EL PAíS • SUBNOTA › LA SITUACIóN DE HONDURAS PROMOVIó EL DEBATE ENTRE LOS PRESIDENTES
La invitación de España al presidente hondureño para participar de una cumbre internacional generó el rechazo de los presidentes de la región. Correa fue mandatado para advertirle a Zapatero que, si participa Lobo, la mayoría del continente no irá al encuentro.
› Por Fernando Cibeira
La situación de Honduras volvió a encender el debate de la cumbre de la Unasur. Lo que caldeó los ánimos fue la noticia de que el gobierno español había invitado al presidente hondureño Porfirio Lobo a la Cumbre de la Unión Europea, América Latina y el Caribe que se realizará en Madrid dentro de dos semanas. Tanto la Unasur como la mayoría de los países del bloque no reconocen la legitimidad de Lobo, por lo que consideraron el gesto español como un desplante. Por eso, mandataron al ecuatoriano Rafael Correa para que se comunicara con José Luis Rodríguez Zapatero para advertirle que, si persiste en su idea de invitar a Lobo, la mayoría de los presidentes del continente no participarán del encuentro.
La cumbre que se realizó ayer en el nuevo y lujoso hotel Sofitel Los Cardales marcó el debut del presidente uruguayo José Mujica y del chileno Sebastián Piñera, quienes asumieron en reemplazo de Tabaré Vázquez y Michelle Bachelet. Mujica se sumó sin problemas, lo que no fue nada raro dada su larga amistad con varios de los presidentes del bloque. La sorpresa fue Piñera, a quien todos dedicaron loas. “Es un tipo muy moderno, muy amplio”, definió luego un funcionario argentino. Piñera, un empresario de centroderecha, habló de las diferencias que mantenía con algunos presidentes, pero pidió rescatar “los valores que compartimos”. “Parece cosa de no creer”, consideró luego Cristina Kirchner sobre las coincidencias que habían podido alcanzar con Piñera.
Una de ellas fue sobre Honduras. La posición del bloque no es uniforme. En sintonía con la política exterior de Estados Unidos, Colombia y Perú reconocieron al gobierno de Lobo, surgido de unas elecciones convocadas por el golpista Roberto Micheletti. Uno de los argumentos que los cancilleres de estos países sostuvieron ayer fue que siempre de un gobierno de facto se salió a través de una elección y que había que dar tiempo para que la situación se normalizara. En cambio, Piñera afirmó ayer que en Honduras se había avanzado, pero que todavía no se había hecho lo suficiente como para que se reconociera a Lobo.
Es lo que sostienen la mayoría de los países del bloque, empezando por Argentina y Brasil, que consideran que aún quedan muchas cuestiones por resolver. Por ejemplo, que se permita al presidente depuesto, Manuel Zelaya, volver a Honduras y participar en política. Otra, que se investiguen los asesinatos de seis periodistas ocurridos allí en los últimos meses, que continúan impunes. También que se avance decididamente en la constitución de la Comisión de la Verdad que está armando el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, para esclarecer los crímenes ocurridos durante la dictadura de Micheletti.
De ahí el enojo con España por su actitud inconsulta de invitar a Lobo. “Hay un malestar mayoritario, nos sentimos como desestimados”, aceptó el ecuatoriano Correa en la conferencia de prensa que ofreció junto a la anfitriona, Cristina Kirchner, al término de la cumbre. Tomando un concepto que suele utilizar la presidenta argentina, habló de un “doble estándar” de parte de los países desarrollados, que muchas veces condenan a los países en vías de desarrollo por tener relaciones con tal o cual país que no es de su agrado, pero luego invitan a otro que tiene un golpe de Estado en su haber porque les cae mejor o les conviene. Igual, aclaró que en el gobierno de España hay “queridos amigos”, pero que significaría “un antecedente funesto” que Honduras participara de esa cumbre como uno más. “¡Está fuera del sistema interamericano!”, recordó. Honduras está fuera de la OEA y necesita el voto de los dos tercios de los países miembros para volver. De ahí que la posición de la Unasur sea decisiva.
Además, los presidentes consideraron íntimamente ligada a Honduras la situación de Paraguay (ver aparte) y, en general, la de cualquier país del continente donde sectores minoritarios intentan voltear un gobierno para poder colocar en su lugar uno acorde a su paladar.
Otro tema que consumió buena parte de la mañana fue el de la ayuda a Haití por las consecuencias del terremoto. Los presidentes coincidieron en que en las cumbres aceptan sin dudar un segundo destinar fondos de ayuda, pero cuando llega el momento de hacer el depósito apenas si hay algunas monedas en el fondo. Correa eligió culpar por la situación a los ministros de Economía y “a funcionarios de las segundas líneas” que, por cierto, no estaban presentes para defenderse. “Si hay que pagar la deuda con el Fondo Monetario la pagan enseguida, pero si es a Haití no”, aseguró, como si estos funcionarios tuvieran autonomía de determinación. Por eso, sostuvo que hacía falta un secretario general de peso como Néstor Kirchner para que “se haga respetar por estas burocracias”.
También Piñera pasó revista a la situación de Chile después del terremoto y hubo una condena al llamado “plan Arizona”, a propósito de la ley antiinmigrante. En el gobierno nacional celebraron el nuevo reclamo del bloque al Reino Unido para que sus autoridades se sienten a dialogar con las de Argentina por la soberanía en las islas Malvinas y rechazaron la explotación petrolera en los alrededores del archipiélago.
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