EL PAíS • SUBNOTA › OPINIóN
› Por Mariano Pedrero *
Hace ya más de diez días, después del violento desalojo, la ex Terrabusi se encuentra militarizada. Son frecuentes las imágenes de policías recorriendo las líneas de producción o custodiando el ingreso, con sus perros o de a caballo, armados con bastones, escudos y armas de fuego.
Mientras tanto, los cinco delegados de la Comisión Interna no pueden ingresar por la sola voluntad empresarial que los mantiene fuera junto con más de cien trabajadores despedidos (la mayoría de los delegados de sector) y suspendidos. Una conducta ilegal manifiesta, violatoria de los fueros gremiales que instaura la ley 23.551 de Asociaciones Sindicales. El Ministerio de Trabajo, en tanto, se declara impotente para revertir esta situación y sólo declama que impondrá una multa a esta multinacional que factura, anualmente, más de U$S 37 mil millones.
Hay quienes sugieren que los delegados perdieron el apoyo de los trabajadores. Entre ellos, Rodolfo Daer, quien fuera uno de los responsables del avance de las políticas y leyes antiobreras en los años del menemismo. Estas falacias pretenden quebrar la enorme solidaridad que existe dentro de la fábrica a pesar de las condiciones impuestas postdesalojo. ¿Por qué no hablan de los más de 30 días en que más de 2600 trabajadores mantuvieron paradas las líneas en apoyo a los delegados y despedidos? ¿Por qué ocultan los centenares de firmas que se recogen a escondidas de los gerentes en apoyo a sus delegados y en repudio a la actual situación?
No hay comentarios neutrales cuando los voceros de la empresa hablan de que la planta volvió a la “normalidad”. La única normalidad en la ex Terrabusi es la impuesta por las bayonetas. La ofensiva de Kraft Foods tiene un claro objetivo: terminar con la comisión interna, el cuerpo de delegados por sector y los activistas obreros que son un freno a las condiciones de explotación laboral y el despotismo del capital dentro de la planta de Pacheco. El apoyo de las cámaras empresariales, la Copal y la UIA es un claro indicio de la voluntad de las corporaciones patronales de respaldar la “patriada” de esta firma de capitales norteamericanos. La embajada estadounidense también da su espaldarazo. Son conscientes de la existencia de que en lo profundo del movimiento obrero, a lo largo y ancho del país, están surgiendo nuevos delegados, comisiones internas y hasta sindicatos que utilizan las asambleas como instancia de decisión democrática, que luchan por el salario y contra los despidos y, por lo tanto, son un obstáculo para sus planes en tiempos de crisis económica. La tarea es impedir que lo logren.
* Abogado de los trabajadores de Zanon y el Sindicato Ceramista de Neuquén, y de delegados y trabajadores despedidos de Kraft.
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