La ausencia más notoria entre los opositores fue la de la líder de la Coalición Cívica, Elisa Carrió. Lilita –una de las más duras detractoras del oficialismo– prefirió no participar de la sesión especial de homenaje a Néstor Kirchner y mantener el silencio en el que se sumió tras la muerte del líder político y jefe del partido de Gobierno. Le avisó el martes por la noche al presidente de la Cámara baja, el kirchnerista Eduardo Fellner, que no iba a concurrir para que su presencia no se tomara “como una provocación”. Igual pidió a sus legisladores que participaran de la sesión, pero que no se sumaran a la lista de oradores. Carrió decidió así una propia tregua “unilateral” con el Gobierno y hasta les pidió a sus diputados que tampoco participaran de programas periodísticos como símbolo de ratificación de esa actitud. Pero también decidió tomar distancia del Grupo A en el Congreso: la CC no participará más de la mesa de enlace opositora e impulsará sus propios proyectos por fuera de ese espacio, al menos en lo que queda del año parlamentario. Lo que deja al núcleo duro opositor sin el quórum necesario para imponer su propia agenda legislativa en la Cámara baja.