EL PAíS › OPINION
› Por Sara Rietti *
Al correr de la pluma y sin mucho protocolo quisiera expresar mi admiración y respeto a Mempo Giardinelli por su intervención en relación con el tren bala en la edición de Página/12 del domingo 10 (ver “Los trenes bala: carta abierta a la Presidenta”). Y, a la vez, proponer a todos los que fuimos convocados por la polémica con el ministro de Ciencia y Tecnología, Lino Barañao, a raíz de su entrevista en este diario, que encabecemos una carta de apoyo sobre la cuestión. Mempo nos ha dado un ejemplo de la riqueza de una mirada política y comprometida sobre un tema que, en forma estricta, podría ser considerado de política tecnológica. En cuyo caso llevaría a sesudas intervenciones de tecnólogos, más las de científicos “duros” y “blandos”. En cambio, él habla y se compromete con la inteligencia y sensibilidad de un agudo intelectual, que asume la voz de los que no la tienen, o no se oye... Sin tecnicismos, los imprescindibles, lo propio de una lectura inteligente de los datos del problema (sin apelar a la “metodología de la investigación”). Para mí, maestra “ciruela” por vocación, representa una lección para científicos sociales y “duros”. Todos, unos y otros, en cuanto nos descuidamos, nos deslizamos hacia la polémica académica, formato paper; y caemos en el viejo vicio que ya en los ’60 del siglo pasado Oscar Varsavsky denunciara como cientificismo... ¡Chapeau, Mempo! Un ejemplo para todos los que ocupamos un lugar en la estructura de una universidad, que ha sido “domada” con mucha “evaluación” e “incentivos”... de tal manera que no nos queda resto para los grandes temas.
* Coordinadora académica del posgrado en Política y Gestión de la Ciencia y la Tecnología (UBA).
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