Algunos fueron secuestrados en los propios cuarteles. Otros en sus casas, durante alguna salida. Algunos fueron vistos en cautiverio. A la mayoría se le perdió el rastro para siempre. El mismo Estado terrorista que se los llevó los declaró desertores. Treinta años después, el Ministerio de Defensa decidió adecuar los registros de las Fuerzas Armadas a la realidad: en cada documento donde figure la palabra “desertor” deberá decir “detenido-desaparecido” y el número del correspondiente legajo Conadep. La primera lista difundida por Defensa, surgida de información brindada por las tres fuerzas, incluye a 43 víctimas. “Hemos encontrado otros casos que aún no fueron detectados en los legajos, pero de todas formas es un paso adelante”, consideró el abogado Pablo Llonto, que formuló el pedido en diciembre pasado, en nombre de familiares de cinco ex conscriptos desaparecidos. “Que las Fuerzas Armadas adecuen sus registros es un pequeño avance, aunque debe hacerse una reparación al menos administrativa en todo el Estado –concluyó–. Falta que por ley los padrones los designen como detenidos-desaparecidos, que todas las universidades incluyan esa figura en sus registros, y que en la administración pública no figuren más como abandonando el trabajo o cesanteados.”