Dom 22.06.2008

EL PAíS • SUBNOTA

Unos ciberespías todo-terreno

- Encuestas truchas. Parece ser que el difunto Bernardo Neustadt, que habría frecuentado a los hackers, el año pasado les insinuó algo así: “Paren de truchar encuestas que (Enrique) Zuleta Puceiro les va a hacer juicio”. Según se detectó en la investigación judicial, entre los e-mails interceptados por los ciberespías estaban las encuestas que recibían funcionarios del Gobierno antes de las elecciones de octubre. Lo que aparentemente hacían era alterarlas y hacerlas circular nuevamente. Por ejemplo, un sondeo del CEOP cuyos resultados originales daban a Cristina Kirchner el 45,7 por ciento y ubicaba en el segundo lugar a Elisa Carrió con 14,6 por ciento, fue retocado así: le daba 34,1 por ciento a la entonces Primera Dama y ponía en el segundo puesto a Alberto Rodríguez Saá con 23,4 por ciento, de modo que se presagiaba una segunda vuelta entre ellos. En la encuesta original el puntano aparecía en cuarto lugar, con el 4,6 por ciento de los votos.

- Conspiración. Entre las operaciones políticas intentadas a través del espionaje informático, una de las más elocuentes sería la del ex jefe de Inteligencia del Ejército, Osvaldo Montero, que habría contado con los servicios del agente de la PSA Iván Velázquez para perjudicar, en 2007, a la ministra de Defensa, Nilda Garré. Ella finalmente dispuso el pase a retiro de Montero en noviembre por conspirar en su contra.

- Quién mira a Su Señoría. El hecho que terminó de poner sobre el tapete la existencia de la investigación judicial que lleva adelante con hermetismo la jueza Sandra Arroyo Salgado fue una denuncia del presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti, que tuvo la impresión de que alguien estaba tratando de violar la casilla de correo que usa en el Alto Tribunal. Cuando le preguntó a la empresa Telmex, proveedora de servicios informáticos de la Corte, le dijeron en forma extraoficial que podrían estar implicados los agentes de la PSA Velázquez y Pablo Carpintero. Lorenzetti hizo la denuncia en el fuero federal porteño, pero fue girada a la jueza Arroyo Salgado, que ya tenía en la mira al súper dúo. Una pregunta del millón que acecha en el expediente es: ¿quién mandó espiar al juez supremo?

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