EL PAíS
• SUBNOTA › ABELLI, DIRIGENTE
“Ninguna empresa se fundió”
› Por Martín Granovsky
“Además de agradecer, repetimos nuestro lema: ocupar, resistir y producir, dijo a Página/12 José Abelli, un rosarino de 46 años que fundó el Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas por los Trabajadores y hoy es uno de sus secretarios.
–Estamos muy contentos, pero no queremos solo hechos puntuales sino políticas públicas que contemplen el problema del desempleo –pidió Abelli.
–Déme un ejemplo de política pública.
–Formar un fondo de capital de trabajo. Los trabajadores tenemos el capital humano. Sabemos producir y administrar pero no tenemos dinero ni somos sujetos de crédito. Sin embargo, quedó acreditado a través de 100 empresas y 10 mil puestos de trabajo que somos los únicos capaces de sostener el empleo. Los 120 mil millones de dólares de argentinos en el exterior no van a volver al país para inversión productiva ni seremos beneficiados por un Plan Marshall. Por eso, así como el Estado invierte en salud pública y educación, debe invertir en trabajo. Aun si tuviésemos un crecimiento del 6 por ciento harían falta cinco años para volver al Producto Bruto Interno del ‘95 o ‘96. Por eso pedimos políticas que contemplen la expropiación de los activos productivos de las empresas quebradas y los transfieran a los trabajadores.
–El problema es qué hacer después de la quiebra.
–Hace pocos días salió publicado el remate de la ex Noel en la Boca por 400 mil pesos de base. En Rosario se acaba de rematar la empresa de acoplados Montenegro (incluyendo la marca y el predio) en 360 mil pesos. En todos los casos hay quiebras millonarias, de 10 o 15 millones para arriba. En todos los casos, el 70 por ciento de las deudas de la quiebra es con el Estado y se les debe dinero a los trabajadores, en salarios caídos e indemnizaciones. Si un establecimiento sale a remate a precio vil, no habrá recuperación de activos productivos.
–¿Cuál es la alternativa?
–Considerar a las empresas quebradas como activos sociales. Los acreedores tienen que entender que no es lo mismo el valor de una empresa cerrada que una empresa abierta, funcionando y produciendo es otra cosa. Si por la quiebra hubiéramos dejado que cerrara la fábrica de tractores Zanello, hoy no tendríamos tractores en un país que produce alimentos para 300 millones de personas.
–¿Las leyes alcanzan?
–No. ¿Por qué no dictar una ley de emergencia que contemple salvar a las empresas en quiebra y transferir patrimonio a los trabajadores, sobre la base de la deuda acumulada? El problema hoy es el privilegio de los bancos a través de la hipoteca y la prenda. Pero ni a ellos les sirve un clavo, porque se convierten en inmobiliarias a pérdida.
–¿Tienen algún modelo internacional?
–En España Felipe González recuperó 17 mil empresas con las sociedades anónimas laborales. Acá el Instituto Nacional de Acción Cooperativa es una caja vacía que solo da matrículas o que la Secretaría de la Pequeña y Media Empresa no disponga de créditos para bancar la producción. En Rosario, el presupuesto dispone de 11 millones de pesos para cultura y 800 mil pesos para la Secretaría de Producción, Comercio Exterior, Empleo, Cooperativas y Mutuales. Eso quiere decir que el Estado no tiene políticas de empleo. Y no es que pedimos menos cultura. El lunes último conversamos con Aníbal Ibarra este tema y él se comprometió con la cuestión del empleo.
–¿Cuánto ganan los obreros en las empresas recuperadas y cuánto subió el empleo?
–Unión y Fuerza en Avellaneda, de fundición de caños, incrementó la cantidad de personal en 20 trabajadores, pasando de 30 a 50. Ahí ya cobran un salario de 1500 pesos. La Unión Papelera Platense, que recupera papel,creó 40 puestos de trabajo más. Impa, de aluminio, pasó de 60 trabajadores a 130. Mil Hoja, de Rosario, que hace tapas para empanadas, está primera en ventas en Santa Fe en ese segmento. Zanello pasó de 60 trabajadores en marzo a 240 trabajadores ahora y tiene el 80 por ciento del mercado nacional de tractores.
–¿Es obligatorio formar cooperativas?
–No. Zanello es una sociedad anónima donde los trabajadores tenemos el 33 por ciento. El 33 lo tienen los concesionarios, que pusieron el capital de trabajo, y el otro 33 lo tiene el personal jerárquico y superior, que a su salario agrega un complemento tomado de su parte en la propiedad. El 1 por ciento, en un ejemplo de políticas públicas, lo tiene el Estado municipal de Las Varillas. La envergadura de Zanello obligó a una negociación más compleja, pero no por eso dejamos la autogestión. Desde el gerente general al último operario gana el salario de convenio más el laudo 29 de la UOM, un refuerzo salarial. En total, 540 pesos. Ahí decidieron ganar todos lo mismo porque ése es un nuevo consenso ante la crisis y porque hace falta generar capital. En una cooperativa nadie puede ganar más de cuatro veces que el que menos gana.
–¿Por razones legales?
–No. Es un reglamento interno autoimpuesto que tiene que ver con la distribución de la riqueza. Las experiencias son interesantísimas. En Impa los ingenieros decían que no se podía recuperar aluminio y que había que comprarlo a Aluar, un monopolio. Hoy, el 100 por ciento de las toneladas que fabrica Impa es material reciclado. Esa reingeniería la hicieron los trabajadores.
–¿Qué pasa si la empresa pierde?
–Desaparecen los costos superfluos y los dividendos. Entonces tenemos mejores condiciones de competencia. Nadie cobra diez veces los salarios de un operario. En Ghelco el que era sereno es presidente y el actual tesorero era operario de mantenimiento. En medio de semejante crisis, ninguna empresa se fundió y todas están funcionando. Incluso muchas crecieron. Lo que para un empresario puede ser desechable, para nosotros es rentable. Si el Estado puede transferir 19 mil millones de dólares al sistema financiero vía redescuentos, como lo ha hecho en estos meses, o pagar 600 millones de pesos a los concesionarios ferroviarios, también debe destinar presupuesto para que estas empresas agreguen valor, exporten, innoven tecnológicamente. Por eso felicitamos a Aníbal Ibarra y Eduardo Hecker, del gobierno porteño, a los legisladores Vilma Ripoll, Delia Bisutti y Beatriz Baltroc, a las asambleas vecinales y a organizaciones que siempre nos apoyaron, como la Corriente Clasista y Combativa y la Federación de Tierra y Vivienda.
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