EL PAíS • SUBNOTA › ENCUENTRO DE FORMACIóN TEOLóGICA
› Por Washington Uranga
“Tiempo de quiebres, tiempo de poder” fue el tema central de la 26ª edición del Seminario de Formación Teológica que culminó el fin de semana pasado, dando continuidad a la serie de encuentros que con sentido ecuménico realiza cada año un importante conglomerado de cristianos comprometidos con opciones populares y organizaciones de base. En esta ocasión, el evento se realizó en la localidad bonaerense de Moreno y contó con la participación del obispo católico local, Fernando Bargalló. La reflexión buscó “pensarnos en clave de pueblo, poniendo el énfasis en el poder, nuestras posibilidades y la compleja construcción de un proyecto de pueblo que sea capaz de profundizar y anudar las prácticas para encaminarnos en un proceso donde podamos despojarnos de los idealismos purificadores” para entrecruzar “los mundos de este mundo para que sean reconocidos desde la perspectiva del amor y la vida”. Néstor Miguez, teólogo metodista, sostuvo que “un pueblo es una unidad en conflicto consigo mismo; tiene muchas cosas en común y a la vez se pelea internamente por eso que tienen en común”.
Al enmarcar la reflexión, los cristianos señalaron que “cuando hablamos de pueblo no estamos hablando de una sumatoria de experiencias, sino de articulación de experiencias que dinamizan y le dan sentido a la vida colectiva”, advirtiendo también que “una gran falencia es (...) que se habla mucho de la unidad de todo el campo popular y de ejercer el poder popular, pero en los hechos esta tarea parece más idealista que otra cosa”. Por eso es necesario –sostuvieron– preguntarse “qué entendemos por poder popular y qué abarca el campo popular, y además preguntarnos cómo nos salimos de la posición idealista” para aprovechar “puntos de anudamiento de la hegemonía, que tal vez no sean los mejores, pero son los posibles en un determinado momento histórico”. Claudia Korol, educadora popular, afirmó que “en este encuentro no hablamos ‘de’ pueblo, hablamos ‘como’ pueblo, estamos siendo pueblo al reconocer la memoria colectiva, al aprender la fuerza de nuestro latir como comunidad que hunde sus raíces en una historia compartida y extiende sus frutos para cambiar la realidad”.
El obispo Bargalló dijo que “este proyecto de pueblo, de familia grande, no va a caer del cielo, hay que conquistarlo juntos, con entrega y sacrificio, en la lucha permanente, perseverante y generosa”.
Durante cinco jornadas los participantes reflexionaron sobre “la Iglesia, el poder y qué proyecto de pueblo queremos construir”. Para ello se reunieron personas llegadas de todo el país y países vecinos, que trabajaron en grupos, debatieron ideas e intercambiaron experiencias.
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