EL PAíS • SUBNOTA › PELEA CON VARIOS MILLONES EN JUEGO
› Por Raúl Dellatorre
Muchos dicen que esperaban esa decisión del Gobierno. Son pocos los que aseguran saber a qué jugó Techint anticipando que se declararía en default. Pero nadie se atreve a decir cómo seguirá esta historia. Así podría sintetizarse la sensación que se recogía anoche entre los allegados a una nueva pulseada que enfrenta al Gobierno con una empresa privada líder. Funcionarios, empresarios, economistas y sindicalistas trataban de despejar las hojas de las ramas para ver el tronco, pero ninguno llegaba a una conclusión convincente. ¿Quiere irse Techint del negocio? ¿El Gobierno quiere desplazarla porque tiene otro candidato? ¿Se agota el negocio del gas y sólo le queda valor político a su aprovisionamiento, pero no económico? Demasiadas preguntas sin respuestas definitivas.
Los más cautelosos, entre quienes ven el problema desde adentro, advierten que “esto no es Aerolíneas, no es Aguas Argentinas: esta vez no es empujar hacia la puerta a quien ya quería irse”. Desde este enfoque, la lectura es que Techint, accionista principal de TGN, no está dispuesto a abandonar el negocio. Está demasiado involucrado con la comercialización del gas en Argentina, más allá de la Transportadora: como productor (Tecpetrol), como exportador y como usuario, ya que sus plantas siderúrgicas son las principales receptoras industriales del gas que transporta por la red de caños TGN.
La decisión de no pagar los vencimientos de 22 millones de dólares este fin de año tiene un trasfondo económico y político. No es que Techint haya tirado la toalla, sino que buscaría condicionar la negociación con el Gobierno. Esta negociación incluye varios ítem: tarifas, exportaciones, inversiones, por citar sólo los más inmediatos. Además, la decisión de no pago de deudas de TGN sería apenas la avanzada de otras similares que podrían adoptar otras firmas del rubro. En el ambiente energético ayer se mencionaban, con nombre propio, al menos otras tres firmas concesionarias del sector que estarían muy próximas a dejarse caer en la misma situación de default. Una de ellas tiene una fuerte concentración de vencimientos, más de 100 millones de dólares, en menos de 90 días. Las otras dos, al igual que TGN, reestructuraron sus deudas en los últimos años, no obstante lo cual “no están con buena predisposición” para honrar los compromisos en los términos que acordaron.
A TGN se le imputa una extensa lista de incumplimientos en la prestación del servicio, como la falta de inversiones en aumentar la capacidad de transporte, al mismo tiempo que abría salidas perpendiculares al gasoducto Norte para exportar gas a Chile. Parece ocioso plantear ahora que “cuando se le otorgó la concesión, era para abastecer al mercado interno, no para exportar”, por demasiado obvio. La cuestión es si esa objeción le valdrá perder la concesión. Nadie asegura que sea ésa la voluntad del Gobierno. De otro lado, vale preguntarse si a Techint le interesa seguir con TGN si se le agotó la posibilidad de exportar a Chile, la parte más jugosa del negocio durante varios años.
También se le ha objetado a Techint, como operador de TGN, gastar fortunas en siempre sospechosos pagos de canon al exterior (más de 10 millones de pesos anuales). Además, el Gobierno le cargó sobre sus espaldas la responsabilidad de los pagos fraudulentos a Skanska. “Estoy convencido de que fue un caso de corrupción entre privados, con movimientos muy extraños entre Skanska y Techint”, reiteró Julio De Vido en una entrevista concedida a este diario dos semanas atrás.
Desde un enfoque empresarial, hay otra limitante: Bolivia, como abastecedor de gas, no va a estar en condiciones de cumplir con el objetivo de 27,7 millones de metros cúbicos diarios a inyectar en el actual gasoducto Norte y en el futuro NEA. Si no hay gas suficiente, el trazado de este último podría quedar sólo en los planos, o necesitaría redimensionarse a la real capacidad de obtención del fluido. En el bunker de Techint, éste ha sido un tema central de análisis en las últimas semanas. El negocio, también aquí, a la firma de los Rocca ya no les pinta tan atractivo. Como fue dicho más arriba: quizá no se quieran ir, sino obligar al Gobierno a cambiar los números en su favor.
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