Mié 20.02.2008

EL PAíS  › HARGUINDEGUY FUE ARRESTADO TRAS SER VISTO EN PINAMAR

Final abrupto de vacaciones

El ex ministro del Interior de la dictadura fue detenido y llevado a Tribunales por su responsabilidad en el secuestro de los empresarios Federico y Miguel Gutheim. La jueza Servini de Cubría dispuso su arresto domiciliario.

› Por Victoria Ginzberg

Llevaba un bastón y estaba un poco encorvado. Caminó los pasos que separaban el juzgado de María Servini de Cubría del ascensor apoyando mal un pie, pero sin usar el bastón. Se le notaban los 81 años, pero estaba lejos de la decrepitud. Mantenía las canas y los anteojos grandes, su marca registrada. Así se lo vio al represor Albano Harguindeguy, ministro del Interior de Jorge Rafael Videla, en el tercer piso de los tribunales federales de Comodoro Py. Eran casi las dos y media de la tarde. Acababan de comunicarle que volvía a quedar detenido.

Harguindeguy fue arrestado por el secuestro de los empresarios Federico y Miguel Ernesto Gutheim en 1976. En esa causa, el juez federal Norberto Oyarbide dispuso en septiembre de 2006 la nulidad del indulto que benefició al ex ministro de Interior, al ex ministro de Economía José Alfredo Martínez de Hoz y al dictador Jorge Rafael Videla. En ese momento, el magistrado anuló el perdón pero no ordenó arrestos.

Hace diez días, un guardavidas alertó sobre la presencia de Harguindeguy en una playa de Pinamar. A partir de esa noticia, la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación pidió su detención en tres causas en las que el ex ministro está involucrado: el secuestro de los Gutheim, el Plan Cóndor y el plan para ejecutar el golpe militar del 24 de marzo de 1976. La jueza Servini de Cubría –en reemplazo de Oyarbide– mandó a detenerlo. Lo hizo a través del Ministerio de Defensa: el Ejército lo arrestó en su casa y lo llevó a tribunales.

De pantalón claro y saco azul, Harguindeguy se presentó ante Servini de Cubría y revocó el poder de su antiguo defensor Jaime Smart –a su vez acusado por el secuestro de Jacobo Timerman– y pidió que le designaran un abogado de oficio. Al solicitar el beneficio de arresto domiciliario, adujo problemas de salud, además de haber pasado los 70 años. La jueza resolvió que, por el momento, quedara preso en su casa –dio un domicilio de Los Polvorines– y ordenó que el Cuerpo Médico Forense hiciera un informe sobre su estado físico.

Harguindeguy está acusado de la desaparición de Federico y Miguel Ernesto Gutheim. Ambos fueron secuestrados y luego puestos a disposición del Poder Ejecutivo nacional para obligarlos a que su empresa cumpliera con un contrato de exportación que le permitiría a la dictadura obtener una línea de créditos desde Honk Kong. Martínez de Hoz y Videla también están involucrados en este caso. Al ser beneficiado con el indulto en 1989, el ex ministro del Interior estaba en la cárcel. No así Martínez de Hoz, que había sido liberado. Por eso, por el momento, el ex ministro de Economía no está en una celda. Su situación podría cambiar si la Cámara Federal confirma la anulación del indulto dispuesto por Oyarbide.

Harguindeguy también estuvo preso por su responsabilidad en el Plan Cóndor. Fue arrestado en 2004 en la causa en la que se investigaba la coordinación represiva de las dictaduras latinoamericanas durante la década del ’70, pero fue excarcelado dos años después. Este expediente está cerca de ir a juicio oral. Además, el represor figura en un pedido de arresto internacional –también por el Cóndor– realizado por la Justicia italiana.

“La medida dispuesta repara la gravísima incongruencia jurídica de que uno de los principales responsables del terrorismo de Estado siga gozando impunemente de libertad, ofendiendo así la conciencia democrática de la sociedad argentina”, expresó el secretario de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde, sobre la detención de Harguindeguy.

En Madres y Abuelas de Plaza de Mayo también hubo satisfacción. “Causa alivio en la sociedad en general”, dijo la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto. Nora Cortiñas, de Madres Línea Fundadora, sostuvo que “era hora que le tocara a este personaje, que era llamado ‘el carnicero’ cuando empezó la última dictadura”. Era al despacho del entonces ministro del Interior que las Madres y Abuelas concurrían durante la última dictadura para pedir noticias sobre sus hijos.

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