Antes de Martín Redrado, las renuncias de cinco presidentes del Banco Central también fueron forzadas por los distintos gobiernos. Néstor Kirchner y Roberto Lavagna empujaron a Alfonso Prat Gay; Eduardo Duhalde y el mismo Lavagna desplazaron a Aldo Pignanelli, Mario Blejer y Roque Maccarone –este último antes de que Lavagna fuera ministro– y Fernando de la Rúa expulsó a Pedro Pou. Es decir que el peronismo en sus distintas versiones y el radicalismo tienen una historia común en este sentido. Pero el antecedente que más se acerca a la situación actual es el de Pou, ya que el banquero del menemismo también se atrincheró en el puesto e hizo falta un proceso de destitución para sacarlo.

Pou perdió el cargo el 25 de abril de 2001. Ese día De la Rúa firmó el decreto para echarlo, luego de recibir el dictamen de la comisión bicameral del Congreso que así lo recomendaba. La razón fue que incurrió en “mala conducta” en su tarea de “preservar el valor de la moneda”. En cambio, ese cuerpo desestimó la otra acusación, de abuso de poder, que ahora se menciona como eventual causa de denuncia judicial del Gobierno a Martín Redrado.

El que primero hizo fuerza para sacar del medio a Pou fue el entonces ministro Domingo Cavallo, aunque luego el autor del corralito moderó su embestida al llegar a un acuerdo de cooperación. Pero para entonces el gobierno de la Alianza ya se había embarcado en la expulsión de un emblema del menemismo. Los diputados y senadores radicales Raúl Baglini –ahora cobista–, Víctor Peláez, Alcides López y Mario Losada firmaron el dictamen acusatorio, mientras el peronista Carlos Verna –ahora senador clave porque puede desempatar votaciones– hizo un dictamen en minoría argumentando que hacía falta profundizar la investigación, aunque sin apoyar a Pou. El fundador del Cema se tuvo que ir.