirado, no conoció a Febrés ni visitó la ESMA entre 1976-1983. Febrés en cambio estuvo ahí, y es juzgado por violaciones a los derechos humanos a Carlos Alberto García, Alfredo Julio Margari, Josefa Arminda Prada de Olivieri y Carlos Gregorio Lordkipanidse, sobrevivientes del centro clandestino de detención que funcionaba en la ESMA.

“Si hubo tortura no se puede hablar de obediencia debida –explicó Ballester–, porque los reglamentos militares son claros” y “los tormentos no están contemplados” en ellos. El testigo mencionó el aprendizaje que recibieron los militares argentinos de la Escuela de las Américas en Panamá como uno de los factores que dieron paso a metodología que preveían la extorsión y los tormentos al “enemigo”. En ese contexto, habló del Plan Cóndor, que preveía la posibilidad de perseguir a opositores políticos aun fuera de los límites nacionales.