Mié 09.12.2009

EL PAíS • SUBNOTA  › ARGENTINA Y URUGUAY TRATARáN DE MINIMIZAR EL CONFLICTO POR LA INSTALACIóN DE BOTNIA

Se anticipan vientos de cambio

Cristina Kirchner y Tabaré Vázquez coincidieron en restarle importancia al enfrentamiento por la fábrica de pasta de celulosa. Fue un gesto en línea con la propuesta del presidente uruguayo electo José Mujica de “encapsular” el problema.

› Por Fernando Cibeira

Desde Montevideo

Lo que quedó en claro de la visita de Cristina Kirchner a Montevideo es que a partir de ahora Argentina y Uruguay buscarán a toda costa minimizar el conflicto por la instalación de la planta de Botnia. “Es una cuestión puntual muy chiquita”, consideró la Presidenta en la conferencia de prensa posterior a la Cumbre del Mercosur. “No debemos solazarnos en un pequeño punto de discordancia”, apuntó a su lado Tabaré Vázquez. Cristina Kirchner se reunió el lunes a la noche con el presidente electo José “Pepe” Mujica, y pese a que ayer no hubo un nuevo encuentro como se había especulado –aunque compartieron toda la actividad de la Cumbre–, aquel contacto resultó suficiente para que se anticipara una vuelta de página. “Todo nuevo gobierno implica también una nueva etapa y nuevos comienzos”, soltó la Presidenta, y adelantó que volverá a Montevideo junto a Néstor Kirchner para la asunción, en marzo.

Fueron una seguidilla de gestos de ambas partes que apuntaron a mostrar distensión. Para empezar, que Mujica se corriera hasta el Sheraton sólo para estar allí cuando llegara Cristina Kirchner, el lunes ya avanzada la noche. “Una deferencia de él”, lo mencionó ayer la Presidenta. Fue un encuentro a solas del que poco pudo saberse. En principio, pareció funcionar la idea de Mujica de “encapsular” el problema por Botnia y seguir adelante con el resto de la relación bilateral. Todo lo que hicieron ayer fue en ese sentido.

Durante la Cumbre, Cristina Kirchner repartió elogios a manos llenas. “Felicito especialmente a Uruguay. No solamente a quienes han resultado electos, sino esencialmente a su pueblo, a su sociedad”, sostuvo. Y explicó que los uruguayos habían dado ejemplo “de madurez cívica y de educación” al no hacer caso al “bombardeo mediático” que a su entender existió contra Mujica durante la campaña electoral. “Pepe, podés estar contento, has concitado la atención mediática, obviamente de los grupos empresariales mediáticos”, siguió. Nunca aclaró a qué hechos puntuales hacía referencia pero sí añadió que “en un mundo globalizado los golpes van a ser de carácter cívico-mediáticos”.

Mujica no habló durante la Cumbre y respondió los saludos con movimientos de cabeza. Pero cuando llegó el momento del traspaso de la presidencia pro témpore del Mercosur de Uruguay a Argentina, Tabaré Vázquez devolvió las alabanzas a Cristina Kirchner, de quien destacó su inteligencia y capacidad para poder llevar adelante el bloque. Luego, dieron juntos la tradicional conferencia de prensa en su carácter de encargados entrante y saliente del bloque. Para su desesperación, las dos preguntas establecidas –un periodista de cada país– fueron a propósito de Botnia y el corte en Gualeguaychú, un tema que los uruguayos jamás pierden de vista. “Lo que usted está planteando es una cuestión estrictamente bilateral y, por lo tanto, me parece impropio hablar con el logo del Mercosur atrás”, respondió inicialmente Cristina Kirchner, molesta.

Pero Tabaré aprovechó para hacer mención a aquello del “pequeño punto de discordancia”. “A mí me gustaría transitar en este momento por el amplio camino positivo del relacionamiento entre nuestros países”, completó. En el tono entre fraterno y campechano al que le gusta echar mano, habló de los 300 mil uruguayos que viven en Argentina, de sus hijos y de sus nietos que son argentinos.

En el gobierno argentino no tiene buena llegada ese estilo del presidente uruguayo. Recuerdan aquella otra cumbre en Chile, en noviembre de 2007, cuando Vázquez dispuso por decreto la puesta en marcha de Botnia la misma noche que habló de que “un río no puede separarnos”, y quiso darle un beso en público a Néstor Kirchner. Después le añadió el veto al ex presidente para la secretaría ejecutiva de la Unasur, que aún se mantiene. Por eso, consideran que si hay que dar un giro será con Mujica de presidente, a quien consideran más cercano y, dentro de los políticos uruguayos, en el pelotón de los menos convencidos sobre el negocio de las papeleras.

Cristina Kirchner se mostró contenta porque la asunción de Mujica será el 1º de marzo a la tarde. Así ella puede inaugurar por la mañana el período de sesiones ordinarias en el Congreso en Buenos Aires y luego viajar a Montevideo. Contó que Kirchner quiere acompañarla. “Es un nuevo gobierno, más allá de la continuidad de la gestión del Frente Amplio”, destacó.

Más o menos para esa época la Corte Internacional de La Haya dará a conocer su fallo y ahí se pondrá a prueba la fortaleza de esta proclamada nueva etapa de la relación. En la Cancillería argentina imaginan que de La Haya saldrá una posición salomónica. Por un lado, reconociendo el planteo inicial argentino acerca de que en la otra orilla se violó el Estatuto del río Uruguay al instalar una papelera de la magnitud de Botnia –y de Ence, que luego se mudó– sin consultar al vecino. A su entender, además, han podido probar que la planta contamina el río. “No aparecen miles de peces muertos, pero hay contaminación”, aseguraba un funcionario argentino. Y hoy por hoy, Cumbre de Copenhague por medio, “es muy difícil que no atiendan un caso de daño al medio ambiente”. Así que, por ese lado, creen que de La Haya saldrá una condena contra Uruguay. Pero, al mismo tiempo, la hipótesis de máxima que pasaba por el traslado de la planta la consideran prácticamente imposible. La papelera está en pleno funcionamiento y, admiten, el conflicto la obligó a utilizar tecnología de primer nivel. “No van a decir que la saquen”, se resignaban.

También está el corte en Gualeguaychú, que “no ayuda” a ganar simpatías para la posición argentina. Admitían que políticamente no habían sabido encontrarle la solución y que a tan poco de la sentencia se hacía difícil. “Si sacamos a los cuatro que están con la Gendarmería, al otro día tenemos a diez mil personas en la ruta”, explicaban en la comitiva.

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