Meller fue designado por Menem para integrar los consorcios que se presentaron a las licitaciones de los servicios de gas y agua con la Sociedad Comercial del Plata, de la familia Soldati. Según uno de los más altos directivos del Grupo, que lo reveló bajo compromiso de anonimato, la parte del menemismo fue negociada con los Soldati por Eduardo Bauzá. Los Meller no aportaron capital y como fabricantes de alfombras tampoco tenían idoneidad en la prestación de los servicios de agua o gas. Pese a ello se les reconoció una participación del 20 por ciento en el paquete deSoldati, que a su vez se asoció con capitales franceses. En 1993, la licitación de Obras Sanitarias estableció que quien cotizara la menor tarifa para los usuarios recibiría gratis todos los bienes de la empresa del Estado y su enorme mercado cautivo. Las tarifas ofrecidas no podrían aumentar por diez años. En cambio, estaba prevista su reducción durante las revisiones quinquenales ordinarias. Así, las ganancias del adjudicatario debían provenir de un incremento en la eficiencia. Desde el Poder Ejecutivo la supervisión de esa concesión estaba a cargo de la Secretaría de Recursos Naturales y Desarrollo Sustentable, donde Menem designó a una de sus primeras espadas, la ingeniera Alsogaray. Consecuencia: las obras principales que justificaron la concesión no se realizaron, los servicios no se extendieron a la población prevista, las tarifas que debían permanecer inalteradas por una década aumentaron un 50 por ciento. En 1997, Alsogaray removió los últimos obstáculos para nuevos aumentos de tarifas que, además, fueron dolarizadas. Era la condición de los verdaderos dueños. En 1998, el Grupo Meller vendió su parte. Menem y los suyos habían cumplido el compromiso de destrozar el contrato inicial de Aguas Argentinas, los franceses y Soldati les permitieron volver líquidas sus tenencias accionarias.