Antes de que se conocieran las cámaras ocultas, el director del Jardín Botánico, Carlos Consentino, negó ante PáginaI12 tener conocimiento de que los empleados enterraran restos óseos, vendieran bancos o alquilaran el lugar para sesiones de fotos.

–¿Cuál fue la actitud que tomó ante la denuncia de los dos empleados?

–Hubo un hecho real: Barrientos empezó a tener una serie de inconductas laborales. Fue apercibido y fue suspendido por falta de respeto hacia mí y hacia sus compañeros de trabajo. Insultaba y no acataba órdenes sobre la tarea que debía realizar. Después hablé con (el director de Espacios Verdes, Julio César) Waisman y le dije que me estaba produciendo un problema y le pedí que lo pusieran en otro lugar.

–Pero, ¿se hizo alguna investigación?

–A mí no me hace la denuncia. Nunca vino a hacérmela. Yo me entero por terceros. Y de la fiscalía tampoco nunca me llaman. Me entero mejor cuando en junio vienen entre 8 y 10 efectivos de la policía científica y recorren el Jardín. Yo nunca estuve imputado. La verdad, es un tema ridículo. Nunca le di entidad... El tema de enterrar muertos me parece ridículo. Puede ser, como en una cancha de fútbol o como en un parque, que alguien tire unas cenizas. Pero enterrar, no. Me hubiera gustado que el diputado (Juan Cabandié) me hubiera llamado. Tiene todo el derecho a hacer una denuncia y me pareció bien la intervención de la fiscal.

–Neyra asegura que le dijo que era “como los negros y judíos de mierda”.

–Lo de Neyra fue lo que más daño me hizo. Mi segunda mujer es judía. El pone una expresión que de ninguna manera ocurrió así. Hemos tenido actividades con entidades judías en el Jardín.

–¿Tuvo conocimiento de entierros?

–Nunca.

–¿Y de que los empleados cobraban un canon para sacar fotos dentro del Jardín?

–No.

–¿Y por vender los bancos del jardín?

–No.

–¿Han faltado bancos?

–Sí, por roturas típicas de una plaza.