EL PAíS • SUBNOTA › ANTONIO BONFATTI, EL DELFíN DE HERMES BINNER, LOGRó EL OBJETIVO
› Por Nicolás Lantos
El socialismo consiguió por primera vez en 2007 alcanzar la gobernación de una provincia argentina, y lo hizo nada menos que en Santa Fe, el cuarto distrito más grande del país, donde el peronismo había regido hasta ese año de forma ininterrumpida desde el regreso de la democracia. El hombre que encabezó ese proceso es Hermes Binner. El que, cuatro años más tarde, va a sucederlo es Antonio Bonfatti. Sus carreras políticas están entrecruzadas desde un comienzo y es difícil pensar una sin la otra.
Ambos estudiaban Medicina en la Universidad de Rosario a comienzos de la década del setenta cuando fundaron, junto a otros dirigentes juveniles, el Partido Socialista Popular. También trabajaron juntos en centros de atención primaria en las villas, hasta que el golpe de Estado de 1976 obligó a Bonfa tti a un exilio interno: se estableció en la localidad de Las Parejas, a unos 100 kilómetros, donde continuó con su carrera política y profesional, especializándose en medicina laboral y trabajando junto a obreros de las industrias de la zona.
Allí fue electo intendente en 1983 y luego tuvo un paso por el Concejo Deliberante. Volvió a Rosario recién en 1995, cuando Binner alcanzó la Jefatura de Gobierno y lo convocó para que se hiciera cargo de la Secretaría de Salud Pública. Dos años más tarde asumió como secretario de Gobierno y desde entonces se volvió una pieza clave del gabinete y el dirigente de máxima confianza de su viejo compañero de ruta.
Entre 2003 y 2007 fue diputado provincial y presidente de la bancada socialista en el Parlamento santafesino. Ese mismo año acompañó a Binner en la campaña que lo hizo gobernador encabezando el Frente Cívico y Social, que incluía a la UCR y la Coalición Cívica, y tras la asunción volvió a ocupar un lugar estratégico como ministro de Gobierno. Desde ese rol fue el encargado de avanzar con la reforma política en esa provincia e instauró el uso de la boleta única.
La Constitución de Santa Fe no permite la reelección consecutiva del gobernador, y Hermes Bi nner, con una alta imagen positiva, manifestó desde un principio que no intentaría una reforma para destrabar esa cláusula, pero también se ocupó de dejar en claro que quería tener voz en la designación de su sucesor, lugar que le tenía reservado a Bonfatti.
El funcionario, prácticamente desconocido para el público, tuvo que remar de atrás en una interna que lo enfrentó a dos figuras de peso: el senador Rubén Giustiniani, presidente del PS, que nunca ocultó sus aspiraciones, y el intendente de la capital provincial, el radical Mario Barletta, apoyado por su partido que consideraba que por su rol en el Frente les correspondía gobernar el segundo turno. El firme apoyo del gobernador, sin embargo, le alcanzó para imponerse con comodidad en las primarias de mayo.
Juntos también encararon la campaña, ya que el resultado que consiguiera Bonfatti sería crucial en las perspectivas presidenciales de Binner, y la fórmula volvió a funcionar. Dentro de tres semanas, en las PASO, Binner tendrá su prueba de fuego y seguramente Bonfatti, flamante gobernador electo, vuelva a estar junto a él.
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