Expertos en política española analizan la posibilidad de modernizar el PJ a semejanza del PSOE, que se diferencia por su homogeneidad ideológica.
› Por Oscar Guisoni
Desde Madrid
“Imagino que debe ser más sencillo gobernar la Argentina que reorganizar el peronismo.” Con estas palabras, Elena Valenciano, secretaria de Relaciones Internacionales del Partido Socialista Obrero Español y una de las mujeres que mejor conocen el funcionamiento interno de esa organización política, manifiesta su sorpresa ante la idea del ex presidente Néstor Kirchner de tomar al PSOE como un modelo para intentar resucitar y conducir al maltrecho Partido Justicialista.
“Me parece muy bien que el peronismo se modernice”, afirma Valenciano durante el transcurso de la charla que mantuvo con Página/12 en medio del ajetreo de la campaña electoral española. “Aunque me cuesta imaginar en qué medida el PSOE puede servir de modelo, ya que nuestro partido está estructurado territorialmente de acuerdo a una realidad muy compleja como es la española y que tiene muy pocos puntos en común con la argentina.”
El Partido Socialista español que tanto fascina al ex mandatario argentino es una institución política centenaria cuyo modelo organizativo es muy similar al de “otros partidos socialdemócratas europeos como el SPD alemán o el Partido Socialista sueco”, explica Valenciano. La base de esta organización, piramidal y democrática a la vez, son las agrupaciones locales de afiliados que nombran los delegados que forman las comisiones ejecutivas provinciales y regionales, para concluir en la pirámide de la formación en la Comisión Ejecutiva Federal, máximo órgano de decisión política del partido. Además, existe el Congreso Federal, formado por delegados de los afiliados y que se convoca cada tres o cuatro años para elegir candidatos, dirimir la plataforma política y elegir autoridades partidarias. Es un organismo soberano de última instancia donde se resuelven las principales disputas de poder interno.
“Para ser considerado afiliado al partido hay que pagar una cuota anual”, explica a Página/12 Anabel Diez, una de las periodistas del diario El País que más conocen el funcionamiento interno del PSOE. “Hasta hace unos años existía un problema con el padrón porque no estaba actualizado –afirma–. El ex secretario general del partido Joaquín Almunia cambió esta situación y ahora el que no tiene las cuotas al día no tiene derecho a votar en las internas.” Para reforzar su financiamiento, el partido exige a sus militantes que ocupan cargos públicos que entreguen parte de su sueldo a la organización. Cuanto mayor es el ingreso que proporciona el puesto, mayor también es el porcentaje que va a alimentar las arcas partidarias.
Hasta aquí no hay elementos que permitan afirmar que el modelo no puede ser implementado en el PJ. Aunque Elena Valenciano tiene sus reservas. “Hay que tener en cuenta que España es un país federal con realidades regionales muy particulares”, explica la diputada socialista. “Por ejemplo: el Partido Socialista Catalán (PSC) tiene sus propios estatutos”, y está asociado al PSOE aunque tiene autonomía propia a la hora de tomar decisiones políticas. Y en muchos casos la ejerce, dejando descolocado al partido a nivel nacional cuando resuelve en sentidos opuestos a la línea política dictada desde Madrid.
Sin embargo, según Valenciano, el principal problema a la hora de trasladar el modelo organizativo del PSOE al PJ es que “el peronismo tiene corrientes internas organizadas que van desde la extrema izquierda a la extrema derecha y el partido socialista, en cambio, es mucho más homogéneo ideológicamente”. Dentro del PSOE sólo existe como corriente interna la Izquierda Socialista, con un rol más testimonial que de auténtico poder interno.
Dentro del Partido Socialista, además, existen reglas no escritas que sin embargo forman parte de la tradición centenaria de la organización. Una de ellas dicta que mientras un candidato gane elecciones no se lo cuestiona, por lo que es muy difícil que se tenga que ver obligado a revalidar su cargo convocando a elecciones internas. Como en España existe la reelección indefinida de intendentes, gobernadores e incluso presidente del gobierno, es muy común encontrar dentro de la estructura partidaria a dirigentes que llevan en los máximos cargos ejecutivos más de veinte años, como es el caso del gobernador de Andalucía, Manuel Cháves, que además es presidente el PSOE a nivel nacional. Cháves lleva cinco mandatos consecutivos al frente de la mayor región española en cantidad de habitantes y el próximo 9 de marzo va a por el sexto. Para cuestionar su poder haría falta conseguir el apoyo de un número significativo de afiliados, algo impensable dentro del partido gracias a la tradición de no cuestionar a los que ganan.
Tampoco existe dentro de la organización la tradición de elegir a sus candidatos presidenciales mediante internas, aunque esto comenzó a cambiar con el anterior secretario general del partido, Joaquín Almunia, candidato a presidente derrotado por el conservador José María Aznar en el 2000 y que luego organizó y perdió las primeras primarias con voto directo de sus afiliados realizadas en el PSOE, a manos del actual presidente José Luis Rodríguez Zapatero en 2004. Ahora Zapatero va a por su reelección y mientras siga ganando nadie se animará a cuestionar su rol de secretario general y será el candidato presidencial cantado. “Por lo que sé del peronismo –concluye Elena Valenciano–, es muy difícil establecer una comparación y mucho más implementar nuestro modelo en un país tan diferente como Argentina. De todos modos, no lo critico. Me parece muy bien que Kirchner lo intente.”
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