Lun 11.07.2011

EL PAíS • SUBNOTA  › LA TRAYECTORIA DE DANIEL FILMUS

El académico que va por la revancha

› Por Nora Veiras

La Presidenta lo eligió para darle batalla a Mauricio Macri. A los 56 años, este sociólogo enfrentará en tres semanas la oportunidad de la revancha. En 2007, el empresario reciclado en político le coartó el camino de la victoria. Ahora, este hombre introvertido que aprendió a moverse en el pantanoso terreno de las campañas electorales aspira a desplazar al referente de la derecha de la Jefatura de Gobierno porteño. Daniel Filmus es un militante que despuntó el vicio en la Federación Juvenil Comunista y rápidamente desembocó en el peronismo. Supo surfear en las metamorfosis del movimiento y con Néstor Kirchner se zambulló en la carrera por los cargos electivos.

Estudia con vehemencia cada tema, busca argumentos para convencer. Sin embargo, esa vehemencia se mantiene contenida. Sus amigos le reprochan falta de expresividad. “Me cuesta demostrar los sentimientos”, dijo alguna vez a pesar de que las lágrimas lo asaltaron en más de un acto público. La despedida que le organizaron cuando dejó el Ministerio de Educación fue uno de esos momentos en los que la emoción lo dejó sin protección. El derrotero académico de Filmus es conocido y reconocido. Ex director de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), profesor titular de la UBA e investigador del Conicet son parte de sus pergaminos. Pero la política es cruel y reclama más competencias.

En 2003, Aníbal Ibarra había ungido a Filmus, su secretario de Educación, como compañero de fórmula para disputar otro mandato en el gobierno porteño. A los pocos días, el flamante presidente Kirchner lo convocó para la cartera educativa nacional. El ordenamiento de un sistema desarticulado y desfinanciado le permitió ganarse el reconocimiento de la Casa Rosada. Su tendencia a la negociación en un área donde el estallido de conflictos es moneda corriente lo fue modelando a los ojos del kirchnerismo como un buen candidato para los insondables porteños.

La apuesta a que el antimacrismo le ganara al antiperonismo lo colocó como protagonista en la vidriera del país. En 2007 no pudo. Llegó al ballottage contra Macri y obtuvo un 40 por ciento de los votos frente al 60 de su contrincante. Cuatro años después, Filmus repite que “Macri desilusionó a pocos al no mostrar sensibilidad social, porque casi nadie esperaba que la tuviese. O que tuviese un espíritu solidario e integrador... Pero desilusionó a muchos al demostrar que tiene una ineficiencia total”. En esa convicción basa la esperanza de poder derrotar al ex presidente de Boca en la segunda vuelta del 31 de julio.

Desde 2007 ocupa una banca en el Senado y se enorgullece de haber promovido la discusión sobre las leyes de Tabaco y de Glaciares. En 2009, cuando el kirchnerismo venía magullado por el conflicto con las patronales agropecuarias, dicen que le propusieron presentarse por una diputación y no quiso. Esa negativa le habría ganado el recelo de más de un peronista. Sin embargo, su buena imagen entre los porteños lo llevó otra vez a la palestra. Cristina Fernández de Kirchner largó al ruedo a dos de sus ministros, Amado Boudou y Carlos Tomada, para luego evaluar a quién bendecir. El experimento terminó con la decisión presidencial de consagrar al senador porque era el que mejor medía.

El escenario 2011 aparece con otros trazos. La Presidenta goza de mejor imagen y los sondeos de opinión muestran una combinación inesperada entre votantes de CFK y de Macri. “Como están bien, no quieren cambiar”, explican algunos. El desafío de Filmus es sumar en un universo donde se combinan razonamientos no exactamente cartesianos.

Desde 2007 hizo un curso acelerado de contiendas electorales: primera vuelta y ballottage para jefe de Gobierno porteño y campaña por la senaduría. Aquel año le enrostraron su paso por la gestión de Carlos Grosso como subsecretario de Educación. Le endilgaron la responsabilidad por la “escuela shopping”, el negociado de peronistas y radicales que transformó un edificio escolar histórico en una galería comercial en el barrio de Once. En rigor, él le había aportado información al entonces concejal Aníbal Ibarra para que denunciara el affaire ante la Justicia. Esta vez, en cambio, la campaña sucia tocó a su familia.

“Con el viejo, no”, se indignó. Miles de porteños escucharon preguntas grabadas que les informaban sobre la sociedad entre el arquitecto Salomón Filmus, padre del candidato, y Sergio Schoklender, el apoderado de la Fundación Madres de Plaza de Mayo investigado por presuntos manejos irregulares de fondos públicos. Salomón Filmus no sólo no es arquitecto, sino que llegó al país a los cuatro años de Moldavia, no pudo terminar la primaria, tiene 88 años y desde siempre realiza tareas solidarias en barrios carenciados. Salomón es el primer seguidor de su hijo. A él se le ocurrió el slogan: “Si lo conoce, lo vota” que signó la campaña 2007. Está jubilado después de haber trabajado durante años como comerciante textil en Once. La madre de Filmus, María Cecilia Cwik, es profesora de inglés y fue quien volcó en sus hijos la obsesión por el estudio. Los avatares económicos de la familia llevaron a Filmus a dejar durante un tiempo el secundario para trabajar. Terminó en una escuela nocturna y siguió combinando trabajos como empleado telefónico y vendedor de telas mientras estudiaba Sociología en la UBA, esquivando la represión de la dictadura. La facultad marcó su paso de las filas de la Fede al peronismo y el ingreso como docente al Sindicato del Seguro terminó de perfilar esa pertenencia.

En los ‘90, Jorge Rodríguez lo tentó para que se convirtiera en su viceministro de Educación. No aceptó, pero sí se integró a colaborar después como jefe de asesores de Susana Decibe. Desinteligencias en la aplicación de la Ley Federal de Educación lo llevaron a recluirse en Flacso hasta que Ibarra lo convenció de volver a la gestión pública. “Es el único candidato que no quiere gobernar la ciudad como premio consuelo”, dijo la Presidenta. Filmus está, otra vez, en carrera para el ballottage. Alguna vez señaló que por la educación y la política postergó otras vocaciones como el periodismo, la dirección técnica de fútbol y la antropología. Para entender y seducir al electorado porteño, quizá, tenga que recurrir en estas tres semanas a herramientas de esas disciplinas.

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