EL PAíS • SUBNOTA › CARLOS GALLONE, EL AMIGO REPRESOR DEL JEFE DE POLICíA MACRISTA
Fue condenado a perpetua por la Masacre de Fátima, como se conoce la ejecución de treinta prisioneros de la Superintendencia de Seguridad Federal. Otro policía contó que era un “estrecho colaborador” del ministro del Interior de la dictadura.
Condenado a prisión perpetua en el penal de Marcos Paz por su participación en la Masacre de Fátima en 1976, el ex comisario inspector Carlos Enrique Gallone –al que Jorge “El Fino” Palacios aparece vinculado a partir de una escucha telefónica– no es un amigo común. El inspector Rodolfo Peregrino Fernández, ayudante de Albano Harguindeguy, declaró en 1983 que el ministro del Interior de la dictadura tenía brigada propia para secuestrar, pero “cuando el grado de riesgo superaba la capacidad de acción de este grupo recurría a oficiales de la Dirección de Operaciones de la Superintendencia de Seguridad Federal, cuya jefatura ejercía el comisario mayor Lapuyole, siendo el principal Carlos Gallone, alias ‘Carlitos’, quien más frecuentemente era comisionado a estos efectos”. Agregó que Gallone tenía “ferviente admiración por la extrema derecha” y fue “el más estrecho colaborador de Harguindeguy en las tareas de represión ilegal. Se rodeó de los mayores torturadores y asesinos salidos de la Triple A, a quienes llevó a la Dirección General de Inteligencia”.
Gallone y Palacios eran amigos. Lo revela una escucha telefónica que involucra también al reducidor de autos Jorge Sagorsky, condenado por asociación ilícita en la causa por el secuestro y asesinato de Axel Blumberg. Fue esa escucha del 2001 la que puso fin a la carrera de Palacios en la Federal. En la grabación se lo escucha a Gallone hablar con Sagorsky, a quien le cuenta que el ahora designado jefe de la policía de Macri está a su lado y que quiere detenerlo. El represor le comenta al reducidor de autos que le contó que son amigos y que Palacios, a quien después le pasa el teléfono para que lo salude, anda en busca de una 4x4 para ir a pescar.
Gallone fue jefe de una de las brigadas operativas que, antes y después del golpe de Estado, funcionaron en la ex Coordinación Federal, ubicada a una cuadra del Departamento Central de policía. Pese a que allí fueron torturadas cientos de personas, la Justicia sólo alcanzó por el momento a Gallone y a Lapuyole, por uno de los crímenes más atroces: la Masacre de Fátima, como pasó a la historia la ejecución sumaria de veinte hombres y diez mujeres arrancados de celdas de Superintendencia de Seguridad Federal en la madrugada del 20 de agosto de 1976.
En su momento sólo se pudieron identificar cinco cuerpos y gracias al trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense se lograron identificar otros ocho después de más de veinte años de concretada la masacre. El Tribunal Oral Federal 5 condenó a Gallone, que también actuaba bajo el alias “Duque”, como coautor de treinta privaciones ilegales de la libertad y partícipe necesario de treinta homicidios agravados por alevosía, ya que se ejecutaron contra personas que tenían las manos atadas y los ojos vendados. El sargento retirado Armando Luchina, destinado entonces en Superintendencia, identificó a Gallone como uno de los jefes del centro clandestino que impartía órdenes mientras bajaban desde el tercer piso a los secuestrados, adormecidos, ya condenados a muerte.
Gracias a la prohibición del TOF-5 para que la sociedad pueda conocer el rostro de los asesinos de la dictadura, la única imagen conocida de Gallone es una foto de 1982, tomada por Marcelo Ranea durante una Marcha por la Vida de los organismos de derechos humanos, en la que aparece apretando la cabeza de una Madre de Plaza de Mayo contra su uniforme.
“Yo tengo una buena relación con los organismos de derechos humanos. Soy el que aparece en una foto con una Madre de Plaza de Mayo”, declaró Gallone ante la Justicia federal en junio de 2006. Pero la verdad que guardaba aquella foto era otra. En la Marcha por la Vida que realizaban las Madres el 5 de octubre de 1982, la señora con el pañuelo blanco sobre su cabeza en realidad golpeaba el pecho de Gallone y le pedía ayuda con indignación, por lo que el policía, en medio de los gritos de repudio de otras manifestantes, la agarró con fuerza para detener los embates a los que era sometido.
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