EL PAíS • SUBNOTA › CONVOCATORIA JUDICIAL PARA QUE DECLARE COMO TESTIGO EN UNA CAUSA POR GATILLO FáCIL
La Justicia mendocina citará como testigo al vicepresidente en un caso de gatillo fácil. El tribunal de la Séptima Cámara del Crimen aceptó el pedido de la querella en la causa por el asesinato de Jonathan Chandía y convocó a dar su testimonio a Julio Cobos, que era gobernador cuando el joven fue asesinado, en mayo de 2006.
La solicitud la hizo el abogado querellante Carlos Varela Alvarez, con la adhesión de la fiscal Susana García, durante la tercera jornada del juicio que se realiza en esa provincia. La iniciativa surgió a partir de la declaración de un policía que implicó a toda la cúpula policial en un supuesto encubrimiento de gatillo fácil y busca determinar cómo manejó la información la administración de Cobos y si esa versión había llegado a oídos del mandatario.
Es posible que el vicepresidente no deba comparecer personalmente frente a los jueces sino que declararía mediante un escrito. De hecho, el presidente del tribunal, Agustín Chacón, le solicitó a Varela Alvarez que le entregue una copia de las preguntas que tiene previsto formularle a Cobos. Por este caso fue relevada la cúpula de la policía mendocina, en junio de 2006, como un intento del entonces gobernador de ponerle un freno a la brava fuerza de seguridad provincial.
Chandía cumplía 20 años el día que fue ejecutado de un tiro en la cabeza, aunque agonizó 10 horas en un hospital antes de morir. Había sido acusado, junto a otros dos jóvenes, de robar en un kiosco del departamento de Godoy Cruz. Los tres fueron detenidos y colocados en el piso, boca abajo. El primer informe policial sostuvo que los sospechosos habían intentado resistirse y que Chandía fue herido de muerte cuando intentó sacar un arma de fuego. En el lugar apareció un revólver calibre 22 que no funcionaba.
Aquella versión se derrumbó apenas el fiscal comenzó a reconstruir los hechos, y demostró que el joven no estaba armado. En el juicio el oficial principal Rolando Rojas sostuvo que el imputado Juan Carlos Oruza le confesó que habían “plantado” un arma de fuego en la escena del crimen para ocultar el caso de gatillo fácil y hacerlo pasar como legítima defensa. En el primer día del juicio Oruza admitió haber matado a Chandía.
El caso había provocado escándalo en Mendoza porque la población aún estaba sensibilizada por la muerte de un chico de 14 años cuando robaba carbón de un tren de carga, tres semanas antes, a manos de un policía que utilizó munición de guerra para reprimir en vez de cartuchos de goma.
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