Lun 24.11.2008

EL PAíS • SUBNOTA  › VIOLENTA REUNIóN EN LA LEGISLATURA

Casi a las trompadas

El miércoles 19 se realizó una reunión de la Comisión de Patrimonio de la Legislatura para tratar el proyecto del diputado Cristian Ritondo para bajarle la protección al cine El Plata. Un grupo de vecinos de Mataderos se hizo presente y pidió hablar. Lo que resultó sorprendente fue que Ritondo llevó una verdadera barra de punteros del barrio, que incluía funcionarios del Registro Civil y que él dirigía con gestos desde la mesa de diputados. La reunión se puso tan violenta que terminó con dos suboficiales de la Federal armados de pie junto a la mesa.

En la reunión estaban Teresa de Anchorena (CC), que la preside, Ritondo y sus colegas del PRO Marta Varela, Patricio Distefano y Avelino Tamargo. También estaba, como invitado porque no es miembro, el diputado Aníbal Ibarra. Faltaban miembros del PRO y estaba completamente ausente el Frente para la Victoria, pero el quórum alcanzaba y la reunión comenzó con los vecinos hablando. Lo hicieron con mucha pasión, defendiendo la historia de su cine, contando cómo fue la compra y explicando que soñaron hasta con que fuera sede de eventos como el Bafici o el Mundial de Tango.

La sesión fue apasionada pero tranquila hasta que habló la primera persona que trajo Ritondo. Era, curiosamente, una funcionaria porteña, la directora de información pública del CGP Gladys Porto. La funcionaria ni tocó el tema del cine sino que hizo una larga lista de problemas en el CGP. La sesión comenzó a deteriorarse en un diálogo confuso, con vecinos que le señalaban que nadie discute las falencias del CGP, que ciertamente necesita sede nueva, sino la falsa opción de Centro Cultural o Centro de Gestión. Para entonces, Ritondo hacía tantas señas que hasta algunos vecinos terminaron teniendo diálogos mímicos preguntando si se dirigía a ellos. El diputado se dirigía, en realidad, a personas como una joven que se dedicó a amenazar a vecinos, ofreciéndoles “explicarles” en la vereda en qué se equivocaban.

Para cuando se encontró con Ritondo de pie, vociferando a los gritos y al parecer a punto de irse a las manos con un vecino, Anchorena llamó a seguridad. La cosa se calmó ante los uniformes y así pudieron hablar Ibarra y Ritondo, que se disculpó por las pasiones y explicó que para él en un edificio de 1800 metros cuadrados había lugar para ambos centros. No convenció a nadie, pero el PRO tenía los votos para pasar el despacho de comisión intentando blanquear la obra clandestina de Humberto Schiavoni.

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