El diálogo político estuvo ayer en boca de opositores y oficialistas: desde la oposición coincidieron en advertir que es poco y nada lo que hasta ahora se ha avanzado y que la convocatoria del Gobierno no ha arrojado resultados positivos; desde la otra vereda, representantes del oficialismo denunciaron que se pretende obstaculizar la gobernabilidad.

“Diría que el diálogo está moribundo”, afirmó Francisco de Narváez, quien discrepó con la UCR en cuanto a que la convocatoria haya sido una “maniobra perversa” del Gobierno y agregó: “Lo que creo es que algunos funcionarios del Gobierno con mejores intenciones de dialogar, de construir una agenda en común, ante la posibilidad de avanzar, fueron inmediatamente desautorizados por Néstor Kirchner”. El diputado empresario de Unión-PRO consideró, de todos modos, que el diálogo “se puede retomar”.

Su socio Felipe Solá fue más terminante: opinó que el diálogo “ya fue” y cuestionó al oficialismo por su “escasísimo espíritu democrático”.

El senador peronista disidente Juan Carlos Romero también se mostró crítico del Gobierno. “El interés que los Kirchner tienen en acordar con la AFA jamás lo tuvieron para acordar con el campo ni con los partidos políticos”, dijo el salteño y expresó que la Casa de Gobierno “se ha convertido en un destino turístico” para los partidos opositores.

En nombre del oficialismo, el diputado José María Díaz Bancalari denunció que la oposición tiene una “permanente actitud obstruccionista” y recurrió a un ejemplo: “Mire a la UCR que se retira del diálogo”.

El presidente del Frente Grande y funcionario de la Cancillería, Eduardo Sigal, también cuestionó al radicalismo. “No parece tener claro que la búsqueda de consensos no es un proceso instantáneo ni consiste en algo así como un cogobierno con la oposición”, aseveró en un comunicado de prensa de ese partido y sostuvo que “la política argentina necesita al radicalismo en la vereda de la defensa de las instituciones y la lealtad política”.