Jue 23.07.2009

EL PAíS • SUBNOTA  › CRISTINA KIRCHNER HABLó CON MOYANO EN BUSCA DE UNA SOLUCIóN

Gestión de buenos oficios

El Gobierno no quiere ser parte de la disputa interna de la CGT. Pero realiza gestiones reservadas para evitar una fractura. A los contactos de Aníbal Fernández, De Vido y Tomada se sumó anoche la propia Presidenta.

› Por Daniel Miguez

El Gobierno no se siente actor –ni quiere que lo involucren– en el conflicto abierto por el poder dentro de la CGT entre el secretario general, Hugo Moyano, y varios dirigentes gremiales tradicionales que amenazan con una nueva ruptura en la central sindical. Sí, en cambio, algunos de sus ministros y hasta la propia presidenta Cristina Kirchner están operando como gestores de buenos oficios para evitar ese quiebre, y hasta noche, si bien no habían tenido resultados concretos, se palpaba en la Casa Rosada cierto optimismo.

Esta suerte de mediadores informales del Gobierno son nada menos que el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández; el ministro de Planificación, Julio De Vido, y el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, lo que muestra el interés de la Casa Rosada para que no se convulsione el panorama sindical.

Es que al Gobierno no lo afecta que el gastronómico Luis Barrionuevo se haya abierto con algunos otros sindicatos, porque siempre fue un opositor –disimulado a veces, más frontal otras– al kirchnerismo. Pero sí lo preocupa que se peleen entre sí dirigentes que son sus aliados y varios de ellos con peso propio, como el de la UOM, Antonio Caló, y el de los obreros de la construcción, Gerardo Martínez. En esa discusión aparecen como los más duros contra Moyano otros dirigentes que siempre parecieron tener una relación más cómoda con gobiernos liberales, pero que hasta ahora –aunque sea a su pesar– se habían encolumnado bajo el mando del camionero. En ese sector aparecen el mercantil Armando Cavalieri, Carlos West Ocampo (Sanidad) y Oscar Lescano (Luz y Fuerza).

Lescano anunció ayer que hoy su grupo –el de los llamados “gordos”– romperá la unidad de la CGT. Y a la espera de un desenlace, Moyano aún no envió al Ministerio de Trabajo la lista de dirigentes que participarán el martes próximo de la reunión del Consejo del Salario.

Contra reloj, Fernández, De Vido y Tomada hablaron una y otra vez en las últimas horas con Moyano, Caló, Martínez y Cavalieri. Según pudo saber Página/12, anoche, mientras Tomada hablaba con Cavalieri, la Presidenta simultáneamente lo hacía con Moyano. El objetivo de esas charlas es qué los sindicalistas acuerden que deban arreglar y modificar entre ellos, pero dentro del mismo espacio, sin ruptura.

Dentro de los sindicalistas, Caló fue el abanderado de la postura del Gobierno (“la CGT debe arreglar los problemas puertas adentro”, dijo), y a la vez les marcó la cancha a los dirigentes que son alentados por Barrionuevo para pasarse al bando opositor. “Sería injusto que los gremios que durante el mandato de Néstor Kirchner recuperamos el respaldo a los trabajadores, ahora les demos la espalda”, afirmó.

En el Gobierno, por supuesto, valoran la postura de Caló, al igual que la de Martínez, quien también pide discusión puertas adentro sin sacar los pies del plato oficialista. Pero a pesar de eso, el Gobierno intenta ayudar para que Moyano se sostenga con los menores daños colaterales posibles del fuego amigo. El camionero fue su gran aliado desde comienzos de la gestión de Néstor Kirchner.

Hasta anoche, el Gobierno mantenía esa tenue esperanza, pero admitía que “la cosa está muy complicada”, porque el “personalismo” para conducir la CGT que marcan como principal defecto de Moyano los que amenazan con la fractura, está centrado en buena medida en la distribución de fondos de la Administración de Programas Especiales (APE) de la Superintendencia de Salud, que maneja un funcionario cercano al camionero. Los dirigentes que hicieron fuerza para que ese organismo tuviera una conducción amable con la CGT, ahora se quejan de que esa amabilidad sólo está direccionada a los gremios afines a Moyano. Gerardo Martínez y Cavalieri, aun con posturas distintas entre sí, se alinean para protestar que la APE les cajonea reintegros, siendo las de ellos dos de las obras sociales con mayor volumen de afiliados y, por lo tanto, con más necesidad del fondo de ayuda.

Al parecer la salida de Hugo Koltan de la APE, que había llegado de la mano del ministro de Salud, Juan Manzur, lejos de calmar las aguas, las agitó. Ahora el cargo está vacante, pero en los hechos lo maneja provisoriamente Hugo Sola, cercano a Moyano.

El secretario general de la CGT, mientras mediáticamente enfrenta a sus adversarios recordando cómo apoyaron la flexibilización laboral y la masiva destrucción de puestos de trabajo durante el menemismo, trata de que el Gobierno lo respalde sin medias tintas.

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