EL PAíS • SUBNOTA › OPINIóN
› Por Rubén Dri *
Un rehén de la zona de Gualeguaychú nos envía un mensaje en donde nos dice que “estamos en presencia de un avance de la peor derecha, la más cretina, la más inescrupulosa, la más descarada que nos haya tocado desde los tiempos en que la/su columna militar cometiera el genocidio más grande de la historia con la aprobación y/o el silencio cómplice de los que ahora usan el poroto transgénico como arma de guerra, y que si no hacemos algo nos va a pasar por arriba y después tendremos que lamentar quince o veinte años más de abusos fascistas”.
El 24 recordamos el golpe militar que instauró la dictadura militar genocida con la misma idea, el mismo proyecto, que hoy tiene esa derecha cretina impulsada entre otros grupos de poder por la Sociedad Rural, la misma que hoy impulsa, mandando adelante a los panzers de la Federación Agraria, el golpe que se suele denominar “clima destituyente” o golpe suave, pero que, a estas alturas, de suave no tiene nada, a no ser por la no presencia del ejército.
Para quienes sostenían en la anterior etapa de este proceso golpista que tal golpe era sólo un fantasma levantado por el Gobierno y que bastaba con retirar la 125 y en su lugar proponer retenciones segmentadas, hoy no pueden volverse a equivocar. Nunca interesó la 125 en sí, sino el golpear, desgastar –Buzzi dixit– al Gobierno hasta hacerlo caer, si es posible, para terminar con un Estado que pretende “entrometerse” en los grandes negocios del agro.
Las cosas ahora están claras. Las cartas están sobre la mesa para que cada cual las juegue como quiera. Todas las demandas desde el primer lockout, salvo la eliminación total de las retenciones a la soja, fueron concedidas, y todas, sin excepción, fueron rechazadas. Ahora ni siquiera aceptan que el producto de las retenciones a la soja sea compartido federalmente, como antes exigían.
Para esta derecha golpista que hace centro en el denominado “campo” y la “inseguridad”, las instituciones sirven si ellos las dominan. No habiendo ejército a utilizar, recurre ahora a las más groseras y salvajes patoteadas. Las amenazas y las acciones violentas denominadas “escraches” nos hacen recordar los peores tiempos. El energúmeno de Gualeguaychú amenazó directamente a Cantero, intimándolo a convocar a la Comisión de Agricultura “si quiere volver en paz a su provincia”, a no ser que “prefiera emigrar”.
Mientras tanto se vuelven a hacer dueños de las rutas, es decir, del país, porque determinan quiénes pueden pasar y quiénes no. Los grandes medios de comunicación que siempre levantaron la voz reclamando represión cuando los desocupados cortaban las rutas por una cuestión de subsistencia, ahora callan o directamente aprueba estos métodos utilizados por quienes claman por la “calidad institucional”.
“Pienso con lo poco que me queda de humano –continúa el mensaje que me llegó de Gualeguaychú– no sólo en los camiones cargados de productos que se pudren y camioneros que pierden el viático o el laburo. Pienso en niños enjaulados en los colectivos diez, doce, quince horas. Viejos que van a consulta o tratamiento y no llegan a tiempo.”
Este proceso golpista ya no puede ser llamado “blando”. Ya es duro y se endurece cada vez más.
* Filósofo, profesor consulto de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA).
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