“Blanca Nieves y los Siete Enanitos” es la alegoría con que el Fondo de inversión Nomura se refiere a las elecciones presidenciales de octubre. Los asesores financieros japoneses interpretan así los sentimientos que predominan entre quienes no logran definir de qué modo enfrentar a la presidente CFK. Durante los últimos dos años el primo inteligente del jefe de gobierno porteño, Jorge Macrì, sostuvo que PRO debía buscar en forma activa el voto del peornismo opositor, mientras Maurizio entendía que ese apoyo llegaría por descarte, cuando los náufragos peornistas constataran que no tenían otro bote a mano. Por eso se negó siempre a la publicidad de sus encuentros con el ex senador Eduardo Duhalde, quien esta semana perdió también la adhesión de Jorge Busti, quien aspira a recuperar la gobernación de Entre Ríos. Busti reconoció que muchos entrerrianos le dicen que para la presidencia prefieren a Cristina. Lo mismo le ocurre al senador porteño de la Coalición Cívica Libertadora Samuel Cabanchik. De repente, el sentido de las relaciones se invirtió y hoy Macrì golpea a la puerta de Solá, para sugerirle que su compañera de fórmula a la presidencia podría ser Gabriela Michetti, y para su fórmula porteña se encierra en los estrechos límites de la Fundación Sophia, donde María Eugenia Vidal trabajó con Horacito Rodríguez Larreta. Solá no logra convencer ni a su familia. En un reportaje con este diario, su hermana Dolores contó que todos los Solá peronistas “somos kichneristas”. Dolores agrega que “estoy muy apasionada, muy contenta, muy esperanzada; se hacen y se discuten cosas que ni soñábamos, entonces tanto dolor y tantas pérdidas no fueron en vano. Por eso me da tristeza que Felipe se pierda esto”. Tal vez esta presión familiar explique la confusión del cartel de campaña que acaba de estrenar el ex gobernador bonaerense. Carece de signos de puntuación y puede leerse como “Vamos. Mejor Felipe”, o como “Vamos Mejor. Felipe”.