El porcentaje de aumento que podrían alcanzar las jubilaciones, de alrededor de un 20 por ciento si se suman las subas de marzo y septiembre, está lejos de lo que el Gobierno considera que debe ser el piso para acuerdos salariales en los convenios colectivos de trabajo. Y ese puede ser otro punto fuerte de la agenda presidencial, ya que a pesar de ser un aliado el secretario general de la CGT, Hugo Moyano, ya avisó que no quiere techos.

Esto configura un escenario distinto al del 2008, cuando el propio gremio de Moyano acordó en paritarias un 19 por ciento de aumento, que fue tomado como referente por la mayoría de los gremios. En la Casa Rosada se cuidan de dar una cifra ideal de aumentos salariales, pero por lo bajo consideran que estaría bien entre el 13 y el 15 por ciento, lo que implicaría que los trabajadores mantengan o ganen poder adquisitivo si, como se espera, la inflación no supera el 11 por ciento (en el Presupuesto nacional, el estimado es del 9 por ciento). El otro conflicto que amaga reinstalarse es el de las cámaras agropecuarias. Sin embargo, en el Gobierno consideran que ya no puede tener el mismo efecto que el año pasado por las medidas a favor del sector que se están tomando y porque, a medida que se acerquen las elecciones y los dirigentes agropecuarios vayan alineándose políticamente, buena parte de la sociedad dejaría de darles apoyo, como ocurrió con Juan Carlos Blumberg, que de líder social en el reclamo de seguridad pasó a ser un espectro político.