EL PAíS
• SUBNOTA › PERFIL DEL GOBERNADOR CAIDO
Un anacronismo andante
Encontrar palabras como “cachafaz” en boca de Alfredo Avelín es tan habitual como escucharlo pronunciar frases del tipo “el 90 por ciento de los políticos tiene la dualidad desgraciada del rapiñaje” o “que el FMI se vaya al carajo”. Frontal, verborrágico y (por qué no) de otra época, así es el ahora ex gobernador sanjuanino, mezcla también de político y médico en partes iguales, a punto tal de que en todos los años que ocupó cargos públicos jamás dejó de atender a los pobres sanjuaninos que suelen hacer cola en la puerta de su consultorio para que los revise y les regale los remedios que no pueden pagar. Así es Avelín, el mismo que el día en que fue elegido para gobernar San Juan aseguró ser “un revolucionario” al que le gustan “las grandes transformaciones”, pero fue incapaz de convertir su prédica en hechos concretos.
Seis intentos hizo Avelín antes de alzarse con la gobernación sanjuanina en 1999, y en esa oportunidad lo logró a partir de la unión con sus rivales de siempre. Corrían entonces los vientos de cambio de la Alianza y hacía falta un candidato para la sociedad que en San Juan tejieron radicales y frepasistas con el Bloquismo y la Cruzada Renovadora. Avelín no dejó pasar la oportunidad y acertó en su decisión: el 16 de mayo de ese año le ganó al mismo Jorge Escobar que lo había derrotado en 1991 y en 1995, y puso fin a diez años de menemismo en su provincia.
Avelín decidió fundar Cruzada Renovadora en 1960, a partir de su desencanto con Arturo Frondizi. De la mano de la Unión Cívica Radical Intransigente, había alcanzado la intendencia de la capital sanjuanina. En los diez meses que le tocó administrar la ciudad, creó la Farmacia Municipal y el servicio fúnebre gratuito, dos acciones que siguió desarrollando de manera particular: Avelín no sólo acostumbra regalar los remedios a sus pacientes pobres sino también ataúdes cuando no tienen plata para sepultar a sus muertos.
En 1973, Avelín apoyó a Perón y en 1989 se fascinó con la promesa de Carlos Menem de “restablecer el imperio incaico”. La fascinación le duró hasta que empezaron las privatizaciones.
De los años que fue gobernador no sólo se recordará la crisis que terminó con su mandato sino también algunas de sus frases. O también sus peleas con el ex ministro de Economía, Domingo Cavallo, al que justamente tildó de “cachafaz” y a quien en medio de una reunión en Olivos le espetó: “Cállese, que usted fue el jefe de la mafia que arrasó el país”.
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