El Gobierno negó ayer que el acuerdo alcanzado con el campo haya respondido al interés del oficialismo de reencauzar el conflicto con el sector ante la proximidad de las elecciones y acusó de “mezquinos” a quienes sostienen esa interpretación. La aclaración corrió por cuenta de los ministros de Justicia, Aníbal Fernández, y del Interior, Florencio Randazzo, quienes junto al jefe de Gabinete, Sergio Massa, consideraron determinante la presencia de la presidenta Cristina Fernández en la reunión con el agro, en la que se acordaron medidas para lechería, trigo y ganadería.

Frente a los análisis que señalan que al Gobierno “no le quedaba otra” que acercarse al campo por temor a las consecuencias en las urnas en un año electoral, Fernández dio rienda suelta a su malestar: “El que dice eso es un mezquino”, lanzó. En tal sentido, consideró que, por el contrario, “a una Presidenta” le quedan “miles” de otras alternativas si lo que desea es concluir su enfrentamiento con un determinado sector. En otro orden, descalificó la postura del titular de la Federación Agraria de Entre Ríos, Alfredo De Angeli, quien consideró que no se firmó ningún “acuerdo” con el agro, sino que se trató de un “principio de negociación”, tras advertir que “las bases siguen pidiendo un paro”. “Lo que dice De Angeli no tendría mucho valor”, afirmó Fernández al enfatizar que el entrerriano “no es un miembro de la Mesa de Enlace”, y prefirió “rescatar” la actitud de los dirigentes agropecuarios que participaron del acuerdo.

A su turno, Randazzo advirtió que si el convenio sellado con los ruralistas se hubiera buscado por “una cuestión electoral”, entonces “lo más fácil hubiera sido” acceder al pedido de los productores de bajar las retenciones a las exportaciones de soja.