EL PAíS • SUBNOTA › LA POSTURA QUE LLEVARá LULA A LA CUMBRE
› Por Darío Pignotti
Desde Brasilia
Es posible, nunca seguro, que Luiz Inácio Lula da Silva anime otro amigable desacuerdo con Barack Obama durante la cumbre sobre seguridad nuclear de hoy en Washington. Antes de embarcar hacia EE.UU., el líder brasileño anticipó que discrepa con su par sobre cuán inminente es el riesgo de que armas atómicas pasen a manos terroristas, uno de los puntos sustantivos de la cita. Se debe “evitar que la “preocupación excesiva con el terrorismo nuclear pueda perjudicar el legítimo derecho al uso de la energía nuclear con fines pacíficos”, dijo Lula, a través de su portavoz. En lenguaje político más llano: Brasil sospecha que EE.UU. magnifica la verdadera dimensión del tráfico de armamento a fin de contar con un pretexto para reforzar los controles contra los países en vías de desarrollo nuclear.
Detrás del pensamiento atómico del gobierno del Partido de los Trabajadores (PT) está el ministro de Asuntos Estratégicos, Samuel Pinheiro Guimaraes, un diplomático de carrera formado en la tradición nacionalista del Palacio Itamaraty, Cancillería. Pinheiro Guimaraes fue más lejos que Lula en las objeciones al argumento esgrimido por Estados Unidos. Descartó de plano que alguna organización no estatal pueda amenazar al planeta pues “ningún grupo detenta los vectores (misiles y aviones) ni la estructura industrial para producir uranio enriquecido”.
Y luego devolvió la pelota desde el campo de los países en vías de desarrollo nuclear al de las potencias, señalando que si hay algún lugar donde los terroristas pueden hacerse de insumos de destrucción masiva, ése “es justamente donde las armas existen, en los países nucleares”.
Los conceptos del ministro dejaron planteadas las tesis que Brasilia llevará a Washington, pero eso no significa que Lula las proclamará hoy a voz en cuello, rompiendo lanzas con Obama. Esta cumbre es la primera de una serie de tres sobre temas atómicos en las que participará Brasil, que a fines de mes participará de la conferencia sobre uso pacífico organizada por Irán y, en mayo, de otra sobre el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP).
En ese ajedrez a tres partidas Brasil moverá sus piezas con el objetivo de garantizar el desarrollo “soberano” de energía, y ya adelantó que no firmará una cláusula adicional del TNP para permitir visitas sorpresivas de inspectores de la Agencia Internacional de Energía Atómica, algo que reclama Washington tras la firma del tratado Start II con Rusia. Lula rechaza autorizar más requisas de la AIEA como contrapartida del acuerdo ruso-estadounidense. “Voy a preguntarle al presidente Obama cuál es el significado de la desactivación de ojivas nucleares... Desactivar lo que ya estaba caducado no tiene sentido... No podemos admitir que haya un grupo de países armados hasta los dientes y otros desarmados”, lanzó Lula, anticipando lo que puede ser un nuevo desencuentro con la Casa Blanca.
Las desavenencias, por lo demás, han sido la norma y no la excepción de las relaciones entre Lula y Obama. Chocaron el año pasado por la radicación de tropas estadounidenses en Colombia y el golpe de Estado en Honduras y a principios de éste por las operaciones de rescate de víctimas tras el terremoto haitiano. Con todo, el desacuerdo de fondo se llama Irán. “He explicado a Obama que hay que hablar con Irán... No se puede partir del prejuicio de que (Mahmud) Ahmadinejad es un terrorista al que es preciso aislar”, declaró Lula ayer. Según su portavoz, el mandatario no pretende abordar el caso iraní, pero si el tema es planteado dirá “que quiere para Brasil lo mismo que para Irán, el derecho a utilizar energía nuclear con fines pacíficos”. ¿Se deduce de ello que Brasilia camina hacia una ruptura sin retorno con Washington? La respuesta es no.
En la delegación brasileña estará, salvo cambios de último momento, el ministro de Defensa, Nelson Jobim, que anunció la firma de un acuerdo militar con su par norteamericano, Robert Gates. Jobim, a diferencia de Pinheiro Guimaraes, no es un funcionario afín al proyecto político del PT y, según trascendidos, no continuará en el cargo si la candidata presidencial Dilma Rousseff es electa en octubre. En ocasiones, el titular de Defensa ha mostrado más acuerdo con los jefes de las fuerzas armadas que con los jefes del Ejecutivo y la Cancillería. Poco se ha informado sobre el acuerdo marco que sería rubricado esta semana, pero se supone que abre camino a entendimientos que van más allá de visitas protocolares o intercambio de oficiales en academias militares.
Lo cierto es que el discurso brasileño sobre la conformación de un área de defensa sudamericana autónoma de Norteamérica puede quedar en entredicho. Horas después de que Jobim comunicó su viaje a Estados Unidos para acordar con Gates, la Cancillería emitió un comunicado asegurando que el tema había sido informado a los países de Unasur. Sin embargo, Ricardo Patiño, canciller de Ecuador, a cargo de la secretaría de Unasur, declaró que espera de Brasil más detalles sobre el tema.
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