Aunque aún no está imputado en la causa, el lobbista Carlos Bercún sigue en el centro de la escena. El vicepresidente del Citibank Guillermo Stanley aseguró ayer ante la Justicia que lo conoce desde hace varios años, que sabe de memoria su número de teléfono celular y que a fines del año pasado le organizó un encuentro con los diputados Humberto Roggero y Rodolfo Frigeri “para mejorar la imagen del banco perjudicada por las denuncias de Elisa Carrió”. Stanley admitió que fue él quien lo contrató “verbalmente” y afirmó que conocía el trámite de las leyes que desataron el escándalo de las coimas “desde el inicio” a través de los informes de Bercún, tal como reveló Página/12. Esta afirmación se contradice con la sorpresa y el desconocimiento que manifestaron hasta ahora los banqueros involucrados, que habían declarado haberse enterado de las normas el mismo día que obtuvieron media sanción en el Senado.
Este diario publicó el lunes el facsímil del dictamen de comisión de la ley Barrionuevo, supuesto objeto de la coima, que Bercún envió a sus clientes banqueros una semana antes de su aprobación en la Cámara alta.
Stanley, uno de los vicepresidentes del Citibank y encargado de las relaciones institucionales de la entidad, declaró ayer como testigo ante el juez Claudio Bonadío y el fiscal Guillermo Marijuán en la causa sobre las nuevas coimas en el Senado, iniciada tras una revelación del diario inglés Financial Times (FT). El banquero dijo conocer a Bercún desde la época en que el ahora lobbista sospechado era el subsecretario de Relaciones Internacionales del Ministerio de Economía. “Organizaba los viajes al FMI, al BID y al Banco Mundial, y subía a los legisladores a las comitivas”, declaró Stanley según una fuente del caso. Y agregó que en esos viajes conoció al senador Carlos Verna y al ex legislador y actual vicepresidente 2do. del Banco Central Ricardo Branda. Esos viajes fueron descriptos en el anónimo incorporado al expediente y por la revista Veintitrés.
Cuando le mostraron agendas para que reconociera los números telefónicos de Bercún dijo que no era necesario porque se los acordaba de memoria. El vicepresidente del Citibank explicó en su declaración que el primer contrato de Bercún fue de 5 mil pesos mensuales, pero luego esa cifra subió a 18 mil y finalmente trepó a 28 mil, acordados a partir de enero, debido al incremento de la actividad parlamentaria y la crisis económica. Stanley dijo conocer al corresponsal del FT que destapó el caso, pero negó todo conocimiento sobre la exigencia de coimas a banqueros para frenar leyes contrarias a sus intereses. Aseguró que no se encontraba en el país cuando se realizó la reunión en una sede diplomática donde se habló del asunto, según el FT. Sin embargo, su declaración abonó las sospechas de la fiscalía que podría ampliar el caso hacia otros delitos. “Solía hablar con él o se contactaba con su secretaria, Alicia”, aseguró la fuente refiriendo palabras del testigo. Los investigadores se miraron porque creen que la mujer mencionada es Alicia Guarnieri, la secretaria que acompañó al lobbista en su paso por oficinas públicas y privadas. La fiscalía sospecha que Guarnieri trabajaba en realidad en la consultora pero cobraba su sueldo en el Congreso. En idéntica situación se encontraría otra colaboradora de Bercún que percibiría sus haberes del Banco Central. Si el personal de la consultora cobraba sus salarios de organismos oficiales, Bercún podría haber sido partícipe de una defraudación agravada, que tiene una pena mayor que el cohecho.
En medio de su testimonial, el banquero afirmó que Bercún no hacía tareas de lobby para el Citibank. En ese momento, uno de sus interrogadores advirtió una contradicción porque antes había descripto que el consultor organizó el encuentro con Roggero y Frigeri. Ambos legisladores serán citados a declarar.